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Alemania en el Consejo de Seguridad: Más multilateralismo, más Europa, más responsabilidad

Marcos Suárez Sipmann
 |  8 de enero de 2019

Desde el 1 de enero Alemania vuelve a ocupar un puesto no permanente en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. El hecho de que en la Asamblea General de junio 184 votos (de 190) fueran a favor de que Alemania se sentara en este órgano (es la sexta vez) evidencia cuánto respaldo tiene el país en la comunidad internacional.

En la estrategia alemana para el próximo bienio destacan dos puntos: fortalecimiento del multilateralismo y más Europa.

Para el ministro de Exteriores, el socialdemócrata Heiko Maas, robustecer y consolidar el multilateralismo implica una mayor fiabilidad en el orden internacional, “más confianza en nuestras reglas comunes”. Sin pretender ignorar las serias diferencias con el “América primero” de Donald Trump, es necesario seguir trabajando con EEUU en base a las similitudes existentes para defender la cooperación. Otras voces como la de la nigeriana Fatima Kyari Mohammed, representante de la Unión Africana en la ONU, resalta que “la canciller Angela Merkel ha asumido posturas claras una y otra vez. Por eso esperamos que Alemania enfatice la importancia de un sistema multilateral”. Louis Charbonneau, encargado de la ONG Human Rights Watch para los asuntos ligados con la ONU, celebra la influencia global que Alemania puede tener, sobre todo en materia de derechos humanos, desde su silla en el Consejo de Seguridad.

En cuanto a Europa, Alemania no solo trabajará para lograr un mayor papel de la Unión Europea en los comités de una ONU fuerte. Los cambios a los que aspira afectan también al propio Consejo de Seguridad, integrado por cinco miembros permanentes con derecho a veto y 10 que van rotando por periodos de dos años. La reforma del Consejo ha sido asunto de debate recurrente en las últimas décadas. En estos dos años Berlín tratará de que Europa tenga un asiento permanente en el Consejo. Tras el Brexit, solo Francia representará a la UE en el máximo panel de la organización internacional.

Alemania apuesta por un mayor involucramiento del organismo en las crisis regionales. El Consejo emite los mandatos de las misiones de seguridad de la ONU. Ocho de las 14 misiones de la ONU cuentan con participación alemana. En Líbano, Sudán, Sudán del Sur, Somalia, Libia, Sáhara Occidental, Malí y Haití las fuerzas alemanas ayudan con personal militar y con equipos itinerantes de capacitación y formación.

Pero el número de los operativos de Alemania es reducido, suma un total de 589. Burkina Faso, más de 2.100. La triste realidad –bien conocida en la esfera de la ONU– es que mientras los países pobres envían soldados, los ricos prefieren mandar dinero. El ejemplo más claro: EEUU cuenta con tan solo 51 cascos azules.

De muy acertada cabe describir la iniciativa alemana de aumentar el número de mujeres especialistas en resolución de conflictos. En palabras del embajador germano ante la ONU, Christoph Heusgen, “las mujeres traen experiencias y perspectivas distintas a las de los hombres, que pueden ayudar a buscar un compromiso, reconciliar a los enemigos y traer la paz”.

Maas ha dejado muy claro que Alemania dará prioridad a cuestiones de desarme y no proliferación nuclear. Va a utilizar su asiento en el Consejo para luchar contra el despliegue de misiles de medio alcance si no se salva el tratado INF sobre sistemas de misiles nucleares de alcance medio (Intermediate Range Nuclear Forces) firmado en 1987 entre EEUU y la URSS y que desde entonces limita su producción. El jefe de la diplomacia germana apunta que Moscú debe desarmarse porque violó el acuerdo al desarrollar misiles de crucero prohibidos e incorporarlos a sus fuerzas armadas. Y argumenta que hay que elaborar nuevas reglas globales de transparencia y control. Abogamos, afirma, porque se entable “un debate que incluya también a países como China e India”.

