Abbás se aferra al poder y bloquea la sucesión palestina

Julio de la Guardia
 |  9 de diciembre de 2016

El movimiento Al Fatah –partido mayoritario dentro de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) que además vertebra tanto la estructura administrativa como de fuerzas de seguridad de la Autoridad Nacional Palestina (ANP)– acaba de celebrar su VII Congreso Nacional en la Mukata de Ramala. El cónclave ha servido para reforzar el liderazgo indiscutible de su triple presidente, Mahmoud Abbás, y para excluir, probablemente de forma definitiva, al que fuera uno de sus principales candidatos a sucederle, Mohammed Dahlan. Este amenaza ahora con escindirse junto a sus seguidores y con convocar una convención alternativa en El Cairo bajo el nombre de “Al Fatah verdadero”.

Según los estatutos del movimiento, sus congresos deberían celebrarse cada cuatro años. Sin embargo, han transcurrido siete desde el VI Congreso, celebrado en Belén en 2009, que a su vez tardó 13 años en celebrarse respecto del anterior. Esta misma incapacidad para cumplir con los ciclos electorales y la aleatoriedad a la hora de convocar congresos se manifiesta en los comicios presidenciales y legislativos, que deberían haberse celebrado en 2009 y 2010, respectivamente, pero que siguen pendientes ante la imposibilidad de que la OLP –hegemónica en Cisjordania– y Hamás –que controla la Franja de Gaza– se pongan de acuerdo para llevarlas a cabo.

Este estancamiento de la política palestina –motivado por la esclerotización de su liderazgo, el enquistamiento de la colonización israelí, y la fragmentación territorial entre Cisjordania y la Franja de Gaza– está siendo hábilmente empleado por Abbás para perpetuarse en el poder. A pesar de su avanzada edad (casi 82 años) y su mala salud (problemas cardíacos que le hicieron pasar recientemente por el quirófano). Todo apunta a que el triple presidente de Al Fatah, de la OLP y de la ANP tiene intención de aferrarse a sus tres sillas hasta el final de sus días, siguiendo la tradición de los viejos dictadores árabes antes de que tuvieran lugar las “primaveras”.

El VII Congreso de Al Fatah reeligió a Abbás por aclamación. Entre los más de 1.300 delegados ni uno solo se atrevió a votar en contra, lo máximo que se registró fue alguna abstención. Uno de los pesos pesados del movimiento, presente en todas las ternas para la sucesión, el ex-director del Servicio de Seguridad Preventiva (Aman Al Huqai) en Cisjordania Yibril Rayoub, justificó la exclusión de los críticos y disidentes en aras de sacar adelante el congreso. El ahora presidente de la Federación Palestina de Fútbol y del Comité Olímpico Palestino –que suele utilizar ambas plataformas deportivas para proyectarse políticamente tanto a nivel doméstico como internacional– aseguró que van a proceder a revisar y actualizar las estructuras de un partido que nació como movimiento de liberación nacional y hoy conforma una entidad pre-estatal.

Rayoub, cuya base de apoyo está sobre todo en la zona de Hebrón, quedó segundo en las votaciones al nuevo comité central de Al Fatah, solo por detrás del carismático Maruán Bargouthi. Considerado por algunos como el “Nelson Mandela palestino”, Bargouthi cumple sentencia en una cárcel israelí desde que fuera detenido y juzgado por delitos de terrorismo en el marco de la operación Escudo Defensivo, por la que el ejército israelí invadió en abril de 2002 todas las áreas autónomas palestinas simultáneamente. Su estancia en prisión no ha hecho más que incrementar la popularidad de Bargouthi entre los palestinos, que supera con creces a la de Abbás (una encuesta del Centro Palestino de Investigación Política publicada el pasado septiembre reflejaba que un 61% de los ciudadanos son partidarios de su retirada).

Entre los 18 miembros electos para el comité central, el máximo órgano decisorio de Al Fatah, pocas caras nuevas; la gran mayoría proceden de la época de Yasser Arafat y solo una mujer (la diputada por Nablus, Dalal Salame, que precisamente cerraba la lista con el puesto 18). Cuatro miembros más serán designados directamente por Abbás, que con toda probabilidad nominará a dirigentes históricos de su entorno inmediato, como Tayeb Abdel Rahim y Nabil Abu Rudeina, así como también al emergente Mayed Farah, director del Servicio de Inteligencia General (Mujabarat). El cuarto designado podría ser el exministro y negociador de los Acuerdos de Oslo, Nabil Saath, que no logró pasar el corte de los 18. La labor ejecutiva del comité central se ve complementada por la del consejo revolucionario, formado por 132 miembros (de los cuales 80 son elegidos y 52 designados), con función legislativa.

Si bien Abbás querría promover como segundo al frente de Al Fatah a uno de sus files, Saeb Erekat, que ya ejerce como secretario general de la OLP, podría verse obligado a aceptar a Rayoub, dado que Erekat sacó bastantes menos votos entre los delegados, quedando en séptima posición. Como polo opuesto a Rayoub, se encuentra el exdirector del Mujabarat en Cisjordania, Taufiq Tirawi, que quedó sexto y cuya base electoral está en la zona de Ramala. Rayoub y Tirawi son “viejos enemigos” de la época en que ambos dirigían servicios de inteligencia cuyas áreas de responsabilidad competencial y territorial se solapaban. Esta animadversión ha hecho que Tirawi buscara apoyos entre el exembajador ante las Naciones Unidas y sobrino de Arafat, Nasser al Qidwa (décimo), e incluso mantenga contactos con el “apestado” Dahlan.

 

El gran ausente

Dahlan, antiguo director del Aman Al Huqai en la Franja de Gaza, era el principal opositor al oficialismo de Abbás y no fue autorizado a asistir a la convención. Tampoco sus seguidores dentro del consejo legislativo (Parlamento) y dentro de los cuadros del propio Al Fatah, la mayoría de ellos de Gaza como el propio Dahlan, y a los que Abbás ha despojado de su condición de delegados y de sus salarios durante las semanas previas al congreso. Los simpatizantes de Dahlan en Cisjordania han denunciado una campaña de amenazas e intimidaciones por parte de las fuerzas de seguridad de la ANP.

Desde que cayera en desgracia y fuera expulsado en 2011 por sus supuestas ambiciones presidenciales, Dahlan vive exiliado en Abu Dhadi, donde se dedica a lucrativos negocios, financia a medios de comunicación críticos con Abbás y apoya económicamente a disidentes. Respaldado por los países del llamado “cuarteto árabe” (Egipto, Jordania, Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos), Dahlan se propone ahora crear “Al Fatah verdadero”, poniendo en marcha otro congreso alternativo a celebrar en El Cairo bajo los auspicios de su protector político, el presidente egipcio, Abdel Fatah Al Sisi.

Desde septiembre ha tenido lugar una secuencia de incidentes e incluso enfrentamientos armados entre las fuerzas de seguridad de la ANP y grupos armados vinculados a Al Fatah, aparentemente fieles a Dahlan, en los campos de refugiados cisjordanos de Balata, Yenín y Amari. Por este motivo, el responsable del Servicio de Inteligencia Militar israelí (Aman), el general Herzl Halevi, advertía recientemente de una potencial escalada de la violencia durante 2017 a causa de la previsible pérdida de control sobre el terreno por parte del octogenario Abbás. Desde que fuera elegido presidente en enero de 2005, Abbás ha sido incapaz de lograr la popularidad y la legitimidad que tuvo Arafat.

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