«Me alegra que la gente de nuestro país apoye firmemente la Unión Europea y se interese por los problemas a los que se enfrenta Europa. Este es uno de los efectos de la presidencia rotatoria de la UE», declaraba un sociólogo estonio como parte del resumen del final de la presidencia de Estonia en el segundo semestre de 2017. Casi a la mitad de la presidencia búlgara, nos preguntamos cuál será la situación en los últimos días de junio de 2018. Y la pregunta más importante: ¿tendrá lugar la tan larga esperada desprovincialización de la política europea?
La presidencia del Consejo es una oportunidad para que Europa aprenda algo sobre Bulgaria, más allá del cliché de que es el Estado miembro más pobre y corrupto. Las instituciones búlgaras, los políticos en el poder y los funcionarios desempeñarán un papel importante en la imagen de Bulgaria.
Un estudio del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores (ECFR) sobre la capacidad y voluntad de los Estados miembros para cooperar entre sí ha demostrado que Bulgaria es el socio menos solicitado y el que menos responde a las consultas sobre posiciones comunes de otros Estados miembros. El país también se sitúa el último de los 28 respecto a la proximidad con los demás a la hora de buscar intereses comunes. ¿Cómo actuará Bulgaria durante la presidencia rotatoria? Tanto como unificador en nombre de la voluntad europea, o como observador pasivo que prácticamente ayudará a profundizar las fallas de la UE, la forma en que se vea a Bulgaria en el futuro depende de su actuación en estos seis primeros meses de 2018.
El foco de este semestre estará en la capacidad de los representantes búlgaros para responder adecuadamente a los problemas y las expectativas de los ciudadanos. ¿Cuáles serán los asuntos principales sobre los que…