Si Clausewitz quiso llevar la consideración de la “guerra” a la categoría de la “política”, David Petraeus y Andrew Roberts, en esta obra Conflict. The evolution of warfame from 1945 to Ukraine, quieren elevar el carácter de la “guerra” –conflicto expreso o tácito– a la categoría de principal factor estratégico global en donde dicho “liderazgo estratégico” ocupe el lugar central.
Conflict: A Military History of the Evolution of Warfare from 1945 to Ukraine
David Petraeus y Andrew Roberts
William Collins, NY, 2023
304 págs.
Los coautores no han intentado hacer una historia exhaustiva, sino que se han concentrado en guerras que consideran que poseen un significado más amplio; por ejemplo, en el desarrollo de tácticas o armamento. Por ello, la comparación con Clausewitz es inevitable cuando en la introducción del libro confiesan que su objetivo no es realizar una teorización del carácter instrumental de la guerra para los distintos actores geoestratégicos.
Sin embargo, eso es justamente lo que pretenden –con mayor o menor éxito y ambición comparativa–, repasar conflictos en el marco de la Guerra Fría tan diferentes como fueron las guerras de descolonización de 1947 a 1953, o la propia de Vietnam (1964-1975), pasando por el conflicto árabe-israelí hasta llegar a la primera Guerra del Golfo como desenlace último de esa Guerra Fría para, desde ahí, pasar a “guerras más calientes” en la lucha contra el radicalismo islámico, como fueron la operación en Afganistán y la ocupación militar de Irak de 2003. Todo ello, para llegar a la actual guerra en Ucrania; un viaje largo y bastante desigual, cuando no se tienen claras las categorías de análisis.
«Los autores quieren elevar el carácter de la “guerra” a la categoría de principal factor estratégico global»
El deseo de los autores de señalar lecciones claras y ampliamente aplicables puede en ocasiones correr el riesgo de simplificar demasiado la compleja realidad. La búsqueda del grial “liderazgo estratégico” dentro de un proyecto tan exageradamente amplio significa que nos quedamos sin una explicación más completa de los distintos conflictos observados y del papel desempeñado por personas consideradas clave.
Quizás las secciones más interesantes del libro sean las que se basan en la experiencia personal de Petraeus. Los capítulos sobre Afganistán e Irak se diferencian de los demás en que fueron escritos por el general en primera persona. Sus opiniones sobre las razones del fracaso final de Occidente en ambos países están expuestas de manera mordaz. Interesante la comparación entre la intervención en Afganistán y el conflicto de Vietnam, ambas guerras largas en las que Estados Unidos apoyó a regímenes corruptos e impopulares y no logró reprimir a los insurgentes que estaban dispuestos a esperar hasta que el ocupante se agotara. Pero sostiene que, si bien Estados Unidos no se vio obligado a involucrarse en Vietnam, la persecución de las células terroristas del 11 de septiembre hizo imperativa la intervención en Afganistán. También sostiene que fue un conflicto del que Estados Unidos no tuvo que retirarse en agosto de 2021.
El general desarrolla un argumento similar sobre la evolución de la política estadounidense en Irak: las fuerzas de la coalición carecían de un plan claro para estabilizar y reconstruir Irak después de la invasión de marzo de 2003 y no lograron captar la dinámica interna del país. En conclusión, a estos capítulos: un cínico ejercicio con poca autocrítica a su personal gestión como general al mando, responsable de todo el despliegue multilateral. Y más aún, cuando colocamos el “liderazgo” personal y estratégico como principal categoría de análisis.
La serie de estudios de caso culmina con un análisis incisivo de por qué la Rusia de Putin no ha logrado hasta ahora una victoria decisiva, tras su ataque contra Ucrania en febrero de 2022. Para los autores, la invasión rusa es un retroceso a los combates de las dos guerras mundiales, con bombardeos de artillería indiscriminados contra áreas urbanas, formaciones blindadas masivas sin el apoyo de otras armas y tropas que avanzan con dificultad desde posiciones atrincheradas. La campaña rusa muestra una ausencia del “nuevo pensamiento estratégico”.