La presencia de jóvenes de origen asiático nacidos en España o llegados de pequeños es cada vez más notable en relación al conjunto de descendientes de migrantes en el país. Si bien estos jóvenes se enraízan en la sociedad española, hay una serie de prácticas transnacionales que los conectan con su país de origen y otros nodos de la diáspora. A pesar de no haber sido protagonistas del proceso migratorio iniciado por sus padres y madres, los vínculos con el país de origen de sus progenitores suelen mantenerse a lo largo de su ciclo vital en distintos ámbitos. Por un lado, se trata de procesos de socialización durante la infancia y la adolescencia; por otro, están las movilidades que se producen cuando son adultos en el mundo laboral, ya sea trabajando por cuenta ajena o en el marco del emprendimiento y la empresa familiar.
De entre todas las comunidades asiáticas presentes en España, las dos más numerosas son la china, con 228.564 habitantes, y la pakistaní, con 98.869, según datos de 2021 del Instituto Nacional de Estadístca (INE). Poniendo un poco de contexto a los patrones migratorios de estos dos grupos, cabe decir que la primera oleada se produjo a finales de los años setenta y principios de los ochenta, pero no fue hasta la década de 2000 cuando se intensificaron los flujos de manera significativa, coincidiendo con una etapa de crecimiento económico y varios procesos de regularización. Sin embargo, al mirar datos de los años de alta en el padrón, por ejemplo en la ciudad de Barcelona, se observa que la comunidad china cuenta con una trayectoria de asentamiento un poco más larga que la pakistaní. De hecho, hay registros de la llegada de pioneros chinos durante la primera mitad del siglo XX, mientras que en el caso pakistaní no sucede hasta la década de 1970.
Una diferencia sociodemográfica entre ambos colectivos es la distribución por sexo: mientras que la pirámide poblacional china está muy repartida entre hombres y mujeres (50%), la proporción de mujeres pakistaníes es mucho menor (30%), como recogen los datos del INE. Esto refleja distintos patrones de movilidad en la primera generación de adultos: si bien en la migración china tanto el hombre como la mujer pueden ser pioneros/as, la migración pakistaní está encabezada primordialmente por hombres, quienes después de conseguir una estabilidad económica y administrativa, reagrupan a sus mujeres.
A su vez, las estrategias migratorias para el cuidado de los hijos e hijas están marcadas por los patrones de organización familiar y la distribución de roles de género. En el caso chino, el papel de la mujer trabajadora implica buscar apoyos para los cuidados que a menudo son delegados a los miembros de la familia extensa que residen en China. En el caso pakistaní, en cambio, si bien hay mujeres que antes de migrar conciliaban el rol productivo con el reproductivo gracias al apoyo de otras mujeres de la familia, cuando migran suelen perder este apoyo, por lo que todavía se refuerza más su rol reproductivo.
Finalmente, cabe apuntar que la mayor parte de migrantes procedentes de China y de Pakistán que residen en España proceden de zonas con una fuerte cultura migratoria, donde casi todas las familias tienen parientes en el extranjero. La mayoría de los ciudadanos chinos que llegaron en España a partir de los años setenta proceden de la zona rural de Qingtian (Zhejiang), aunque en los últimos años cada vez hay una diversidad más destacada en cuanto al lugar de origen, incluyendo a ciudadanos procedentes de zonas urbanas. En el caso pakistaní, la mayoría procede de zonas rurales de los distritos de Gujrat y Mandi Bahauddin en el norte del Punjab. Aun así, también hay algunos perfiles de zonas urbanas, ya sea de Islamabad, la capital, Lahore o de otras ciudades punjabis más pequeñas.
El entramado de vínculos que se articula en distintos nodos de la diáspora a lo largo de generaciones conforma un capital simbólico de suma importancia. Teniendo en cuenta que ambas culturas tienen a la familia extensa como el eje vertebrador de la sociedad, y atendiendo a las lógicas de hyperconectividad en un mundo globalizado, este capital simbólico puede activar otro tipo de capitales (financiero, social, cultural…) que, sin duda, desempeñan un papel importante en las trayectorias de los jóvenes.
Jóvenes de origen chino
Para muchos jóvenes españoles de origen chino, pasar las vacaciones de verano estudiando chino en los pueblos de sus padres y madres constituye la primera experiencia de movilidad física hacia China y una de las prácticas de socialización y educación transnacional más destacadas de su infancia. Si uno recorre las calles del principal núcleo urbano de Qingtian en verano, no es extraño que escuche retazos de conversaciones en castellano, catalán, italiano o francés procedentes de jóvenes descendientes de migrantes que han crecido en Europa y que pasan los veranos en China con abuelos o tíos. Generalmente estos viajes suelen hacerlos acompañados de uno de los dos progenitores, madre o padre indistintamente, mientras el otro se queda en España ocupándose del negocio familiar.