Junto al desarme, Alemania insiste en el desarrollo continuo del derecho penal internacional. Y estimulará la lucha contra el calentamiento global.

 

Más músculo militar

Sin pertenecer en sentido estricto a la estrategia de Alemania en el ámbito de la ONU, conviene señalar sus déficit en Defensa. Se propone aumentar los efectivos de su mermado ejército, la Bundeswehr. De acuerdo con la ministra de Defensa, Ursula von der Leyen, el ejército se compone actualmente de 182.000 soldados y la meta es llegar a los 203.000 en 2025. Esa cifra incluye las nuevas fuerzas para la ciberseguridad y para proyectos de la Unión de la Defensa Europea. Se ha planteado recurrir a ciudadanos extranjeros de la UE. Una opción que se está considerando siete años después de eliminar el servicio militar obligatorio. Como afirma el jefe del Estado Mayor, el general Eberhard Zorn, falta personal cualificado, como médicos y especialistas en tecnología de la información. La meta es integrar en la Bundeswehr a extranjeros comunitarios radicados en Alemania desde hace varios años y que hablen el idioma. Pese a enfatizar esos criterios de selección para no dar la impresión de querer arrebatar los soldados a sus vecinos, ha cundido la inquietud, sobre todo en los países de Europa del Este, cuyos ejércitos no pueden pagar los salarios que ofrece el alemán. Por otro lado, esa forma de alistamiento militar puede considerarse una normalización, considerando el grado de integración europea alcanzada. Además, la Bundeswehr ya cuenta con muchos soldados descendientes de migrantes no comunitarios con doble nacionalidad.

Trump insiste en que Alemania no cumple con el objetivo de la OTAN de llegar al 2%. En este sentido existe el compromiso de aumentar el presupuesto de Defensa del 1,2 al 1,5% de su PIB para 2024. Un reciente sondeo de opinión refleja que el 43% de los alemanes está de acuerdo en la necesidad de un mayor gasto en Defensa, frente al 32% en 2017. El conflicto de Ucrania ha vuelto a acercar el fantasma de la guerra aumentando la sensación de inseguridad.

Un fuerte consenso interno que recela del militarismo tras las guerras mundiales explica la baja inversión en la Bundeswehr, relativamente mal equipada. La escasez contrasta con el dinamismo de la industria armamentística del país, quinto exportador mundial de armas en 2017, según datos del Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo. Fue sintomático que hace unas semanas la canciller tuviera que volar a la cumbre del G20 en Argentina en un avión de pasajeros debido al fallo técnico en uno de los dos aviones de larga distancia del ejército.

 

¿Gigante económico, enano político?

Alemania es la cuarta economía más grande del mundo. Con ser fundamentales los intereses comerciales, la política exterior no puede reducirse a ellos. Es asimismo el cuarto país que más aporta a la financiación de la ONU y el segundo mayor donante de ayuda humanitaria en el mundo. Sin embargo, en la política de seguridad su responsabilidad y contribución han de ser mayores. Especialmente cuando autoritarismo y populismo acosan a la democracia y la libertad.

Trump ha asumido una actitud hostil de cara a Naciones Unidas y sus agencias. Retiró su firma del acuerdo nuclear suscrito con Irán gracias a las negociaciones de miembros de la ONU y a una resolución del Consejo de Seguridad. Dio la espalda al pacto climático sellado en París, a la Unesco y al Consejo de los Derechos Humanos. Y dejó de realizar aportaciones al organismo de la ONU encargado de socorrer a los refugiados palestinos. Se opuso al pacto sobre migración. Un número creciente de países siguen esta preocupante senda.

Muchos ven Alemania como un pequeño contrapeso frente a la actitud de EEUU. Berlín siempre ha subrayado su disposición a cooperar con Washington (y a oponerse para defender sus principios). Es difícil que pueda cumplir con todas las expectativas suscitadas. En cualquier caso, impulsará los ejes de su agenda. Ahora es el momento de intentarlo.

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