No es la primera vez que las relaciones transatlánticas se enfrentan a una crisis por el cambio climático. Pero esta última disputa no se debe al negacionismo climático estadounidense ni al rechazo de los Acuerdos de París, sino a la acción climática de EEUU. La emblemática Ley de Reducción de la Inflación (IRA, por sus siglas en inglés), aprobada en agosto de 2022 para acelerar la transición energética en EEUU y luchar contra el cambio climático, ha causado un revuelo en Europa, que amenaza con socavar la unidad transatlántica forjada en respuesta a la invasión rusa de Ucrania.
La reunión del 5 de diciembre de 2022 del tan publicitado Consejo de Comercio y Tecnología (CCT) entre EEUU y la UE no tuvo grandes resultados. Incluso un alto funcionario de la UE habría boicoteado el acto en señal de protesta. Las quejas de Europa sobre la IRA, aunque no infundadas, habrían hecho perder de vista la que debería ser la principal prioridad: enfrentar el desafío que supone el cambio climático. En lugar de amenazar con una guerra comercial transatlántica, EEUU y la UE deberían acercar sus posturas y utilizar la IRA como catalizador para elevar la ambición de la relación transatlántica.
Disputas transatlánticas por ayudas de Estado
Pese a que EEUU considera que Europa es “socialista”, la UE se basa fundamentalmente en la creación de un mercado único libre y justo, con normas estrictas respecto a las subvenciones de los Estados miembros a las industrias con el objetivo de garantizar la igualdad de condiciones. La Unión también está profundamente comprometida con el libre comercio y la adhesión a unas reglas internacionales que son fundamentales para los principios de la UE. Cuando se aprobó la IRA, los europeos se quedaron perplejos. Por un lado, elogiaron las medidas estadounidenses contra el…