Los valores de cambio de divisas aparecen en el tablero de compra-venta de una oficina de cambio de Buenos Aires, el 30 de agosto de 2019/ RONALDO SCHEMIDT/GETTY

Agenda Exterior: Argentina

Política Exterior
 |  12 de septiembre de 2019

Argentina sufre su enésima crisis económica justo antes de unas elecciones que, de nuevo, se tornan decisivas. La inflación supera hoy el 50%, el doble que en 2015; la pobreza ha pasado del 27% en 2017 al 35% actual, y la deuda pública podría llegar al 100% a final de año. Con estas cifras sobre la mesa, la reelección de Mauricio Macri como presidente se antoja difícil, si no imposible. El camino queda así expedito para el tándem formado por Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner, que podrían querer dar un nuevo giro al modelo económico del país. Un modelo que viene dando bandazos a izquierda y derecha desde hace casi 40 años, sin resolver los problemas estructurales del país. Preguntamos a los expertos cómo recuperar la economía argentina.

 

¿Cómo recuperar la economía argentina?

 

Anna Ayuso | Investigadora sénior para América Latina de Cidob. @AyusoAnna

La falta de confianza y credibilidad en las instituciones es un problema nodular para la recuperación de la economía argentina. Se precisaría un pacto de consensos básicos para hacer reformas estructurales necesarias para financiar políticas públicas que prevengan y den respuesta a los vaivenes del ciclo económico, y para garantizar una administración transparente. La desconfianza de los argentinos sobre la estabilidad de su moneda, que, con sus vaivenes, pone en peligro de manera recurrente los ahorros de la clase media y aboca a los más desfavorecidos a la pobreza y la precariedad, hace muy difícil sanear las finanzas públicas con ahorro interno. La fuga de capitales alimenta la dependencia de una financiación externa reticente y aboca a un endeudamiento de altos costes, que esquilma aún más los recursos internos. Es un círculo vicioso que se retroalimenta.

La polarización vivida en las últimas décadas ha impedido hacer las transacciones políticas necesarias para generar esos consensos sobre reformas legales e institucionales, siempre aplazadas por intereses cortoplacistas y partidarios. Sin inversores que crean en un escenario de estabilidad será difícil recuperar el crecimiento en un contexto internacional también plagado de incertidumbre. Los dos principales candidatos a la presidencia son conscientes de ello, aunque la tentación de caer en el discurso frentista es demasiado tentadora en plena campaña. El hartazgo de buena parte de la ciudadanía y una composición parlamentaria fragmentada deberían allanar el camino a los pactos. Pero eso dependerá del resultado de las elecciones.

 

Gabriel Bezchinsky | Economista. Docente e investigador de la Escuela de Política y Gobierno. Universidad Nacional de San Martín (Buenos Aires).

La recuperación de la economía argentina es una tarea eminentemente política en la que el próximo gobierno, con la legitimidad del voto popular, debería invertir su capital político para generar consensos básicos sobre medidas a corto, medio y largo plazo. No será sencillo, dado el contexto de fuerte polarización política interna, y con un escenario internacional marcado por fuertes tensiones entre las grandes potencias y una nueva recesión global inminente.

La primera tarea, de cortísimo plazo, es atender la inseguridad alimentaria que afecta a una parte muy importante de la población. Se estima que, dada la profundización de la crisis, un 10% de la población se encontrará en situación de indigencia hacia fin de año.

La segunda tarea es recuperar el crecimiento. Está claro que el ajuste y la profunda recesión que generó solo agravó los problemas. Dada la enorme restricción que la deuda pública impone hoy a la economía argentina, será necesario renegociar el acuerdo con el FMI para que el país cuente con los recursos necesarios para financiar el desarrollo, y para que pueda pagar la deuda sobre la base del crecimiento y no del ajuste recesivo.

A medio y largo plazo será necesario desarrollar una política industrial que apunte a lograr una inserción internacional de Argentina más virtuosa que la que ha tenido históricamente. Ello requiere trabajar en las distintas cadenas productivas, en la agregación de valor a partir de la innovación tecnológica, la reducción de costos de logística, financiamiento, insumos básicos e impuestos, entre otros.

Tareas tan complejas como impostergables.