La centralidad del estudio del chino durante las vacaciones de verano se traduce en el incremento de cursos de lengua china que han surgido en Qingtian a lo largo de los últimos 15 años. A partir de 2008 las escuelas de idiomas empezaron a sustituir los cursos de castellano e italiano para futuros migrantes, que habían sido todo un éxito durante las décadas de 1980, 1990 y 2000, para ofrecer clases de chino a los descendientes de migrantes que estaban creciendo en Europa y pasaban los veranos en Qingtian. Este cambio de orientación de las escuelas materializa la transformación de los flujos migratorios, de las direcciones de la movilidad y de las prácticas transnacionales entre China y España como consecuencia de la crisis económica en Europa y el auge económico del país asiático. Asimismo, estos cambios subrayan la centralidad del papel de los descendientes de migrantes en la actualización de las prácticas transnacionales y la emergencia de nuevas formas de movilidad. Es importante subrayar que la decisión de enviar a los hijos e hijas a estudiar en Qingtian durante el verano es altamente pragmática, y muchos padres tienen en mente ofrecer a sus hijos la posibilidad de adquirir el capital cultural y simbólico necesario para desarrollar su futuro profesional en los dos países que conforman sus espacios de socialización.
«Desde finales de 2000, jóvenes españoles de origen chino con formación universitaria empezaron a mirar a China como lugar para desarrollar su carrera y conseguir una movilidad social ascendente»
Además de los viajes en verano y de otras visitas puntuales para asistir a funerales o participar en festividades del calendario tradicional (año nuevo o fiesta de los difuntos), existe una movilidad más prolongada, en el contexto de los cuidados transnacionales dentro de la familia extensa. Así, es muy común que algunos jóvenes hayan sido escolarizados en China durante determinados periodos de su infancia, quedando al cuidado de parientes, mientras el padre y la madre siguen trabajando en España. Estos jóvenes suelen tener una relación más estrecha con los familiares en China y un vínculo emocional más íntimo con el lugar de origen de sus padres, que aquellos que han viajado a China solo durante los veranos o realizado visitas puntuales.
A medida que estos niños y niñas crecen y entran en la edad adulta, nos encontramos con nuevas formas de movilidad desarrolladas independientemente del contexto familiar. Por un lado, es habitual que grupos de jóvenes organicen viajes de ocio por los principales destinos turísticos del país; por otro, existe una creciente movilidad de jóvenes que deciden estudiar chino en universidades de Shanghái, Pekín u otras grandes ciudades del país.
En muchas ocasiones, la movilidad por estudios converge con motivos laborales. Desde finales de la década de 2000, ante la dificultad de encontrar trabajo en España más allá del negocio familiar, jóvenes españoles de origen chino con formación universitaria empezaron a mirar hacia China como un lugar para desarrollar su carrera profesional y conseguir una movilidad social ascendente. Así, ir a estudiar a China es, en muchos casos, la antesala a una experiencia laboral en el país asiático. El principal objetivo es encontrar trabajo en empresas internacionales con sede en las principales ciudades chinas y, tal como ellos afirman, “hacer de puente” entre ambos países. Estas nuevas formas de movilidad dan continuidad a la migración laboral desde una perspectiva intergeneracional, y se inscriben en el contexto de la emergencia de China como destino de migración entre jóvenes europeos altamente cualificados.
Jóvenes de origen pakistaní
Entre los jóvenes de origen pakistaní, es muy común viajar al país de origen durante su infancia y adolescencia para el aprendizaje del idioma (urdu), el mantenimiento de códigos culturales, la incorporación de las enseñanzas del islam –incluyendo la escritura del árabe– y la visita de parientes y familiares. Estos viajes forman parte de su proceso de socialización en clave transnacional, pasando algunos meses durante periodos vacacionales o incluso durante el curso escolar con miembros de la familia extensa. Además, tienen un propósito educativo, entendido en un sentido amplio, fomentando la adquisición de capital cultural a través de la crianza y la convivencia en el entorno cultural, religioso y lingüístico propio de Pakistán.
En clave de género, en línea con el carácter patriarcal de la sociedad pakistaní, es interesante destacar cómo en los niños se hace más hincapié en la enseñanza del islam, donde el horizonte podría ser convertirse en un hafiz (o memorizador del Corán), mientras en las chicas, se enfatiza la observación del purdah, la observación del comportamiento sexual tratando de asegurar la virginidad hasta el matrimonio. Lejos de un comportamiento homogéneo, este patrón es más común en familias tradicionales y de zonas rurales, que entre las de ciudad. No obstante, en ambos casos este tipo de movilidades tienen como trasfondo una cuestión de preservación del estatus social y, en las chicas, del mantenimiento del izzat (honor familiar).
Un poco más avanzado el ciclo vital, otro tipo de movilidad se puede dar en la búsqueda de una pareja en aras a formar un matrimonio pactado. Si bien cada vez hay más jóvenes que buscan alianzas matrimoniales entre personas del colectivo residente en España, todavía hay una parte importante de uniones matrimoniales que se producen a escala transnacional. Parte de la explicación reside en que el “mercado matrimonial” en España no es tan grande como el de Pakistán, y que la proporción de uniones mixtas con parejas españolas o de otras nacionalidades todavía es bastante baja, según datos del Instituto de Estadística de Cataluña.
