Según Michael Ross, una economía basada en la exportación de petróleo frena el acceso de la mujer al mercado de trabajo y reduce su capacidad de influencia en la política. Tras un ‘boom’ del petróleo, si los hombres ganan salarios elevados, las mujeres tendrán menos incentivos para incorporarse a la mano de obra de reserva. Para Teri Caraway, en cambio, el principal obstáculo para el empleo de las mujeres en las economías petroleras es que los empresarios no quieren contratarlas.
En 2008, el economista Michael Ross avanzaba en un artículo de gran repercusión publicado en American Political Science Review (102, 1: 107-123) con el título“Oil, Islam, and Women”, la idea de que la causa del retraso en materia de igualdad de género en la región de Oriente Medio y Norte de África (MENA) es el petróleo, y no el islam. A partir de datos sobre la producción de petróleo y el empleo por sexo en 169 países petroleros y no petroleros, desde 1960 hasta 2002, Ross establece una correlación estadística entre la renta petrolera, por una parte, y la escasa participación en el empleo y la poca representación política de las mujeres, por otra. A continuación realiza una comparación entre Argelia, Marruecos y Túnez y analiza cómo una economía basada en la exportación de petróleo, al frenar el acceso de las mujeres al mercado de trabajo, reduce la capacidad de estas para influir en la política. Esta relación refleja la tasa de fecundidad, el nivel de educación de las mujeres y su nivel de representación y de participación política. El petróleo refuerza las normas patriarcales y favorece el fundamentalismo religioso, contribuyendo así a mantener artificialmente unas relaciones no igualitarias entre hombres y mujeres. Este punto de vista es contrario a la tesis culturalista, defendida especialmente por Inglehart y Norris en…