Fachada desgastada del Edificio China en La Habana. GETTY.

Cuba: punto clave en la rivalidad entre EEUU y China

Situada a menos de 150 kilómetros de la costa de EEUU, para China, la isla es una oportunidad para contrarrestar la presencia estadounidense en el Mar de China Meridional.
Scott B. MacDonald
 |  30 de agosto de 2024

A principios de julio de 2024, el Center for Strategic and International Studies publicó un informe en el que se sugería que China estaba desarrollando sofisticados puestos de vigilancia en la isla caribeña de Cuba. Los gobiernos estadounidense y chino descartaron rápidamente la noticia, ya que ninguno de los dos países deseaba una crisis mayor en Cuba en medio de unas relaciones ya tensas.

Es probable, sin embargo, que China y Cuba sigan acercándose por razones geopolíticas. Estados Unidos desempeña un papel importante en el patio trasero de China –Taiwán y el Mar de China Meridional– y China está demostrando que puede hacer lo mismo con Cuba. Cuanto más profunda sea la implicación china en Cuba, más complicado será el panorama geopolítico, lo que reforzará la opinión entre los responsables políticos de Pekín y Washington de que las dos potencias están inmersas en una nueva Guerra Fría en la que Cuba podría convertirse en un punto álgido.

Las relaciones entre China y Cuba tienen una larga y complicada historia. Aunque el Partido Comunista Chino de Mao Zedong y el Partido Comunista de Cuba de Fidel Castro tenían un alto grado de compatibilidad ideológica, complementada por una fuerte antipatía hacia Estados Unidos, predominaban los intereses económicos.

Tras tomar el poder en Cuba en 1959, el régimen de Castro se vio lastrado por un embargo económico estadounidense y muchas de las iniciativas económicas del gobierno acabaron en fracaso. A pesar de estos problemas, de 1959 a 1989 la economía creció a un ritmo medio de alrededor del 4% anual, con una ayuda considerable de la Unión Soviética. A finales de la década de 1980, la Unión Soviética proporcionaba unos 4.000 millones de dólares anuales para mantener en el poder a un régimen económicamente disfuncional.

China tenía sus propios retos: la consolidación del régimen, las continuas amenazas del derrocado gobierno nacionalista de Taiwán, la guerra de Corea, una economía débil y unas tensas relaciones con su principal patrocinador, la Unión Soviética.

Al intensificarse la división sino-soviética en las décadas de 1960 y 1970, la necesidad de Castro de ayuda económica soviética tensó los lazos con Pekín. Las relaciones entre China y Cuba no se descongelaron hasta la década de 1990. En ese momento, la Unión Soviética se había disuelto, la economía de Cuba había tocado fondo debido a la pérdida de la ayuda y China se había convertido en una potencia económica en rápido ascenso.

Llama la atención la actividad de China en Cuba. Ambos países son regímenes autoritarios de izquierdas, consideran a Estados Unidos su principal amenaza para la seguridad y están gobernados por partidos comunistas. Cuba también ofrece a China algo difícil de igualar: su ubicación, a menos de 150 kilómetros del territorio continental estadounidense. Esta proximidad es la razón por la que la idea de los puestos de escucha chinos es un tema tan delicado en las relaciones entre los tres países. Para los responsables políticos estadounidenses, la implicación de China en el Caribe sería una amenaza significativa.

Las acciones de China en Cuba repiten el enfoque estadounidense en Taiwán y el Mar de China Meridional. Taiwán, a menos de 150 kilómetros de la China continental, reconoció recientemente que Estados Unidos tiene un pequeño número de tropas en su territorio, principalmente con fines de entrenamiento. Asimismo, la posible presencia de China en Cuba crea potencialmente una amenaza estratégica para Estados Unidos, al poner en peligro cadenas de suministro, puertos y otras instalaciones críticas en caso de conflicto sobre Taiwán.

También existe un atractivo diplomático en el acercamiento a Cuba. China se ha beneficiado del apoyo cubano en foros internacionales, como las Naciones Unidas. En 2020, Cuba redactó la declaración conjunta en nombre de 45 países «en apoyo de las medidas antiterroristas y de desradicalización de China en Xinjiang».

Cuba se beneficia significativamente de su conexión con China. Aunque China no ha realizado grandes inversiones en Cuba como en otros países latinoamericanos, sigue siendo un socio comercial clave y desempeña un papel en los proyectos petroquímicos y de infraestructuras del país caribeño. También compra zinc y níquel cubanos, materiales fundamentales para la transición energética mundial.

China también ha defendido sistemáticamente el fin del embargo económico estadounidense a Cuba y dio la bienvenida al país caribeño a la Iniciativa de la Franja y la Ruta en 2018. Los altos funcionarios de ambos países se reúnen a menudo y, durante la pandemia de COVID-19, los dos países cooperaron activamente en asuntos médicos. En 2024, China envió alimentos y equipos médicos a la isla, ambos escasos.

Pekín también ha ayudado a La Habana a mejorar la supervisión de la población. Empresas chinas como Huawei, TP-Link y ZTE construyeron la red de telecomunicaciones de Cuba, que el gobierno cubano utiliza para controlar a su población. En 2021, cuando la isla estalló en protestas generalizadas provocadas por las terribles condiciones económicas, el gobierno cubano utilizó tecnología china para cerrar Internet en el país, obstaculizando la capacidad de comunicación de los manifestantes.

De cara al futuro, si las relaciones entre EEUU y China siguen deteriorándose, China podría verse tentada a acelerar su compromiso con Cuba, incluida la prestación de una mayor asistencia económica y una cooperación militar más estrecha.

Las elecciones presidenciales estadounidenses de noviembre de 2024 marcarán el tono de las relaciones entre EEUU y Cuba. Una victoria de la vicepresidenta estadounidense Kamala Harris podría suponer una relajación de las tensiones entre La Habana y Washington, dejando la puerta abierta a que la isla caribeña dependa menos de China. Un segundo mandato de Donald Trump podría dar lugar a una política más estricta, acercando La Habana a China, y quizá a Rusia, que envió una pequeña flota naval a Cuba en junio de 2024.

China también podría ayudar a impulsar la reforma económica en Cuba. Cuba se encuentra actualmente aparcada en un callejón sin salida en materia de desarrollo, lo que probablemente conducirá a una mayor agitación socioeconómica. La propia experiencia de China en permitir el funcionamiento de un sector privado amplio podría servir de ejemplo para el país caribeño.

En última instancia, la relación China-Cuba reflejará la situación entre China y Estados Unidos, lo que significa que el triángulo Pekín-La Habana-Washington tendrá más peso en los asuntos geopolíticos mundiales, a menos que se maneje con cuidado.

Artículo traducido del inglés de la web de East Asia Forum.

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