Acabar con el ‘castigo’ de África

 |  20 de mayo de 2010

Más allá de Kony.


Thierry Vircoulon (director del Proyecto de África Central de International Crisis Group)

No logro entender por qué no podemos acabar con este castigo”, dijo Hillary Clinton el 24 de febrero, a la vez consternada y perpleja por el derramamiento de sangre que el Ejército de Resistencia del Señor (ERS) sigue perpetrando en África Central.

Han pasado más de 20 años desde que el principal dirigente del ERS, Joseph Kony llamó a las armas por primera vez a un grupo de la etnia acholi contra el gobierno de Uganda. En la actualidad, el ERS, banda multinacional de guerrillas, secuestra, tortura y mata a civiles en tres países de África Central.

El diálogo no ha dado resultado. Durante los dos años de negociaciones en Juba, sur de Sudán, resulta difícil creer que Kony o el gobierno de Uganda hayan estado alguna vez decididos a encontrar una solución pacífica y aceptable para las dos partes. El ERS había representado su papel para recibir a cambio suministros que llegaban al noreste de Congo.

Mientras, la única intención del presidente de Uganda, Yoweri Museveni, era atacar de nuevo a Kony. Cuando éste se negó a firmar el acuerdo final, en diciembre de 2008, Museveni lanzó la operación Trueno Relámpago con el consentimiento de sus vecinos congoleses y sudaneses y el apoyo sustancial de Estados Unidos.

Un ataque aéreo sobre el campamento de Kony debía ser la culminación de la operación, con el hijo  de Museveni al mando. Pero una serie de filtraciones secretas les hizo perder el elemento sorpresa y las primeras tropas llegaron tarde para impedir que Kony y sus principales comandantes se adentraran en la selva.

El ataque no hizo otra cosa que golpear el nido de avispas. Los hombres de Kony masacraron a 900 civiles en cuatro semanas como demostración de su fuerza. A continuación, sus patrullas se dispersaron por el norte y oeste de Congo, sur de Sudán y por la República Centroafricana. En la actualidad, como ya es habitual, saquean pueblos y reclutan nuevos soldados. Una traumática mezcla de violencia y “magia” mantiene a asustados niños en primera línea.

Sin querer, el ejército de Uganda se ha encontrado a sí mismo luchando en una eterna campaña de desgaste sobre un vasto territorio a un alto coste. A los estadounidenses no parece molestarles pagar la cuenta pero, ¿por cuánto tiempo? Desde hace un año, el ejército insiste en que el ERS está a punto de ser derrotado, pero no parece ser así.

Los ugandeses y sus consejeros de EE UU piensan que hacer desaparecer a Kony acabaría con el ERS. Es cierto que el carisma militar e espiritual de su líder ha desempeñado un papel clave en la resistencia del grupo. Sin embargo, la reciente oleada de violencia prosigue a velocidad de crucero, a pesar de que a Kony le resulta muy peligroso comunicarse con sus hombres, debido al control telefónico americano de la zona. Mientras que Kony ha tomado dirección norte (podría encontrarse incluso en el sur de Darfur), algunos grupos separados del núcleo han llevado a cabo masacres en otros lugares sin necesidad del apoyo de su líder.

Además, el ERS de Kony surgió de las cenizas del igualmente detestable Movimiento del Espíritu Santo de Alice Lakwena. Si Kony desapareciera, hay muchas posibilidades de que otra persona lo sustituya.

La supervivencia del ERS es un síntoma del fallo de los Estados. En esta zona fronteriza, las fuerzas de seguridad de los tres países son muy débiles o están demasiado lejos para parar la masacre. Una estrategia efectiva debe tener esto en cuenta y centrarse en tres prioridades:

Primero, los civiles deben ser protegidos. Además del imperativo moral y salvaguardar la fuente de información más importante del ejército, proteger a la población es crucial para impedir que el ERS reclute nuevos soldados. Más fuerzas de paz de la ONU y fuerzas nacionales deberían desplegarse para defender pueblos y caminos. Deberían también contribuir a la mejora de carreteras y al establecimiento de mecanismos que vigilen de cerca la aplicación de los derechos humanos.

Segundo, los ejércitos nacionales, las misiones de la ONU en Congo y Sudán y los civiles deberían coordinar mejor sus esfuerzos dentro y fuera de las fronteras. Necesitan combinar tácticas de contrainsurgencia y mantenimiento de la paz de forma innovadora. Por ejemplo, los administradores locales deberían registrar a los grupos civiles de autodefensa, acordar sus funciones específicas, y hacer un seguimiento cuidadoso de sus actividades.

Y tercero, las autoridades necesitan apropiarse de la lucha. Una vez que el ejército acabe con Kony, Kampala suspenderá la caza y la ONU terminará saliendo del país. Construir instituciones es la única manera de protegerse contra los remanentes del ERS o contra cualquier otra amenaza.

Permanecer 20 años en la selva es una proeza y Clinton tiene buenas razones para preguntarse por la longevidad del ERS. Para evitar que la pesadilla dure más, hay que abordar estrategias más allá de la caza del hombre y solucionar el problema subyacente: el fallo de los Estados en este olvidado corazón de África.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *