El 26 de noviembre algo más de 5.700.000 hondureños están llamados a las urnas para elegir al que será presidente del país durante los próximos cuatro años (2018-22). Además, en esta convocatoria electoral serán elegidos los 128 diputados para el Congreso Nacional, 298 alcaldes de todo el país, regidores municipales y a los 20 diputados al Parlamento Centroamericano.
Los hondureños tendrán que optar entre nueve candidatos a la presidencia (ocho hombres y una mujer), de los cuales solo tres cuentan con probabilidades de ganar la contienda. El primero de ellos es el presidente actual, Juan Orlando Hernández, representante de uno de los partidos tradicionales, el Partido Nacional Hondureño (derecha), que pudo ser candidato gracias a una sentencia de la Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia, que habilitó la reelección presidencial, a pesar de estar prohibida en un artículo pétreo de la Constitución.
En segundo lugar, se encuentra Salvador Nasralla, que se presenta como candidato de la Alianza Contra la Dictadura, de reciente creación, integrada por el Partido Libertad y Refundación (LIBRE, ubicado a la izquierda del espectro ideológico), dirigido por el derrocado expresidente Manuel Zelaya y por el minoritario Partido Innovación y Unidad (PINU, de tendencia social demócrata).
Nasralla, conocido presentador televisivo y comentarista deportivo, participó en las últimas elecciones, en 2013, como candidato del Partido Anticorrupción (PAC, centroderecha) que él mismo fundó y que, según sus palabras, “le fue robado por el Tribunal Supremo Electoral” por órdenes del presidente Hernández, al ser obligado a celebrar elecciones primarias con otra candidata, Marlen Alvarenga – como indica la ley electoral– pero ante su negativa a participar, Alvarenga se convirtió en candidata del PAC.
En un tercer y relegado puesto se sitúa Luis Zelaya, candidato del Partido Liberal Hondureño (derecha). Este candidato se impuso en las primarias, celebradas el 12 de marzo de 2017, presentándose como un outsider, sin trayectoria política, ni experiencia en la gestión púbica. El candidato del liberalismo pretende recuperar la grandeza que tuvo en otros tiempos el partido, y superar la fractura que sufrió tras la crisis política de 2009, sin embargo, no cuenta con apoyo popular ni con el apoyo de la totalidad del partido.
A estos tres candidatos les acompañan otros seis, cuyas posibilidades reales de triunfo son muy escasas, pero que son el reflejo de un escenario político fragmentado, que confirman que la política hondureña ha dejado atrás el férreo bipartidismo que la caracterizó. Así, nos encontramos con el general Romeo Vásquez Velásquez (uno de los actores de la crisis de 2009, en calidad de comandante de las Fuerzas Armadas), en representación del Partido Alianza Patriótica Hondureña; Lucas Aguilera (líder campesino) por el Partido Democracia Cristiana; Alvarenga, única mujer que aspira a la presidencia en estos comicios generales, por el Partido Anticorrupción (PAC); Alfonso Díaz, por el Partido Unificación Democrática, Eliseo Vallecillo, quien hace pocos meses decidió, junto al expresidente de la DC Augusto Cruz Asencio, formar parte del partido Va Movimiento Solidario (Vamos) e Isaías Fonseca, el más joven de los candidatos (30 años) por el Partido Frente Amplio (FAPER).
El panorama electoral es convulso. A la polarización política y social que provocó la crisis política de 2009 se suman las denuncias de la ausencia de un Poder Judicial autónomo, que con la declaración de la Corte Suprema de Justicia que habilita la reelección, terminó minando el terreno.
La campaña electoral se ha caracterizado por dos aspectos; el primero de ellos tiene que ver con las constantes denuncias por parte de la oposición hacia el actual presidente, vinculándolo con el narcotráfico, junto a un diputado, hermano del mandatario, que fue implicado por un narcotraficante, detenido y juzgado en Estados Unidos. El segundo aspecto en el que todos los candidatos electorales han hecho hincapié durante la campaña es la violencia, siendo éste el principal problema que aqueja al país, con 59 asesinatos por 100.00 habitantes, concentrados principalmente en Tegicugalpa y San Pedro Sula, según datos del Observatorio de la Violencia de la Universidad Nacional de Honduras.
Aparentemente, el desenlace electoral parecería estar claro y todo apuntaría al triunfo de Hernández, el actual presidente. No obstante, los distintos sondeos de intención de voto presentan datos muy contradictorios, sin bien los estudios oficiales señalan que la ventaja de Hernández es contundente, otros sitúan a Nasralla más de cinco puntos porcentuales por encima.
Habrá que esperar hasta el domingo 26 de noviembre para conocer el desenlace de una jornada electoral que contará con numerosos observadores internacionales, y que está sembrada de denuncias por la posibilidad de un fraude electoral.