“Hoy soy el mejor situado para superar a Le Pen en la primera vuelta de las presidenciales y ganarle ampliamente en la segunda”
En tiempos de furor anti-elitista, pocos políticos en activo encarnan la vieja escuela de posguerra como Alain Juppé (Mont-de-Marsan, 1945), el favorito para liderar a la derecha en las elecciones presidenciales en Francia, previstas para la primavera de 2017. Su carrera profesional ha tocado todos los palos, también el de la corrupción. Hoy se presenta ante los franceses como la opción sensata, frente a un socialismo desnortado, una tercera vía representada por un Emmanuele Macron quizá demasiado verde y un Frente Nacional que amenaza con sacudir los cimientos de la Quinta República.
Diplomado inspector de finanzas en la Escuela Nacional de Administración –sí, enarca–, Juppé se inició en política de la mano de Jacques Chirac. Diputado desde 1986, este hijo de un propietario rural perteneciente a la resistencia ejerció de ministro de Asuntos Exteriores entre 1993 y 1995. Cuando Chirac accedió a la presidencia en 1995, Juppé fue nombrado primer ministro, cargo que compaginó con el de alcalde de Burdeos. La alegría duró poco. Tras las legislativas de 1997 el socialista Lionel Jospin logró formar gobierno y Juppé pasó a un segundo plano político.
Un año después, y muy a su pesar, el foco volvió sobre Juppé, involucrado en el caso de los empleos ficticios gestionados por el ayuntamiento de París, cuando era mano derecha de Chirac. Se les acusó de otorgar puestos de trabajo a los militantes del partido en empresas privadas subcontratadas, o directamente en la plantilla de funcionarios del ayuntamiento, firmándoles un contrato y pagándoles un salario, pero sin que los beneficiarios trabajaran en absoluto. Juppé fue acusado de desviación de fondos públicos, de complicidad y encubrimiento en la apropiación de bienes sociales, y de aprovechamiento personal de dinero público. En 1999 un tribunal de apelaciones parisino le exoneró de los cargos primero y tercero, aunque dictó la prosecución de las investigaciones sobre el segundo. Juppé fue condenado en 2004 por malversación de fondos públicos, lo que le inhabilitó por un año para el ejercicio de la política activa.
La llegada de Nicolas Sarkozy al Eliseo hizo que Juppé regresase a primera línea. Primero como ministro de Defensa y luego de Asuntos Exteriores; y de nuevo, compaginando estos cargos con el de alcalde de Burdeos, ciudad de la que aún es regidor. En 2014 ganó la primera vuelta de las municipales con el 60% de los votos.
¿Solo ante el peligro?
Según Jean-Marie Colombani, el quinquenio de François Hollande podría pasar a la historia como el del suicidio de la izquierda francesa. Y cita para sostener su tesis a Jean-Christophe Cambadélis, primer secretario del Partido Socialista, quien afirma que la izquierda quedará fuera de la segunda vuelta de las elecciones presidenciales. ¿Quién hará frente, entonces, a Marine Le Pen? Es lo que se dirime este mes en Los Republicanos, cuya primera vuelta de las primarias se celebra el 20 de noviembre. El favorito es Juppé, pero nunca hay que dar por muerto a Sarkozy, al menos antes de tiempo.
Mientras el centro de gravedad de la política francesa se desplaza a la derecha, la extrema derecha ocupa un espacio cada vez mayor. Según Colombani, esto no se debe tanto a la crisis y sus consecuencias como al rechazo hacia la inmigración. «Y, como consecuencia de los atentados, a una demanda de autoridad que coquetea peligrosamente con la aspiración a un régimen autoritario», afirma el exdirector de Le Monde. Ante este escenario que recuerda, de manera vaga, a Sumisión, la novela de Michel Houellebecq sobre una Francia que se echa en brazos de un islamismo en apariencia moderado para evitar caer en las garras del Frente Nacional, Juppé intenta desempeñar el papel de hombre tranquilo.
Quién sabe, quizá Juppé busque reeditar la última jugada de su padre político, Chirac, a principios de siglo. Corría el año 2002 y la izquierda se había suicidado en la primera vuelta de las presidenciales. La segunda vuelta enfrentó a Chirac contra Le Pen: ganó Chirac. Las aguas volvieron a su cauce. Pero de aquellos polvos, estos lodos.
Hoy todo apunta a que el heredero de Chirac se enfrentará a la heredera de Le Pen. Juppé se presenta como una versión mejorada de su padre político, más apegada a los tiempos, más activa. Exactamente lo mismo que hace Marine Le Pen. Los tiempos, sin embargo, han cambiado. Quizá demasiado.