La probable venta del 75% de YPF, la filial argentina de Repsol, a dos de las mayores petroleras chinas, CNPC y Cnooc, es un ejemplo del creciente poderío de China en América Latina. España no es la única en ceder el paso al gigante asiático, que ha ido desplazando de sus posiciones de preeminencia en la zona a Estados Unidos y a varios países europeos. Apenas 10 años después de la adquisición, Repsol podría ahora deshacerse de la petrolera argentina.
Su previsible salida del país se debe a una suma de circunstancias. Por lo pronto, la crisis económica y la bajada de los precios del crudo han afectado negativamente los ingresos y los márgenes de Repsol. Su beneficio neto cayó a 516 millones de euros en el primer trimestre del año, frente a 1.212 millones del mismo periodo de 2008. A ello hay que añadir su necesidad de fondos para exploración en un entorno de costes al alza y de crecientes exigencias de los gobiernos propietarios de los derechos de prospección. La compañía necesita reponer sus reservas. Pese a que participó en 2008 en tres de los seis mayores descubrimientos de crudo en la región (Brasil, Perú y Bolivia), tardarán años hasta que puedan contabilizarse.
De momento, sus reservas probadas han caído un 33% en los últimos cuatro años. Por esa razón ha asignado 6.000 millones de dólares para el área de exploración hasta 2012. Y para ello necesita dinero. Por otra parte, Argentina no ha sido un buen negocio. Las restricciones de los gobiernos de Néstor Kirchner primero y Cristina Fernández después han mermado la posibilidad de rentabilizar su inversión.
Repsol se ha quejado de la imposibilidad de aplicar precios de mercado en las gasolineras y de las dificultades para la exportación de gas. Además, ha perdido terreno ante la competencia: mientras sus reservas de gas y crudo en Argentina han bajado, BP, Total o Petrobras han aumentado las suyas. Por ello, los inversores han penalizado reiteradamente su valor en bolsa frente a las demás empresas del sector.
Las cifras de la posible venta a CNPC son ilustrativas. Según las últimas informaciones, los chinos pagarían por el 75% de YPF cerca de 17.000 millones de dólares, lo que situaría el valor de la filial en 22.000 millones. Teniendo en cuenta que Repsol pagó por ella unos 15.000 millones hace 10 años, el balance es poco favorable. Algunos analistas incluso creen que, a los precios actuales, el valor de YPF no supera los 10.000 millones de dólares.
En cualquier caso, la venta de YPF, no confirmada aún por Repsol, que sólo ha reconocido haber recibido ofertas, sería una medida bastante drástica porque reduciría en más de la mitad el valor de Repsol, hoy en torno a los 19.000 millones de euros, y le supondría perder casi la mitad de sus reservas probadas, unos 1.104 millones de barriles. Por ello, algunos creen que Repsol se resistirá a vender el 75% (un 15% está en manos de un grupo local). De hecho, ya intentó otras soluciones como la colocación del 20% de ypf en la Bolsa de Buenos Aires, una opción que tuvo que abandonar por el mal estado de los mercados.
Pero la suma de problemas sufridos por Repsol en Argentina no parece asustar a las compañías chinas, que han demostrado en los últimos años una especial habilidad para hacer negocios y amigos en el continente. Una de las explicaciones radica en que las empresas chinas no están interesadas tanto en controlar sectores estratégicos como en comprar y conseguir materias primas, lo que favorece la balanza comercial de los países de la región.
China necesita cantidades crecientes de petróleo para mover su industria y un parque automovilístico que aumenta a tasas superiores al 30% anual. Y ya es el mayor socio comercial de Brasil. En los últimos ocho años, las exportaciones de la región a China pasaron del 7,8 al 17,6% del total, mientras que las importaciones aumentaron del 14,2 a casi el 30%.
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