APODO: Fujimorismo 2.0.
FRASE: “Respeto irrestricto al orden democrático y los derechos humanos y nunca más un 5 de abril”.
CURRÍCULO: El foco del poder se posó pronto en Keiko Fujimori, quien desde muy joven demostró tener buen olfato para la política. Siendo adolescente, su padre y su madre se separaron de mala manera. Lo que hubiese sido un trauma para cualquier joven, en el caso de Keiko fue culebrón –shakespiriano o underwoodesco– al ser sus padres el presidente y la primera dama de Perú. En la pelea matrimonial Keiko tomó partido por su padre, Alberto Fujimori, decisión que marcaría su vida política. Cuando Fujimori apartó a su esposa de la escena pública, Keiko recogió el testigo y con 19 años se convirtió en la primera dama del país. No es un caso aislado: en Argentina la hija de Carlos Menem, Zulemita Menem, ejerció también el cargo, simbólico pero privilegiado, tras el divorcio de sus padres.
En Perú, el apellido Fujimori no deja indiferente a nadie. La década en el poder de Alberto Fujimori (1990-2000) empezó con un autogolpe de Estado –el 5 de abril de 1992, con el respaldo de las Fuerzas Armadas, Fujimori disolvió el Congreso, intervino el poder judicial y persiguió a miembros de la oposición; la mayoría de la población apoyó las medidas, tal era el desprestigio del Parlamento– y terminó de manera abrupta con el presidente huido a Japón, acusado de múltiples delitos de corrupción y lesa humanidad. Su regreso a América Latina, vía Chile, para intentar recuperar el cargo acabó con el expresidente entre rejas. Keiko siempre ha defendido la honorabilidad de su padre. “Si la gente creyera que mi padre es culpable, ningún peruano habría votado por mí”, afirmó en 2007 cuando su padre aterrizó en Perú para ser juzgado. Un año antes, Keiko fue elegida congresista por Lima con más de 600.000 votos. Ningún candidato logró más votos que ella.
Según Keiko, su padre no habría estado al corriente de las fechorías cometidas por su círculo de colaboradores más cercano. Fujimori fue juzgado cinco veces y condenado a 52 años de cárcel. En 2013 su hija mayor solicitó un “indulto humanitario”, desestimado por Ollanta Humala.
Una vez cumplidos los 35 años, edad mínima que prescribe la Constitución peruana para poder postularse al cargo de presidente, la hija de Fujimori anunció su candidatura a las elecciones de 2011. Su mensaje giró en torno a los logros macroeconómicos y en materia de lucha antiterrorista de los años noventa, durante la presidencia de su padre, prometiendo mano dura contra la delincuencia y atajar la pobreza. En la segunda vuelta, Fujimori logró el 48,5% de los votos, frente al 51,4% de Humala.
MÉRITOS: Para la primera vuelta de las presidenciales del 10 de abril Fujimori lidera todos los sondeos al frente de Fuerza Popular. Tachada de populista de derechas, Fujimori cabalga el descontento hacia la política en un país donde la mayoría de los habitantes desconfían de sus representantes. Según un sondeo del Instituto de Opinión Pública de la Pontificia Universidad Católica del Perú, el 87% de los peruanos piensa que la mayoría de los políticos están en política por lo que pueden obtener de ello. Algo que no desentona en una región donde solo el 37% de sus habitantes está satisfecho con la democracia, según el último Latinobarómetro.
El rival de Alberto Fujimori en las elecciones de 1990, el escritor Mario Vargas Llosa, cree que Keiko “no ha roto con el fujimorismo”. “Ella sigue siendo el fujimorismo vivo, superviviente; ella ha alejado a las figuras impresentables vinculadas a hechos monstruosos como la castración de campesinas, pero el grueso del fujimorismo está ahí”, afirma el premio Nobel.
A diferencia de 2011, donde fue Humala quien ocupó el centro del espectro político desde la izquierda, Fujimori está repitiendo la misma jugada desde la derecha. En un país sin sistema de partidos y con agrupaciones débiles y poco estructuradas, el fujimorismo parece la única fuerza con coherencia interna y sólidos apoyos. Por el momento, la maniobra da resultados, aunque Keiko no las tiene todas consigo. El peso del apellido se hace notar. El 5 de abril, en el 24 aniversario del autogolpe de su padre, miles de personas salieron a la calle a protestar bajo el lema “Keiko no va”. La candidata de Fuerza Popular se ha visto además salpicada por el escándalo de los papeles de Panamá. Entre los clientes de Mossack Fonseca figura Jorge Yoshiyama, exjefe de su campaña presidencial en 2011.
Está por ver cómo afectará todo esto a su candidatura. Pocos dudan de su capacidad de supervivencia y, sobre todo, de su buen olfato político. Quizá, como dice Vargas Llosa, Keiko no haya roto con el fujimorismo. Lo que sí ha hecho, sin duda, es reinventarlo.
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