La política y sus profesionales
Según Max Weber “hay dos formas de hacer de la política una profesión. O se vive para la política o se vive de la política”. Para el pensador alemán, la diferencia entre ambas situaciones se encontraba en el plano económico. “Vive de la política como profesión quien trata de hacer de ella una fuente duradera de ingresos; vive para la política quien no se halla en este caso”.
La última década ha presenciado una transformación de los sistemas políticos de muchos países, con la incorporación de figuras políticas pertenecientes a nuevas generaciones en medio de una crisis de la idea del político profesional. En el caso de España, en 2015 acabó el bipartidismo con la irrupción en el Congreso de nuevos partidos como consecuencia de la crisis económica. Desde entonces el país se ha enfrentado a una crisis institucional, con la celebración de cuatro elecciones en cinco años. La ciudadanía identifica a los políticos, los partidos y la política como el segundo problema del país en el último barómetro del CIS. Sin embargo, en este tiempo se pueden observar acontecimientos que parecen haber reforzado la profesionalización de la política. Un ejemplo: el hecho de que Pablo Iglesias solicitase la baja por paternidad en virtud del derecho laboral.
Manuel Alcántara, catedrático de Ciencia Política en la Universidad de Salamanca, retoma en El Oficio del político ese interés que ya se encontraba en los clásicos (Aristóteles, Maquiavelo y Erasmo, entre otros) por los gobernantes, denostado en favor del estudio de las instituciones. El análisis de estos individuos no se reduce a los más mediáticos, como son los presidentes y algunos ministros, sino que abarca todo un conjunto de personas que viven profesionalmente del mundo de la política, desde legisladores hasta asesores electorales. En este sentido, Alcántara define al político profesional como alguien que se dedica a la política gracias a un proceso selectivo, que tiene vocación de servicio público y que posee conocimientos útiles para el desempeño de su labor.
Alcántara se vale de otras disciplinas distintas a las de la ciencia política, como es el caso de la biología o la neurología, para explicar procesos mentales y cognitivos que entran en juego cuando un político tiene que tomar una decisión. Según el catedrático, el comportamiento político está influenciado por factores genéticos y fisiológicos como la salud, la nutrición o el estrés, entre otros. La ingeniería genética, el neuromarketing o la posibilidad de incidir en la memoria cambian por completo la idea que tenemos del proceso de toma de decisiones tradicionalmente basado en la racionalidad.
Tal vez lo más interesante de la obra sea el análisis de la carrera profesional de un político. Desde cómo entra un individuo en política hasta a dónde va cuando deja este ámbito. En esta sección responderá a preguntas como: ¿cuáles son las razones de un individuo para convertirse en político? ¿qué factores influyen en el inicio de la carrera política? ¿adónde van los políticos cuando dejan la política? Para el análisis de la trayectoria de la carrera política y para responder estas preguntas, Alcántara recurre al concepto de capital político, basado en “la idea de ser conocido y reconocido por tener cierto número de cualidades específicas”. Este está conformado por las habilidades propias del político y por su entorno: las instituciones, el partido, sus asesores, etc.
La figura del político profesional siempre ha sido criticada y mal vista. Envuelta en un aura de codicia y egoísmo, se les percibe como personas volcadas en obtener poder y reconocimiento. Pese a esta imagen, el argumento que recorre todo la obra de Alcántara es que la figura del político profesional es necesaria para evitar un gobierno plutócrata. Es más, el sistema democrático ha sido el impulsor de esta profesionalización. El autor señala tres factores que han influido en este proceso. En primer lugar, la esfera púbica se ha ido agrandando y más gente ha pasado a formar parte de ella. A su vez, se han ido incorporando nuevos grupos sociales al ejercicio de la política. Por último, se ha hecho necesaria la creación de una retribución debido a la dedicación exclusiva de los políticos.
Alcántara aborda detalladamente el proceso de profesionalización de la política. Una dinámica habitualmente abandonado por la academia, pero necesaria para la conformación de la democracia. Para él, “el repudio del político profesional, con todos los defectos que pueda acarrear, es una alternativa mucho peor para la salud del sistema democrático”.