POLÍTICA EXTERIOR  >   NÚMERO 224

Votantes beben agua en un caluroso día durante la sexta fase de las elecciones. Nueva Delhi, 25 de mayo de 2024. GETTY

Cómo el cambio climático amenaza la democracia

Los fenómenos meteorológicos extremos son cada vez más frecuentes e intensos. Ni los países ricos son inmunes, aunque tengan mayor capacidad de respuesta. Es necesario mejorar la planificación y flexibilizar los procesos electorales.
Karen Florini y Alice C. Hill
 | 

Este año, al menos 68 países celebrarán elecciones, con miles de millones de votantes acudiendo a las urnas. La votación estará sujeta a muchos de los riesgos electorales habituales, como campañas de desinformación, injerencia extranjera y manipulación por parte de los gobernantes. En algunos países, tanto los gobernantes como los rivales podrían incluso recurrir a la violencia para mantener a ciertas personas en casa.

Pero habrá otro factor, aún no muy considerado, que podría sesgar los resultados: las fuerzas físicas desencadenadas por el cambio climático. Presentan un desafío único y novedoso. Aunque todas las amenazas electorales son graves, las que conlleva el cambio climático tienen el potencial de privar del derecho al voto a los electores, incluso en ausencia de intenciones malévolas. La privación del derecho al voto de incluso unos pocos electores puede marcar una profunda diferencia en los resultados electorales, como en el caso de los 537 votos en Florida que determinaron las elecciones presidenciales de Estados Unidos en 2000. A medida que los fenómenos meteorológicos extremos se vuelvan más frecuentes, el riesgo para los votantes aumentará.

Las autoridades electorales de todos los países, incluidos Australia, Canadá, India y Estados Unidos, deben tomar medidas para garantizar que, incluso si los colegios electorales, los documentos de identidad y las redes de comunicación resultan dañados o destruidos, los ciudadanos puedan ejercer su derecho democrático fundamental al voto. Las opciones incluyen reubicar los colegios electorales, flexibilizar las normas de registro y proteger las redes de comunicación.

 

Catástrofes más intensas y frecuentes

Desde la Revolución Industrial a mediados del siglo XIX, las sociedades han producido cantidades cada vez mayores de dióxido de carbono y otros gases que atrapan el calor, principalmente mediante la quema de combustibles fósiles. Estos gases permanecen en la atmósfera durante décadas, si no siglos, y ahora hay…

PARA LEER EL ARTÍCULO COMPLETO