La primera cumbre de los BRICS+ tras la ampliación del grupo en enero de 2024 permitió a su anfitrión, Vladímir Putin, presentarse como un líder mundial que está lejos del aislamiento. Pero la falta de avances sustanciales en otros temas pone de manifiesto las disparidades de la organización, más que su unidad. Aunque los BRICS deben tomarse en serio como organización económica en expansión que engloba a numerosos países del Sur Global, sería erróneo interpretarlo como un polo de una competición geopolítica a dos bandas entre China y Rusia y Occidente.
La cumbre de Kazán, que tuvo lugar del 22 al 24 de octubre, recibió gran atención internacional. Putin la presentó como uno de los “acontecimientos de política exterior de mayor envergadura jamás celebrados” en Rusia, con una impresionante lista de participantes. Además de ocho de los nueve Estados miembros de pleno derecho (Brasil, Rusia, India, China, Sudáfrica, Egipto, Etiopía, Irán y EAU) presentes (el presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva participó en línea debido a una reciente lesión en la cabeza), estuvieron representados más de 20 países, muchos de ellos por sus jefes de Estado. Entre los invitados destacados se encontraban el presidente turco Recep Tayyip Erdoğan, el presidente palestino Mahmoud Abbas, el presidente bielorruso Alexander Lukashenko y el secretario general de las Naciones Unidas António Guterres.
Como es habitual en las cumbres multilaterales, varios líderes también se reunieron bilateralmente al margen de la cumbre, y Putin tenía 17 reuniones bilaterales en su agenda. Cabe destacar la reunión entre el presidente chino, Xi Jinping, y el primer ministro indio, Narendra Modi, el miércoles, que fue la primera entre ambos líderes en cinco años, facilitada por un importante acuerdo sobre la disputa fronteriza sino-india, un día antes de que comenzara la cumbre.
¿BRICS no occidentales o antioccidentales?
Muchos observadores occidentales ven al BRICS como una organización cada vez más antioccidental, señalando que la cumbre se celebró en Rusia, mientras que el grupo dio la bienvenida a Irán como miembro de pleno derecho en enero de 2024. Además, su crecimiento se produce con el telón de fondo de la contienda geopolítica de China con EEUU. Es cierto que los países BRICS comparten la ambición explícita de disminuir el dominio occidental en la gobernanza mundial y reforzar la influencia internacional de los países del Sur Global. El establecimiento de un “orden mundial más justo y democrático” ha sido un interés central enfatizado por todos los miembros, antiguos y nuevos. El BRICS como grupo también critica el uso de sanciones por parte de los países occidentales y quiere aumentar el uso de monedas locales en las transacciones financieras de los Estados miembros para disminuir su dependencia del dólar.
Pero leer estas medidas como una proclamación en toda la organización de un sentimiento antioccidental es una simplificación excesiva. Aunque es cierto para algunos –sobre todo Rusia, Irán y, en menor medida, China–, otros Estados miembros no desean ser vistos como parte de un club antioccidental. De hecho, miembros como India, Brasil y los EAU siguen colaborando estrechamente con socios occidentales, lo que se manifiesta, entre otras cosas, en la participación de India en el Diálogo Cuadrilateral de Seguridad junto a Australia, Japón y Estados Unidos. Estos países suelen oponerse a las iniciativas que no están en consonancia con sus propias agendas de política exterior.
Por ejemplo, a principios de este mes, Rusia acogió una reunión de ministros de Finanzas de los BRICS en la que el ministro ruso, Antón Siluánov, pidió la creación de una alternativa al Fondo Monetario Internacional (FMI), así como una agencia de calificación de los BRICS, una compañía de reaseguros y una bolsa de materias primas. Sin embargo, la mayoría de los ministros de finanzas y jefes de bancos centrales de los BRICS ni siquiera se molestaron en asistir y enviaron en su lugar sólo a funcionarios subalternos.
La declaración de la cumbre de esta semana aboga igualmente por reformar las instituciones de Bretton Woods, en lugar de crear alternativas en toda regla. Además, los Estados miembros acordaron “discutir y estudiar la viabilidad del establecimiento de una infraestructura transfronteriza independiente de liquidación y depósito, BRICS Clear, una iniciativa para complementar la infraestructura del mercado financiero existente, así como la capacidad independiente de reaseguro de los BRICS, incluida la Compañía de (Re)Seguros BRICS, con participación sobre una base voluntaria” (énfasis añadido) –una respuesta algo tibia a las iniciativas de Rusia. Incluso cuando se trata de reducir la primacía del dólar en el comercio internacional – algo que la mayoría de los estados miembros favorecen en general– hay muchas diferencias sobre cómo hacerlo, y el esperado ascenso del renminbi chino como alternativa al dólar no sienta bien a India, uno de los miembros, y a otros.
Tomarse en serio los intereses de los miembros
En efecto, los BRICS han experimentado un aumento de los Estados candidatos y cuentan con unas cifras económicas impresionantes. Sus países miembros representan el 29% del PIB mundial y el 40% de la producción de crudo. Pero no hay por qué temer el desarrollo de un gran bloque geopolítico antioccidental. Para ello, sus intereses son demasiado diversos e incluyen a demasiados países que valoran la organización sólo como un grupo no occidental y no antioccidental.
Europa debería centrarse en tomarse en serio la crítica que une a todos los países BRICS+, tanto “no occidentales” como “antioccidentales”, que incluye el injusto dominio de los Estados occidentales en las principales instituciones internacionales que ya no refleja las realidades contemporáneas. Teniendo en cuenta el atractivo de los BRICS como alternativa a las instituciones dirigidas por Occidente, existe una clara necesidad de que los países europeos reevalúen sus estrategias de compromiso con los países del Sur Global. Mantener y alimentar las relaciones con cada uno de los países del BRICS –como las últimas del canciller alemán Olaf Scholz en su visita a Nueva Delhi para las 7ª Consultas Intergubernamentales Alemania-India –es esencial para evitar que el BRICS+ llegue a convertirse en un verdadero polo antioccidental.
Artículo traducido del inglés de la web de MERICS.