¿Cómo promover una distensión sostenible en la península coreana?
Estados Unidos acudía a la fallida cumbre de Hanói con Corea del Norte con las expectativas altas. Sin embargo, más allá de las supuestas exigencias de Kim Jong-un relativas a la retirada de todas las sanciones, la duda de si este encuentro tendría una verdadera utilidad para la aliviar la tensión que vive la zona ya era patente incluso antes de la convocatoria. Preguntamos a los expertos por las posibilidades reales de una distensión sostenible y duradera en la península coreana.
Félix Arteaga | Investigador principal del área de Seguridad y Defensa en el Real Instituto Elcano.
La península coreana afronta varios escenarios de tensión/distensión. Uno primero relacionado con la reunificación del Norte y del Sur. Este proceso enfrenta a una sociedad abierta y avanzada con un régimen militar. La asimetría del impulso dificulta la sostenibilidad, porque el régimen comunista sabe que la comunidad política y social del Sur es proclive a las concesiones sin pedir mucho a cambio. Conociendo la debilidad de su adversario, la estrategia norcoreana ha sido la de combinar expectativas de distensión con episodios de enfrentamiento armado para preservar abierto el proceso de reunificación. La asimetría se reproduce en el control del proceso, porque los beneficiarios del régimen norcoreano pueden interrumpir el proceso cuando quieran si ven en riesgo sus privilegios o no tienen garantías de ganar con el proceso, mientras que los perdedores del sur, aquellos que van a sufragar con sus impuestos, inflación o salario la reunificación no podrán oponerse a la mayoría que lo desea.
El segundo escenario, de tensión militar entre Corea del Norte y las potencias no comunistas en el Pacífico, ha avanzado hacia la distensión por varias vías. La más importante es la de la constatación de Corea del Norte como una potencia nuclear. Se reconozca o no formalmente, y aunque la interlocución entre los presidentes Kim Yong-un y Donald Trump supone un reconocimiento de hecho, ninguna de esas potencias se volverá a comportar en el escenario de conflicto como si Corea del Norte siguiera siendo un actor convencional. Salvo que el líder supremo cometa una imprudencia, el nuevo equilibrio de fuerzas conducirá a una distensión militar en la península porque los grandes despliegues de fuerzas sobre la frontera o en las inmediaciones no podrán utilizarse frente a las nuevas capacidades nucleares o híbridas norcoreanas. En este escenario, los responsables norcoreanos tienen bien tomada la medida a EEUU: saben que su presidente es partidario de replegar las fuerzas, distanciarse de aliados gravosos y abandonar causas que no reportan beneficios electorales o comerciales (what’s in it for me?).
Vicente Garrido | Profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid y director de la Fundación Incipe.
Existe una opinión extendida sobre si la distensión en la península norcoreana debe comenzar con una declaración de paz que ponga fin de forma definitiva a la guerra de Corea y que transforme las relaciones entre Corea del Norte y EEUU. No obstante, ese paso no conduce directamente a la solución del asunto principal: la desnuclearización de la península coreana, que ha sido precisamente lo que ha motivado la celebración de diferentes cumbres bilaterales entre las dos Coreas y entre EEUU y Corea del Norte.
La cuestión principal reside en conocer si Kim considera que el régimen podrá sobrevivir sin armamento nuclear. Para Corea del Norte, el aspecto clave del proceso consiste en conseguir un “relajamiento” de las sanciones internacionales impuestas por la comunidad internacional por sus actividades nucleares, institucionalizado a través del Comité de Sanciones 1718, órgano subsidiario del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.
No existe aún una hoja de ruta clara que contenga medidas concretas para llegar a una “desnuclearización completa, verificable e irreversible”. Cada uno de esos conceptos encierra en sí diferentes interpretaciones para Washington y Pyongyang. Corea del Norte ha advertido en varias ocasiones que cualquier acuerdo que implique la renuncia a su arsenal nuclear también debe contemplar «la retirada completa de las amenazas nucleares de EEUU”. Ello evidencia las dificultades que presumiblemente atravesará el proceso y, sobre todo, el hecho de que cualquier escalada de hostilidades, tensión o simple declaración por parte del presidente de EEUU podría dejar, una vez más, los buenos propósitos de desnuclearización de la península coreana en el limbo. Además, conviene recordar que, a la luz del desarrollo actual del programa nuclear y balístico norcoreano, la desnuclearización de la península coreana y, en particular, de Corea del Norte, no constituye un objetivo viable a corto y medio plazo para la comunidad internacional.
Belén Lara | Doctora en Ciencias Políticas (Relaciones Internacionales), es investigadora sénior de la Unidad de Investigación sobre Seguridad y Cooperación (Unisci) de la Universidad Complutense.
La distensión en la península coreana está avanzando y si en la cumbre de Vietnam se hubiera acordado lo previsto, se hubieran dado cuatro grandes pasos en su favor: la firma de una declaración de paz para, simbólicamente, finalizar la Guerra de Corea; la devolución de los restos de los soldados estadounidenses que murieron en ella; la apertura de oficinas de enlace, como paso previo a la normalización de relaciones diplomáticas; y la revisión de algunas sanciones para que las dos Coreas pudieran realizar proyectos económicos conjuntos. La imprevisibilidad de ambos mandatarios ha provocado que una exigencia no suficientemente meditada –el levantamiento total de las sanciones económicas– frene el proceso de distensión.
La desnuclearización, que para EEUU significa la eliminación total del arsenal norcoreano y para Corea del Norte que se retire el armamento nuclear estadounidense que protege a Corea del Sur, sigue paralizada. El objetivo estratégico supremo del régimen norcoreano es asegurar su supervivencia y el armamento nuclear es la garantía de esa supervivencia. Kim se puede comprometer a parar la producción de plutonio y uranio enriquecido en sus instalaciones de Yongbyon a cambio de que EEUU levante las sanciones económicas, pero debería permitir la entrada de inspectores internacionales que lo verifiquen y eso no está en sus planes. Además, la paralización de Yongbyon ayudaría a frenar la expansión del arsenal nuclear norcoreano, pero hay otras decenas de instalaciones y miles de personas trabajando en su desarrollo.
Trump y Kim deberían seguir reuniéndose y emplazándose a nuevos encuentros pero, para evitar tensiones, rupturas abruptas y favorecer la distensión, deberían hacerlo con un calendario cerrado y marcando unos objetivos mínimos a conseguir. Así, cuando estos se consoliden podrían seguir avanzando hacia otros más ambiciosos. Sin duda, aún queda un camino muy largo por recorrer.