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Mecenazgo artístico en el Golfo: éxitos y fracasos

Maymanah Farhat
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La cobertura mediática internacional de las últimas novedades culturales en los países ricos en petróleo de la Península Arábiga se ha centrado principalmente en la construcción de filiales de museos y universidades, en cuestiones sobre derechos laborales y censura, y en las preocupaciones por la “importación” de modelos occidentales creados en torno a proyectos a gran escala. Sin embargo, hay un ámbito de análisis casi virgen, oculto por casi una década de reacciones críticas y de reseñas elogiosas, que puede desvelar si es posible que se construyan centros neurálgicos mundiales del arte teniendo en cuenta el estado actual de las infraestructuras artísticas en lugares como Catar y Emiratos Árabes Unidos (EAU).

El caso de Kuwait

El mecenazgo estatal de las artes visuales en el Golfo se remonta a finales de la década de los cincuenta, cuando el gobierno kuwaití empezó a ayudar a los artistas emergentes de forma significativa. Mucho antes de la creación de filiales de universidades en las que ahora los estudiantes reciben títulos reconocidos internacionalmente, Kuwait fomentó la aparición de su primera generación de artistas modernos mediante el Free Atelier, un centro de arte multifuncional pensado para los pintores y escultores en ciernes que se abrió en 1961. Además de espacios de estudio gratuitos, el gobierno kuwaití ofrecía generosas becas para los artistas residentes. Ante el éxito del Free Atelier y la creciente popularidad de una exposición de arte anual organizada por el Departamento de Cultura, el gobierno financió a varios artistas para que viajasen al extranjero. Uno de ellos es el escultor pionero Sami Mohammad, que se formó en el College of Fine Arts del Cairo y regresó a su país natal donde más tarde se convertiría en uno de los escultores más destacados del mundo árabe.

Los esfuerzos iniciales de Kuwait fueron modestos en comparación…

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