En 2007 Rusia anunció la puesta en práctica de una política exterior y de seguridad revisionista, cuyo punto fundamental era la construcción de una zona de denegación de acceso (A2/AD) para eliminar la ventaja estratégica obtenida por la Alianza Atlántica con las diferentes ampliaciones hacia el Este. Las cinco ampliaciones llevadas a cabo por la OTAN desde la disolución de la Unión Soviética han incorporado a la Alianza 13 Estados, incluidos antiguos miembros del Pacto de Varsovia. Para tensar más las relaciones con Moscú, en 2004 la Alianza Atlántica se extendió hasta la misma frontera con Rusia, lo que el Kremlin interpretó como una amenaza para su seguridad nacional. En esa fecha, Rusia comenzó a reelaborar su política exterior, con doctrinas y ejercicios militares cada vez más agresivos con Occidente en general y la OTAN en particular.
Aunque es cierto que el Kremlin comenzó a reelaborar su política de seguridad tras la invasión de Irak en 2003, no fue hasta 2007 cuando se puso de manifiesto. En el discurso pronunciado por el presidente Vladímir Putin en la 43ª Conferencia de Seguridad de Múnich (2004), el mandatario ruso criticó el unilateralismo de Estados Unidos y su falta de respeto por el Derecho Internacional. Estas fueron las dos premisas que permitieron a Putin insinuar una carrera de armamento que amenazaba la paz y la seguridad en Europa.
El presidente ruso mantuvo esta línea con el pronunciamiento de otros dos discursos (Crimea y el Club Valdái), aunque el de Múnich ha sido considerado por todos el inicio de una política exterior más agresiva, y que según varios analistas supuso el estallido de una segunda guerra fría. En buena medida y aunque no se haga referencia explícita a ello, el discurso de Múnich se presentó como una reacción al proyecto de escudo antimisiles que…