 

Bruno Binetti | Investigador asociado de Inter-American Dialogue y profesor visitante de la Universidad Torcuato Di Tella (Buenos Aires). @binettibruno

A corto plazo, para salir de su enésima crisis financiera el país deberá renegociar el paquete de 57.000 millones de dólares con el FMI y reprogramar los pagos de su deuda con los acreedores privados. También mantener las restricciones al mercado cambiario para evitar otra corrida contra el peso. Macri no resolvió la histórica falta de confianza en el peso y el uso del dólar como moneda de reserva, que lleva a crisis periódicas en la balanza de pagos porque la economía (poco productiva fuera de la agricultura) no genera las divisas suficientes.

¿Cómo salir del ciclo perpetuo de crisis? No hay atajos ni soluciones mágicas. Serían necesarios años de políticas económicas estables que mejoren la competitividad sin devaluaciones masivas, sostener la independencia del Banco Central, evitar la financiación del déficit fiscal con emisión monetaria, mejorar la calidad del gasto público y reducir la ineficiencia del aparato estatal, invertir más en infraestructura, y definir un modelo productivo que concentre el apoyo estatal en aquellos sectores que generen valor agregado y sean capaces de competir internacionalmente.

El problema es que estas medidas implican un alto coste social, al menos por un tiempo, y requieren continuidad más allá del gobierno de turno. Fernández, quien muy probablemente suceda a Macri, parece favorecer medidas de alivio social y económico que son necesarias para paliar la crisis, pero inútiles si no se abordan los problemas de fondo. Si elige ese camino, la próxima crisis será cuestión de tiempo.

 

Rodolfo Colalongo | Académico y analista internacional. Candidato a doctor por la Universidad de Salerno (Italia). @RodoColalongo

La situación es clara y concisa: el problema de la economía nacional es macroeconómico, estructural y por falta de consenso acerca del modelo de desarrollo a seguir.

Solo teniendo en cuenta los momentos de crisis (1982, 1989, 2001 y 2019-20), desde 1982 a la actualidad Argentina cambió de modelo económico como de camiseta, pasando de uno desarrollista basado en el proteccionismo (1982-1989), con fuerte presencia estatal y cambio de moneda, a otro aperturista con reducción significativa del Estado en la actividad económica (1989-1995), para luego pasar a otro neoliberal basado en la paridad de cambio (un peso, un dólar) y un fuerte endeudamiento externo. Se continuó con el mismo hasta la crisis de 2001 y para el período 2003-2015 se decidió que el camino era uno con matriz diversificada, es decir, neo-desarrollismo con fuerte participación estatal y del mercado interno en lo económico.

En 2016 se cambió de rumbo nuevamente, modificando todo lo anterior y restableciendo un antiguo plan económico, pero con ciertos matices: una especie de conservadurismo económico, con políticas neoliberales en lo financiero. ¿El resultado? El esperado: endeudamiento externo, recesión económica y alta inflación.

La solución solo vendrá de la mano de un consenso político general de largo plazo sobre el modelo económico a seguir, al menos, en los próximos 20 años, en el cual se establezcan los lineamientos macroeconómicos básicos que todo gobierno debe seguir, con independencia de su color político. De no ser así, los argentinos viviremos en un eterno ciclo entre la ilusión y el desencanto.

 

Enric González | Corresponsal de El País en Buenos Aires.

Esta es la pregunta del millón. Una buena respuesta podría comportar el Nobel de Economía, o quizá, al menos, el de Literatura. ¿Cómo arreglar una economía que lleva más de medio siglo desarreglada? Para hacerlo bien habría que reconstruir dos instituciones, la moneda y la justicia, muy desacreditadas. Hay quien propone la dolarización, pero eso ya se probó y el resultado fue muy traumático. Si limitamos el objetivo a la recuperación, resulta evidente que lo primero sería reflotar el mercado interno y salir de una recesión que ya va por su tercer año. ¿Con qué dinero? No hay acceso a los mercados internacionales, el FMI quedó muy escamado con el enésimo default e imprimir billetes no parece la mejor idea cuando la inflación supera el 50% anual.

Un gran pacto político y social que permitiera frenar precios y salarios, reformar la maraña impositiva, acabar con las situaciones de práctico monopolio (especialmente en la industria alimentaria) y ofrecer una perspectiva más o menos estable a los hipotéticos inversores, unido a un poco de estímulo al sector más desatendido y con mayor potencial de crecimiento, el de los servicios, podría mejorar la situación. Pero a la vez hay que renegociar deuda. Y combatir la pobreza endémica que afecta a más de un tercio de la población. La situación es peliaguda.

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