Los profit warnings (recortes de previsiones de beneficios) han dado paso a una expectativa de facturación creciente en el mercado de semiconductores. Los inversores han recuperado las expectativas en un gran aumento de la producción de microchips, gracias al empuje de la demanda y las estrategias nacionalistas de los países que buscan asegurar el suministro de estos recursos esenciales.
Los semiconductores son un bien escaso y muy valioso en el mundo actual. Los chips de última generación son clave para el desarrollo de la Inteligencia Artificial, pero también los más tradicionales son fundamentales para alimentar las enormes necesidades de procesadores en ordenadores, vehículos, electrodomésticos o equipamiento industrial, entre otros.
El primero en calentar el sector en 2025 ha sido Microsoft, anunciando una inversión de 80.000 millones de dólares en nuevos centros de datos para la Inteligencia Artificial en Estados Unidos. Esto significa la compra de miles de chips producidos en Estados Unidos, lo que inmediatamente ha incrementado las expectativas de beneficios y mejora las perspectivas de crecimiento de la primera potencia mundial.
Pero hay un factor adicional: las empresas productoras de chips y sus proveedores (la industria que produce los equipos para fabricar chips) han crecido mucho en los últimos años y aún tienen el potencial para seguir haciéndolo. La experiencia mejora la capacidad futura, y esto es lo que les está ocurriendo a los fabricantes. La crisis de suministros posterior a la pandemia y la decisión de los gobiernos de imponer limitaciones a las exportaciones e importaciones de semiconductores ha obligado a las empresas occidentales, en especial estadounidenses, a reforzar su capacidad productiva. Están, por tanto, acostumbradas a crecer y a desplegar nuevos proyectos.
Según la Asociación de Industrias de Semiconductores (SIA, por sus siglas en inglés), las ventas del sector marcaron un nuevo máximo histórico el pasado mes…