«La migración individual asociada a trayectorias profesionales es poco común entre los jóvenes españoles de origen pakistaní»
El matrimonio es una de las principales instituciones que vertebra el legado familiar, de modo que la endogamia en clave de etnicidad (y a menudo con algún nivel de consanguinidad) permite asegurar la transmisión de bienes materiales e inmateriales a lo largo de varias generaciones. Asimismo, la unión matrimonial también es una estrategia migratoria para asegurar la presencia de la familia en territorio europeo a través de la reagrupación familiar y aumentar, así, el capital simbólico. En este sentido, los viajes para asistir a bodas de los propios jóvenes u otros parientes son también una forma de movilidad habitual.
Por último, la movilidad por motivos laborales es bastante menos frecuente que en el caso chino. Hay algunos jóvenes que se involucran en negocios familiares transnacionales siguiendo el impulso de emprendimiento que caracteriza a las comunidades asiáticas. Gracias a la circulación de recursos y capitales (en términos de mano de obra, financiación, capital humano, etcétera) más allá de las fronteras estatales y en contextos con pocas barreras de entrada, los jóvenes pueden abrir o expandir negocios, a veces como la vía más efectiva de incorporación laboral y movilidad social ascendente. Sin embargo, a pesar de que estos negocios pueden contar con un grado más o menos elevado de transnacionalidad, la movilidad física al país de origen o a otro punto de la diáspora rara vez se da. Asimismo, la migración individual asociada a trayectorias laborales en Pakistán más allá de la familia es un fenómeno poco común que tiene que ver con la falta de oportunidades laborales y las deficiencias económicas estructurales del país de origen.
Movilidades en clave comparativa
La concepción de la socialización y la educación desde un espacio transnacional es común en los dos grupos. Sin embargo, las estrategias para llevarlo a cabo se articulan de forma distinta. Siguiendo las distintas etapas del ciclo vital, podemos distinguir algunos paralelismos y divergencias entre ambos casos. Durante la infancia y la adolescencia, es muy común encontrar a jóvenes de origen chino que han vivido periodos de su infancia en China a cargo de sus abuelos o tíos. En el caso pakistaní, en raras ocasiones pasan largos periodos separados de sus madres, por lo que la movilidad de los niños y niñas “solos” se da en muy pocos casos; si lo hacen, suele ser con al menos la madre en el marco de visitas familiares.
Esta primera diferencia tiene que ver con la distribución de roles de género y las estrategias de organización familiar. Si bien en el caso chino, la mujer tiene un papel central en la dimensión productiva, la principal responsabilidad de las mujeres pakistaníes en el contexto migratorio es el cuidado de los hijos e hijas. Por tanto, las estrategias para conciliar la vida productiva y la reproductiva de ambos grupos repercuten en distintos patrones de movilidad en los descendientes de migrantes chinos y pakistaníes durante la infancia.
En la adolescencia y la juventud, también encontramos divergencias de género entre los dos grupos con relación al carácter de las visitas al país de origen de los progenitores. Si bien en ambos casos existe movilidad para la adquisición de un capital cultural y simbólico en el marco de la socialización transnacional, en el pakistaní, hay una continuidad (más o menos parcial) en el mantenimiento de los roles tradicionales de género que cristalizan en la observación del purdah. En este sentido, las visitas y estancias de las chicas de origen pakistaní tienen este matiz de género que no se da en el caso chino, el cual está centrado en el aprendizaje de la lengua y las visitas a los familiares.
Entrando en la etapa adulta, las diferencias entre los dos colectivos también son notorias. Por un lado, está el aspecto de las uniones matrimoniales a escala transnacional, que en el caso pakistaní siguen ejerciendo un papel importante en la vida de los jóvenes, mientras que en el chino se dan mucho menos en comparación con la primera generación de migrantes. Por otro, en el ámbito laboral, las pautas de movilidad están fuertemente relacionadas con la situación socioeconómica del país de origen. Si bien China ha pasado de ser un país de emigración a un país de inmigración en las últimas cuatro décadas, Pakistán no ha vivido tal transformación. En este sentido, la movilidad física hacia China es mucho más frecuente, ya sea en el marco de la continuación (e innovación) de los negocios familiares o, de manera más importante, con proyectos profesionales propios. Entre los descendientes de Pakistán, la movilidad física por motivos empresariales se da en menos ocasiones, aunque pueden llegar a sacar provecho de los vínculos de la diáspora en otros países (típicamente anglosajones) para ampliar sus horizontes laborales.
Así, mientras que para los jóvenes de origen pakistaní que han crecido en España, Pakistán sigue estando vinculado a la geografía familiar, para los hijos e hijas de migrantes chinos el país de origen de sus progenitores forma parte ahora también de una geografía individual, más allá del espacio familiar. ●