¿A qué se debe la inestabilidad internacional actual que, en apenas un cuarto de siglo, ha tornado la esperanza por un mundo mejor en pesimismo y cinismo? ¿De dónde brotan los vientos de destrucción que azotan Ucrania, Oriente Medio o el Sahel, y amenazan el tambaleante orden mundial liberal? ¿Dónde se encuentra, en fin, el centro del ciclón geopolítico en curso? ¿Qué puede hacerse al respecto?
Como sucede con las matrioskas, este problema invita a analizar dimensiones cada vez más profundas. Hay una relación directa entre la deriva geopolítica, la crisis del liderazgo estadounidense y su sistema de alianzas, y las crisis de desconfianza, polarización interna, y comunicación democrática. Veamos cómo.
Crisis de liderazgo
Ciertamente, la existencia de un ojo del ciclón geopolítico es cuestionable. ¿Qué relación puede haber entre las guerras en Ucrania y Oriente Medio, por ejemplo? Cada conflicto tiene factores específicos, difícilmente extrapolables. La existencia, sin embargo, de especificidades locales no niega la existencia sincrónica de fuerzas motrices “globales”. La situación geopolítica en el momento presente está fuertemente marcada por estas últimas.
El sistema internacional en 2025 está (aún) densamente integrado: lo que sucede en cualquiera de sus elementos o sectores afecta al resto. Economía, seguridad, migraciones, clima, pandemias. Además, está estrechamente sincronizado: todo sucede con inmediatez. Como sabemos, este sistema integrado y sincronizado es el resultado de un diseño: el orden mundial liberal creado tras la Segunda Guerra Mundial y afianzado tras la Guerra Fría, principalmente por Estados Unidos y su sistema de alianzas. El poder siembra e impone un orden, y el orden sostiene el sistema.
En los últimos años, este sistema densamente imbricado ha entrado en un profundo desorden que podría conducir a su repliegue y quiebra (como sucedió con la caída del Imperio Romano de Occidente, o las guerras mundiales). Si en…