Después de los atentados del 11-S, la UE adoptó medidas de lucha contra el terrorismo, entre las que se incluían algunas relacionadas con los aspectos financieros.
Las medidas se han centrado en el seguimiento de las transferencias sospechosas y el bloqueo de los activos de personas y entidades consideradas terroristas.
Mientras unos defienden la eficacia de esta estrategia, otros critican sus efectos secundarios, e incluso los escasos resultados frente a los medios usados.
Los días 25 y 26 de abril se celebró en París la conferencia internacional llamada “No Money For Terror”. Quinientos expertos, 80 ministros de 72 países diferentes y los representantes de una veintena de organizaciones internacionales se reunieron con el fin de tratar de dar un nuevo impulso a la lucha contra la financiación del terrorismo. La conferencia dio lugar a la creación de la Coalición de París, que sucede a la Coalición Internacional contra Estado Islámico de 2014 para responder mejor a la amenaza terrorista actual. En su declaración final, el presidente de la República francesa, Emmanuel Macron, que quiso que la conferencia se organizase en París, recordó que el objetivo que se persigue es “atacar a nuestro enemigo en sus raíces para así eliminar su capacidad de autofinanciarse” (Comunicado-declaración final de la conferencia pronunciada por Macron, el 26 de abril de 2018).
Estas palabras recuerdan a las del presidente de Estados Unidos, George W. Bush, en sus discursos tras los atentados del 11 de septiembre de 2011. La administración americana definió entonces la financiación del terrorismo como la savia (lifeblood) del terrorismo [PBS (2001) Bush Signs Executive Order Freezing Terrorist Assets, 24 de septiembre de 2001]. Por tanto, observamos una continuidad en señalar que el aspecto financiero constituye un elemento clave de la lucha contra el terrorismo. Sin embargo, la pertinencia de la lucha y…