El 2000 fue un año de éxito para el proceso de ampliación de la Unión Europea. Después de la cumbre de Helsinki en diciembre de 1999, había mucho escepticismo respecto a la capacidad de los Quince para llevar a cabo las negociaciones de ampliación con 12 países al mismo tiempo. Pero las dudas han quedado disipadas: se han logrado todos y cada uno de los ambiciosos objetivos fijados y esto ha sido posible por una serie de circunstancias. En primer lugar, la estrategia adoptada por la UE en Helsinki ha funcionado. Los principios allí acordados han contribuido a un avance de largo alcance en las negociaciones y a preparar los nuevos ingresos. El principio del mérito individual ha dado paso a un cambio más rápido en todos los países candidatos, en parte gracias a las estructuras más eficaces que han implantado para la toma de decisiones gubernamentales, administrativas y parlamentarias.
El de la diferenciación ha significado crear un proceso de negociación a medida de cada país, por lo que ninguno tiene que esperar. El de ponerse al día también ha funcionado: los países mejor preparados de entre los invitados a Helsinki para comenzar las negociaciones (Bulgaria, Letonia, Lituania, Malta, Rumania y Eslovaquia) ya están pisando los talones a aquéllos que llevan haciéndolo desde comienzos de 1998 (Chipre, República Checa, Estonia, Hungría, Polonia y Eslovenia).
En segundo lugar, otro factor importante ha sido que la Comisión Europea ha puesto en funcionamiento con rapidez su estructura definitiva para las negociaciones de ampliación. Los refuerzos de personal que se están llevando a cabo en la actualidad permitirán hacer frente a un aumento de trabajo.
En tercer lugar, hay que destacar un mayor compromiso por parte de los Estados miembros de la UE. El Consejo de Ministros se centró con más dedicación que nunca…