Simpatizantes de la Liga Norte en una manifestación en Milán en febrero de 2018/GETTY

Agenda Exterior: derecha radical en Europa

AGENDA PÚBLICA Y POLÍTICA EXTERIOR
 |  16 de mayo de 2019

¿Cuál es el proyecto de la derecha radical para la UE? ¿Qué modelo de Europa se le puede contraponer?

 

Este sábado 18 de mayo se presenta en Milán el proyecto con el que la ultraderecha europea quiere situarse como el partido paneuropeo más votado en las elecciones del 26 de mayo. Convocados por el ministro de Interior italiano y líder de la Liga Norte, Matteo Salvini, pretenden hacer una demostración de fuerza. Preguntamos a un grupo de expertos cuál es el proyecto de la derecha radical para la Unión Europea y qué modelo de Europa se le puede contraponer.

 

Quique Badía Masoni | Periodista e investigador. @QBADIAMASONI  

El sábado la plaza del Duomo de Milán será escenario de una manifestación de la llamada derecha radical europea. Bajo el lema “Hacia una Europa del sentido común, ¡Levántate, pueblo!” y con el apoyo de la Liga Norte, Alternativa por Alemania o el Partido de los Finlandeses, una parte del emergente populismo de derechas europeo representará una estampa de unidad que contrasta con la historia de desencuentros de este complejo y cambiante espacio político. Por ahora es una incógnita si algunos de los pesos pesados del nacionalismo euroescéptico, Orbán, Kaczyński o Le Pen, secundarán el llamamiento.

Las diferencias significativas entre estas formaciones -la relación con el Kremlin, vista con recelo desde Polonia, o programas económicos antagónicos- son escollos insalvables para garantizar una mínima coordinación en las instituciones europeas. Pero es de prever que se imponga una apuesta entre todos ellos por el bloqueo de organismos comunitarios en los que participen, pues de realizarse sus proyecciones de voto tendrían derecho a tutelar iniciativas legislativas o a presidir comisiones parlamentarias. Todo en favor de un repliegue hacia el Estado acorde con sus tesis ultranacionalistas, al que podrían arrastrar una parte del liberalismo conservador congregado en el Partido Popular Europeo (PPE) o en el Grupo de los Conservadores y Reformistas Europeos (ECR), con los que partidos como VOX mantienen buenas relaciones.

Ante este posible bloqueo institucional se abre una ventana de oportunidad para promover alianzas ciudadanas en forma de consorcios de investigación periodística, especialmente en aquellos países como Hungría en los que ejercer el periodismo se ha convertido en una profesión de riesgo. Y se podrían explorar modelos parecidos entre las agencias judiciales ante la radicalización violenta de algunos de los militantes de estos grupos. Una Europa de contrapoderes frente a la Europa de Estados a los que estas organizaciones pretenden volver.

 

Lluís Bassets | Periodista. Ex director adjunto de El País@LBASSETS

Las derechas radicales, en sus distintas y a veces contradictorias versiones, tienen en común el regreso a la identidad nacional, el control nacional de las fronteras y la recuperación siempre que sea posible de la soberaní­a cedida hasta ahora. En unos casos se declina en clave de ultraliberalismo y en otras de preservación de un Estado de bienestar solo para los de casa, pero todas las derivaciones exhiben su hostilidad hacia las soberanías compartidas que componen la realidad cotidiana de la Unión Europea, y especialmente el proyecto de Unión cada vez más estrecha propugnado desde el Tratado de Roma.

No hay un auténtico modelo de Europa en sus programas, sino meramente el aprovechamiento institucional y presupuestario de la Europa realmente existente para combatir los avances o al menos servir de freno. De ahí­ que solo quepa esperar una actuación parlamentaria de obstaculización en caso de que cuenten con minorías con capacidad de bloqueo de la acción legislativa y de las resoluciones parlamentarias. Para las derechas radicales la idea de una Europa unida pertenece a un pasado que hay que superar y queda en cambio una idea identitaria de Europa, de ribetes étnicos, que se acomoda muy bien a sus programas nacionalistas y populistas contra la inmigración.

El modelo de Europa a contraponerle es el que ya existe, aunque más ágil y apresurado por la necesidad. En la próxima etapa que se abre tras las elecciones europeas cabrí­a esperar avances notables en polí­ticas de inmigración y fronteras, en polí­ticas sociales, en defensa y seguridad y, por supuesto, en la Europa del euro, cosas todas ellas que exigen más presupuesto y más solidaridad entre los europeos. No hay otro modelo. Y sobre este modelo actuará la derecha radical como obstáculo, aunque contará sin duda con amplias complicidades conservadoras en buena parte del continente.

