¿Cuáles son los retos globales del feminismo hoy?
Un año después de la primera huelga internacional de mujeres, el feminismo empieza a asentarse en parcelas donde antes no tenía presencia. Lemas como «Ni una menos» o #Metoo aglutinan y consolidan un movimiento global que permite hablar de empleo, conciliación, sostenibilidad, justicia o seguridad bajo un nuevo prisma. Preguntamos a expertas por los retos globales a los que se enfrenta el feminismo en la actualidad.
Carina Autengruber | Presidenta del Foro Europeo de la Juventud. @CAUTRENGRUBER
En el Día Internacional de la Mujer, las mujeres en todo el mundo nos encontramos nuevamente teniendo que justificar nuestras demandas de igualdad. La respuesta a nuestra a menudo es la misma: “Ya hemos logrado la igualdad de género. ¿Qué más queréis?”
Como sociedades, hemos llegado muy lejos en nuestro camino hacia democracias, mercados laborales y entornos domésticos más justos y equitativos. Tenemos derecho a votar y en teoría gozamos de un acceso igualitario a la educación, las oportunidades laborales y la sanidad. Pero si todo esto fuese cierto y realmente hubiésemos alcanzado un punto en que las mujeres gozan de los mismos derechos y libertades que los hombres, ¿por qué observamos una gran brecha de género en casi cualquier aspecto de nuestras vidas?
Lo cierto es que la desigualdad está en todas partes. A veces la discriminación es dolorosamente obvia, expuesta blanco sobre negro en nuestras leyes. Pero a veces solo hay que mirar más allá. Sí, tenemos derechos sanitarios en tanto mujeres, pero ¿tenemos control sobre nuestros cuerpos? Tenemos el derecho de presentarnos como candidatas electorales, pero ¿son realmente accesibles las vías que nos permiten llegar hasta esa posición?
Como mujer joven y representante de las voces jóvenes en Europa, sé que los retos a los que nos enfrentamos están lejos de desaparecer. Las elecciones al Parlamento Europeo en mayo presentan una oportunidad para que Europa demuestre si está preparada para reconocer estas lacras y combatirlas. Necesitamos romper el círculo vicioso que mantiene el status quo y elegir a representantes que realmente reflejen a nuestras sociedades. Hay una multitud de mujeres jóvenes preparadas y dispuestas a hacerse oír. Solo tenemos que pararnos a escuchar.
Cristina Gallach | Alta comisionada para la Agenda 2030. @CRISTINAGALLACH
El principal reto es adoptar una visión de inclusión e igualdad en todas nuestras acciones individuales y colectivas. Así se fraguarán actitudes y políticas que conducirán a la superación de la situación actual donde las mujeres trabajan más, cobran menos, y están relegadas del proceso de toma de decisiones económicas y políticas. Los avances realizados son totalmente insuficientes, porque el cambio conlleva que los hombres renuncien a parte del poder y los privilegios que tienen. Cuatro áreas concretas: Tolerancia cero en la violencia de género, incluida la explotación sexual; eliminar la brecha salarial; incrementar la representación política y avanzar a una plena inclusión de la mujer en la economía, las finanzas y la tecnología.
Para abordar este gran reto requerimos de un profundo cambio en el sistema educativo de las nuevas generaciones, que debe estar basado en una visión de igualdad inclusiva, además requerimos de una gran movilización cotidiana de denuncia y visibilidad de abusos e injusticias. También de avances y modelos de éxito para alentar las mejoras. Y por último, debemos incorporar a los hombres en esta lucha, que lamentablemente está seriamente afectada por los peligros de recesión e involución. El feminismo es, en el fondo, una lucha democrática, que viene de lejos con avances claros pero con mucho por hacer. Por ello, los hombres deben incorporarse a esta batalla por una mejor sociedad. Su presencia es imprescindible. Las sociedades que cuentan con hombres feministas avanzan más rápidamente hacia la igualdad.
Ana Mangas | Redactora jefe de Esglobal. @A_MANGAS
Los frentes del feminismo en el siglo XXI son múltiples, al igual que los techos de cristal. Uno de ellos está relacionado con las barreras con las que se topa el talento femenino. Y es que las cifras hablan por sí mismas: tan solo un 19% de los puestos clave de las empresas del Ibex 35, en España, están ocupados por mujeres; las áreas STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas) cuentan a escala global con un escaso 23% de mujeres profesionales; en 2018, solo 17 mujeres ejercían como jefes de Estado en el mundo, un 18% desempeñan cargos como ministras y un 24% como representantes parlamentarias. La lista de estadísticas es extensa y su lectura, evidente: el poder político y económico en manos de la mujeres es insuficiente y el sector tecnológico continúa siendo un mundo de hombres.
