El fondo soberano comunitario que baraja crear la Comisión que presidirá Ursula von der Leyen para impulsar la tecnología europea se ha topado, aun antes de hacerse públicos sus primeros bosquejos, con un muro de críticas por su supuesta intención de resucitar políticas industriales.
El instrumento estaría dotado con 100.000 millones de euros, que serían financiados a través del presupuesto comunitario y coparticipado, por ello, por los países miembros. Los fondos se dedicarían, entre otras cosas, a invertir en start-ups para evitar que sean adquiridas por los llamados GAFA (Google, Apple, Amazon, Facebook) o los BAT chinos (Baidu, Alibaba, Tecent), con una ventaja sideral sobre sus competidores europeos.
Al estilo de los fondos de capital riesgo, el papel del European Future Fund (EFF) sería entrar directamente en el capital de start-ups en fases avanzadas de desarrollo y en compañías convencionales con potencial para crecer.
Si Von der Leyen hace suyo el plan, que todo indica ha sido bendecido por París y Berlín, rompería con la filosofía de laissez-faire imperante en Bruselas, que desdeña cualquier tipo de intervencionismo.
La comisaria saliente de Competencia, Margrethe Vestager, bloqueó, por ejemplo, la fusión de las divisiones ferroviarias de Alstom y Siemens porque violaba un principio que el ejecutivo comunitario, como árbitro del mercado común, debe hacer cumplir. Sin embargo, alemanes y franceses criticaron la supuesta miopía de la comisaria danesa, incapaz de entender la despiadada naturaleza de la globalización, que exige crear titanes donde no los hay.
La visión de Vestager está haciendo agua por todos lados. Sus acometidas contra los colosos de EEUU, a los que impuso multas multillonarias, ayudaron poco al sector tecnológico europeo. Angela Merkel y Emmanuel Macron creen que poner trabas a la creación de grandes campeones industriales es maniatar la competitividad europea…