Lecturas sobre un mismo Dios
Escribía Jorge Luis Borges en uno de sus cuentos de Ficciones (1944) –titulado “Tlön, Uqbar, Orbis Tertius”– lo siguiente: «Hace diez años bastaba cualquier simetría con apariencia de orden –el materialismo dialéctico, al antisemitismo, el nazismo– para embelesar a los hombres». Hoy ni siquiera podemos aspirar a esa apariencia de orden, embelesados como estamos con el desorden hueco de la globalización. Un frenesí que opera sin una autoridad central, ni siquiera la de una potencia hegemónica; sin gobierno ni tribunales planetarios ni un mísero banco central. Es lo que Roberto Blatt llama «el vacío instalado en el centro mismo de la universalidad». De ahí, reflexiona, el renovado impulso bíblico que vuelve a colonizar nuestras sociedades.
En Biblia, Corán, Tanaj el escritor uruguayo bucea en los orígenes de las tres grandes religiones monoteístas, que «no surgieron necesariamente para enfrentarse o competir entre ellas, aunque se consideraron sucesivas actualizaciones de la inmediatamente precedente». En realidad, distintos contextos geográficos y temporales dieron lugar a estrategias de redención diferentes, explica Blatt, que respondían creativamente a los desafíos históricos y políticos que cada una de ellas iba encontrando por separado.
La intención de este libro es señalar cómo esos caminos se fueron entrecruzando, coincidiendo y chocando hasta nuestro días y cómo sus alternativas siguen constituyendo el leitmotiv narrativo de una contemporaneidad globalizada, en palabras de Blatt.
Un ensayo fascinante por su sencillez a la hora de abordar un asunto tan complejo como las afinidades, electivas o no, de las tres grandes corrientes abrahámicas. Su análisis se basa en cuatro parámetros: la fuente bíblica considerada común, las diversas formas e interpretarla, sus respectivas aproximaciones a la historia y, por último, sus modelos de buen gobierno.
Pese a su origen común, desde muy pronto las tres religiones se vieron enfrentadas, no ya en el ámbito de la doctrina, sino sobre el tablero de la realidad política y social. Blatt se pregunta si este enfrentamiento era inevitable. Y razona que al fin y al cabo cada una de las tradiciones se formuló en oposición a la visión de la realidad que imperaba en la época de su actualización. El judaísmo como refutación de la idolatría pagana; el cristianismo como renovación mesiánica universal del judaísmo, y el islam como nueva hegemonía político-comercial global frente al inmovilismo de bizantinos y persas. En palabras de Blatt, «surgen en momentos distintos para resolver problemas diferentes de una forma espectacularmente eficaz, como queda demostrado por su pervivencia milenaria a través de circunstancias históricas dramáticamente distintas».