Esta semana en Informe Semanal de Política Exterior: guerra del crudo.
La violencia desatada en torno al enclave petrolífero de Heglig entre Sudán y el recién independizado Sudán del Sur, puede detonar una guerra abierta de grandes proporciones entre dos países que se encuentran entre los más poblados, pobres y extensos del África subsahariana.
Todos los ingredientes concurren para propiciar el enfrentamiento: la mutua animadversión entre sus líderes –Omar Hasan al Bashir desde Jartum, requerido por la Corte Penal Internacional por crímenes de guerra en Darfur, y Salva Kiir, desde Juba–; y la rivalidad entre los árabes musulmanes del Norte y los negros cristianos y animistas de Sudán del Sur.
Si la guerra se generaliza, sería la continuación –tras siete años de tregua– de un conflicto que viene enfrentando intermitentemente a ambas partes desde el principio de la descolonización, en 1956. En 1982 las hostilidades larvadas estallaron en una guerra civil que se prolongó hasta 2005 y que provocó más de dos millones de muertos. Muchos factores explican que el conflicto nunca se haya podido cerrar. El primero es la imposibilidad de definir las fronteras entre ambos países. La comisión encargada de ese asunto apenas cuenta con mapas topográficos de 1937 para resolver un contencioso que no recibió demasiada atención en la firma del tratado de paz de 2005.
El segundo factor es la falta de acuerdo para repartir los ingresos del petróleo. Sudán del Sur cuenta hoy con el 80% de todas las reservas de petróleo sudanesas, pero su venta solo puede realizarse a través de Port Sudan, lo que concede a Jartum una baza importante para reclamar el pago de peajes desproporcionados: hasta 38 dólares por barril transportado.
El pasado enero, Jartum “confiscó” varias partidas sursudanesas para cobrar esas cantidades, lo que llevó a Juba a parar la producción, renunciando con ello a 4.000 millones de dólares anuales, el 98% de todos los ingresos del nuevo Estado. El problema es que quedan todavía muchos años hasta que se concreten los proyectos de oleoductos alternativos con financiación china que permitirían al gobierno de Kiir desentenderse de las exigencias de Bashir. China importa el 3% del petróleo que consume de ambos países.
Otro factor adicional es la falta de acuerdo sobre la fecha y condiciones de celebración de un referéndum en la estratégica región fronteriza y petrolífera de Abyei para que su población decida en qué Estado desea integrarse. Todo ello se ve agravado por la creciente violencia en Sudán contra el casi medio millón de personas de origen sursudanés.
En 2009 el Tribunal Permanente de Arbitraje determinó que Heglig, que Juba reclama como propia, quedaba fuera de Abyei, es decir, de Sudán. Allí se localiza casi el 50% del petróleo que le queda a Jartum. Juba cayó en la tentación de querer comprobar hasta dónde llegaría la reacción militar del Norte. Ahora, tras los bombardeos aéreos ordenados por Al Bashir y su reciente discurso en el que aseguró que “liberaría” a los sursudaneses de los “insectos” que los gobiernan, ya no hay dudas de sus intenciones. Próxima estación: China, donde –no por casualidad– ambos contendientes han aceptado encontrarse para negociar la paz.
Para más información:
Steven Hege, «Elecciones y estabilidad en los Grandes Lagos». Política Exterior 144, noviembre-diciembre 2011.
Øystein H. Rolandsen, «Sudán 2011: la independencia del sur a un paso». Política Exterior 139, enero-febrero 2011.
La Comunidad internacional tiene la obligacion politica y moral para proteger y salvaguardar la seguridad del recien Estado creado y sus personas y bienes frente a Sudan del norte mas fuerte y historicamente reacio en aceptar la particion del pais, sea cual sea los motivos de esta guerra, detras se esconden muchos motivos que Sudan del Norte no acepta de buen grado.Sobre todo por las inmensas riquezas de petroleo de su vecino del Sur que a largo plazo si administra bien sus recursos naturales podria convertirse en un eldorado, situacion que desequilibrara las zonas fronterizas y sus habitantes, haciendo dificil respetar la intangibilidad reciente de las fronteras entre los dos paises. Solo la presion internacional preservera la paz entre estas dos naciones, es urgente que la ONU y la Comunidad internacional que tantos esfuerzos desplegaron para crear este nuevo Estado ademas motivo de alegria, tienen al mismo tiempo el deber moral de protegerlo, asistirlo, asesorarlo y ayudarlo asentar sus incipiente instituciones todavia precarias para consolidarlas, ya es hora que suenen los tambores de paz en esta zona de Africa despues de mas de tres decadas de guerras, las gentes de aquellas zonas estan cansados de las guerras y destrucciones que tantos sufrimientos han causado a ambas partes,con guerras y hostilidaades permanentes nunca alcanzaran la libertad,prosperidad y desarrollo economico y social que todos anhelan desde mucho tiempo, al fin y a cabo los lideres actuales de los dos paises deben pensar que son hermanos negros Africanos y estan obligados a entenderse enterrando sus diferencias ideologicas y religiosas para sentar las bases de buena vecindad y preconizar siempre el dialogo para solucionar sus diferencias, puesto que historicamente y geograficamente estan obligados y condenados a entenderse en beneficio mutuo de sus gentes ya que nunca podran desplazarse sus respectivos paises a otro lugar del continente, sino mas bien deben aprender a vivir en paz en el lugar geografico donde estas ubicados respetandose. Si no cesan la guerra en beneficio de sus sufridas populaciones,nunca podran beneficiarse de la paz para prosperar y madurar politicamente, la guerra es siempre un fracaso del dialogo…