 

Steven Forti | Profesor asociado en la Universitat Autònoma de Barcelona e investigador del Instituto de Historia Contemporánea de la Universidade Nova de Lisboa. Colaborador de la revista italiana de geopolítica Limes. @STEVENFORTI

La derecha radical ya no quiere destruir la UE como hace un par de años. Eslóganes como Frexit o Italexit han pasado ya a mejor vida. Le Pen y Salvini ya no hablan de salida del euro y de abandonar el proyecto comunitario. El RN francés o la Liga Norte italiana siguen siendo fuerzas euroescépticas, no cabe duda de ello, pero ha habido un giro de 180 grados en su estrategia: el objetivo ahora es el de tocar poder en Bruselas. Para que esto ocurra tienen que convencer a los populares de que les conviene abandonar la Grosse Koalition con los socialdemócratas, ampliada probablemente al ALDE, y mirar a su derecha. El modelo es Austria donde Kurz gobierna con el FPÖ de Strache. En esta lógica se entiende el intento de Salvini para crear un gran partido de la extrema derecha a nivel europeo que pueda presionar al PPE, utilizando como caballo de Troya al premier hungaro Orbán, muy amigo del ministro del Interior italiano. A largo plazo, pues, la extrema derecha busca controlar las instituciones comunitarias para frenar el proyecto de integración y devolver parcialmente la soberanía en algunas cuestiones a los Estados-nación. Todo lo demás es una incógnita ya que las diferencias entre estas formaciones son notables, a partir de las relaciones que se deberían tener con Rusia o de la gestión de los refugiados, sin hablar de temas tan sensibles como el de los derechos civiles.

A esta Europa, que sería sin duda alguna más débil, una especie de cáscara vacía incapaz de tomar decisiones sobre los grandes retos globales que tenemos que afrontar cuanto antes, se debe contraponer un nuevo renacimiento europeo. Es cierto que las ideas de “más Europa” y “mejor Europa” parecen hoy en día unos significantes vacíos, pero es desde ahí desde donde hay que trabajar. Por un lado, explicando que solo una Europa unida y fuerte puede ser un actor eficaz en el actual desorden global. Por el otro, y esto es fundamental para frenar el avance de los nacional-populismos, debe recuperarse la idea de una Europa social, desarrollando un Estado del bienestar comunitario, además de acercar la UE a la ciudadanía, impulsando una verdadera democratización de las instituciones europeas. De fondo debe impulsarse una toma de conciencia de que Europa somos todos nosotros: es desde ahí –es decir, desde abajo– desde donde podemos relanzar y renovar el proyecto europeo.

 

Guillermo Fernández Vázquez | Investigador en la UCM y experto en derechas identitarias europas. @GUILLEFDZ85

Hasta que no se celebren las elecciones europeas, todo o casi todo son juegos florales. Intentos de marcar músculo tanto ante el adversario como ante el competidor directo. Matteo Salvini, que en los últimos meses había coqueteado con la idea de sumarse y presidir el grupo de los euroescépticos light de los Conservadores y Reformistas Europeos, ha optado por tratar de conformar y dirigir un grupo parlamentario europeo propio bajo la iniciativa “Hacia una Europa del sentido común”. De momento a ella se han sumado varias formaciones que ya compartían grupo parlamentario con la Liga en la legislatura europea anterior, como es el caso del FPÖ austríaco o del Reagrupamiento Nacional francés, pero también (y esto pone particularmente nerviosos a los polacos de Ley y Justicia) están cerca de unirse otras formaciones de la derecha radical escandinava, que hasta hace bien poco dudaban entre aliarse con la versión tecnócrata y ultraconservadora del reformismo europeo o asociarse con la crítica nacionalista del mismo que encarnan Le Pen, Salvini o Wilders.

Este próximo sábado 18 de mayo, Matteo Salvini espera hacer una gran demostración de fuerza en Milán, reuniendo a una multitud de ciudadanos y políticos europeos entre los que se espera a Marine Le Pen, Heinz-Christian Strache o Geert Wilders. La idea es mostrarles a todas aquellas formaciones que aún dudan sobre qué camino de alianzas tomar una vez pasadas las elecciones que la Lega representa el ejemplo más acabado de comunión entre pueblo, líder y reivindicación europea. Que Salvini es el líder de futuro de esta familia política y, en última instancia, que es él y su movimiento quienes pueden en los próximos años acometer la deseada “unión de las derechas” desde posiciones ideológicamente más duras. Porque Salvini está convencido de que solo seduciendo a una parte de la derecha conservadora tradicional (como ya hace de hecho en Italia) se podrá transformar la UE en profundidad y desde dentro.

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