Existen muy pocos motivos para esperar cambios drásticos en la política de Israel de cara a la Autoridad Nacional Palestina y a la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), sin importar qué coalición gobierne en la próxima legislatura. En cualquier caso, tras el aparente empate técnico entre Benjamín Netanyahu y su principal rival, el exgeneral centrista Benny Gantz, el escenario más probable es que el actual primer ministro liderará una coalición de derechas. El gobierno resultante tendría que perseguir una línea más dura en las políticas relativas al tema que nos ocupa, que su predecesor. De este modo Netanyahu tendría una coalición con escaso margen de maniobra y muy frágil. Los partidos más pequeños como la Unión Nacional, Zehut y la Nueva Derecha tendrían, por consiguiente, una gran baza negociadora.
Este gobierno, seguramente, continuaría evitando tener que elegir entre poner fin a la ocupación o anexionarse Cisjordania. Los asesores de Netanyahu hablan con orgullo de la brecha que han generado entre Gaza y Cisjordania, poniendo de manifiesto que la división política y geográfica de Palestina ha debilitado la efectividad de la presión internacional que buscaba la creación del Estado palestino. El portavoz de la campaña de Likud, Erez Tadmor, declaró a Radio Israel el 31 de marzo que “la separación entre Fatah en Judea y Samaria (Cisjordania) y Hamas en la Franja de Gaza es una división que permite a Israel dividir y vencer, una división que sirve a los intereses israelíes”. A la cabeza de este gobierno, Netanyahu tratará de evitar comprometerse con el plan de paz que la administración Trump ha prometido poner en marcha. Este plan estará a favor de Israel, pero es muy probable que incluya anatemas para la extrema derecha. Esto debería ser relativamente sencillo, dada la elevada probabilidad que existe de que sea rechazado por la OLP.
Por otro lado, un gobierno de Gantz podría tomar medidas para ayudar a restaurar los intereses de la OLP en las negociaciones. Si bien las decisiones resultantes tienen pocas probabilidades de tener éxito, las medidas israelíes que la Organización para la Liberación de Palestina valora positivamente abrir un espacio para una cooperación futura. Un gobierno de Gantz, especialmente si dependieran del apoyo de los partidos árabes, puede adoptar medidas para corregir la disparidad económica entre judíos y árabes y mitigar la discriminación hacia los ciudadanos palestinos en Israel después de un largo período de crecimiento de la discriminación por motivos de origen étnico. En lo que respecta a la política hacia Cisjordania y Gaza, este gobierno podría limitar la construcción de grandes asentamientos y permitir a las ciudades palestinas de Cisjordania expandirse. De esta manera la Autoridad Nacional Palestina aumentaría eficazmente su área de operaciones (en los primeros días del gobierno de Trump, el representante de Estados Unidos, Jason Greenblatt, pidió a Netanyahu llevar a cabo este gesto en la ciudad de Qalqilya: fue rechazado).
Cualquier otra medida favorecida por la izquierda israelí, como forzar la evacuación de asentamientos aislados del muro de separación, provocaría una feroz oposición desde la derecha, quienes apoyan a los activistas pro-asentamientos, sobre todo en Cisjordania. Además, sería causante de controversia en el seno del partido de Gantz, Azul y Blanco, que reúne una serie de figuras de la derecha política. No obstante, las políticas más flexibles todavía pueden marcar la diferencia. Un gobierno de Gantz podría, por ejemplo, promulgar una ley que ofrezca recompensas a los residentes de los asentamientos al Este del muro, que estén dispuestos a ser realojados en el propio Israel. Las encuestas sugieren que al menos un cuarto de los habitantes de los asentamientos al este de esta barrera optaría por ser reubicados. Su traslado podría debilitar estas comunidades y provocar una ola de reubicaciones. Aunque esta iniciativa estaría muy lejos de acabar con la ocupación israelí o de resolver el conflicto, la escena de miles de colonos haciendo sus maletas y abandonando los asentamientos ilegales podría cambiar las percepciones del pueblo palestino sobre la voluntad de Israel de marcharse de Cisjordania.
Este artículo es un extracto de una pieza más extensa, publicada originalmente, en inglés, en la web de Crisis Group.