Las razones y las consecuencias de esta realidad también son múltiples y globales. Los obstáculos van desde la falta de referentes femeninos en algunos áreas para las nuevas generaciones de niñas, hasta la persistencia de la brecha salarial y los prejuicios sobre el liderazgo de la mujer en los ámbitos laborales, sin olvidar la penalización en la carrera profesional que suele suponer la maternidad, entre otros factores. El coste no es solo social y moral, sino también económico: la desigualdad de género –incluidos todos esos talentos femeninos total o parcialmente desperdiciados– le cuesta al mundo unos 160 billones de dólares, calcula el Banco Mundial.
En un siglo en el que la disruptiva cuarta revolución industrial trae consigo enormes desafíos, entre ellos, en el mercado laboral, vamos a precisar de todos los esfuerzos para que las mujeres no salgan de nuevo perdiendo y que, por el contrario, lideren también las transformaciones futuras. Las estrategias pasan por promover de manera activa la igualdad entre géneros en los trabajos, una mayor transparencia salarial y concienciación en el ámbito privado y público, el fomento de la presencia femenina en las áreas STEM, programas de mentoría, mejores políticas de conciliación de la vida laboral y familiar, iniciativas que fomenten la presencia de las profesionales en medios de comunicación y espacios públicos… Las instrucciones, empresas y sociedades necesitarán de la experiencia, ingenio y visión de todos y todas, la era de las barreras y la invisibilidad del talento femenino debe tocar a su fin. Ahí está una de las revoluciones pendientes.
Áurea Moltó | Periodista. Miembro del consejo asesor de Política Exterior. @AUREAMOLTO
Lo macro y lo micro van de la mano en el feminismo. Al preguntarse por los retos globales, surge la aspiración de un orden internacional en el que las mujeres no solo estén representadas, sino cuyas reglas, instituciones y acuerdos hayan sido diseñados también por ellas. No se trataría de un sistema internacional feminista, sino de un sistema internacional justo y representativo, que refleje la realidad del mundo. El nuevo orden que necesitamos. Se traduciría en la presencia igualitaria de mujeres en órganos decisorios como el Consejo de Seguridad del futuro (radicalmente diferente del actual), en mesas de negociación en conflictos, en misiones de paz, en los grandes acuerdos comerciales, medioambientales o de desarme, en tribunales internacionales, en organismos financieros globales y, en definitiva, en todos los procesos y ámbitos que explican por qué el mundo de hoy y los problemas de hoy son como son.
Esta aspiración global solo puede partir de lo micro; si entendemos como micro cuestiones como la prohibición de la mutilación genital femenina, el matrimonio forzado, la violación en escenarios de conflicto, el acceso a la educación y la sanidad, la igualdad salarial, la presencia de mujeres en parlamentos y gobiernos nacionales, en las cúpulas directivas de las grandes empresas, en puestos decisorios en medios de comunicación y una larga lista de tareas pendientes para la mitad de la población del mundo. Alcanzar todos estos retos concretos a escala local, estatal, regional o global es imprescindible para que las mujeres estén en condiciones de ejercer el papel que les corresponde en la sociedad internacional y sus estructuras de poder. Este es precisamente el propósito del Objetivo 5 de la Agenda 2030, que aplica una perspectiva sistemática de igualdad de género en el resto de ODS así como en todas sus metas y políticas.
Clara Ramas San Miguel | Filósofa, investigadora postdoctoral en UCV y UCM y candidata en las listas de MÁS Madrid. @CLARARAMASSM
El reto principal del feminismo es terminar de convertirse en una fuerza a la vez transversal y transformadora, y lo uno no podrá darse sin lo otro.
El feminismo tiene que ser transversal. Tiene que ser capaz de convertirse en un nuevo sentido común o consenso, aceptado por toda la sociedad. Que el feminismo sea para el 99% significa que es también para las mujeres que aún no se consideran feministas y también para los hombres. El feminismo tiene como reto seducir a las y sobre todo los que aún no se sienten concernidos por él, proponiendo un modelo de relaciones sociales y personales más justas, satisfactorias e igualitarias, que permita al hombre escapar de los corsés de un cierto tipo de masculinidad tóxica dañina para él y reivindicar otra.
El feminismo tiene que ser transformador. Estamos en un momento de profunda crisis económica, social, ecológica, política, que demanda un cambio desde la raíz, y este es el reto para todo movimiento político actual. El feminismo tiene que ser capaz de proponer una transformación profunda de la sociedad en su conjunto, que afecte a nuestro modelo productivo, la gestión del trabajo reproductivo invisible, nuestra relación con los recursos del planeta o nuestro sistema geopolítico. La desigualdad de género se halla imbricada en todas esas dimensiones.
De este modo, y por ambos motivos –que en realidad son el mismo-, el feminismo no puede ser una política “de parte”, que se ocupe solo de los problemas de “las mujeres”. Precisamente para lograr acabar con la forma específica de violencia que sufren las mujeres por el hecho de serlo, tiene que ser un proyecto de transformación profunda y radical de toda la sociedad.