Con apenas una docena de palabras, el presidente de China, Xi Jinping, puso otro clavo en el ataúd del carbón: “No más proyectos de construcción de centrales de carbón en el extranjero”, dijo el líder chino ante la Asamblea General de la ONU el 21 de septiembre. Aunque todavía no se han anunciado los detalles, esto debería poner fin a 40 gigavatios de centrales eléctricas de carbón que las instituciones chinas habían planeado financiar en el extranjero. El equivalente a todas las centrales de carbón alemanas juntas.
Se trata de una muy buena noticia para el clima, que llega un mes antes de la Cumbre de Glasgow (COP26). Los diplomáticos del clima deberían permitirse una breve celebración, sobre todo porque el anuncio de Xi se produjo tras las promesas de la Unión Europea y Estados Unidos de aumentar la ayuda climática que dan a los países más pobres. Pero los diplomáticos son un grupo codicioso, por una buena razón: la idea del Acuerdo de París de 2015 es que los países aumenten sus objetivos tan pronto como los alcancen. Por muy alentador que sea que el carbón esté en vías de extinción, hay mucho trabajo por hacer para posibilitar anuncios similares sobre el resto de combustibles fósiles.
Incluso los dictadores tienen límites
El compromiso de China demuestra el poder del liderazgo político. Xi está obligando a las empresas del país a renunciar a las oportunidades a corto plazo para garantizar los beneficios a largo plazo para el planeta (e impulsar la diplomacia china). Para bien o para mal, tanto si habla de acabar con la libertad de expresión en Hong Kong como de la financiación del carbón en Indonesia, la palabra de Xi es la ley.
Pero incluso los anuncios sorpresivos de los dictadores generalmente tienen que entrar en el rango de lo que la corriente principal de la población está dispuesta a contemplar, para encajar en la ventana de Overton. El líder chino se sintió capaz de desconectar los proyectos de carbón en el extranjero porque son menos útiles y rentables que nunca.
La energía del carbón ha estado en declive terminal durante la última media década porque, en general, es más barato generar electricidad a partir del gas o de las energías renovables. Un informe de E3G, Ember y Global Energy Monitor muestra que el 76% (en términos de capacidad) de las nuevas centrales eléctricas de carbón que estaban en fase de planificación en 2015 han sido canceladas. En ese mismo periodo, los investigadores informan de que 44 países se han comprometido a “no construir nuevas centrales de carbón”, y muchos más han empezado a eliminar sus centrales de carbón existentes. China, por su parte, pretende empezar a reducir su gigantesco consumo nacional de carbón a partir de 2026. El anuncio de Xi sobre las la financiación se produjo después de que Corea del Sur y Japón pusieran fin a las ayudas públicas al carbón, y de que las economías avanzadas que constituyen el G7 dijeran en mayo de 2021 que “las inversiones internacionales en el carbón sin freno deben cesar ya”.
«Xi se sintió capaz de desconectar los proyectos de carbón en el extranjero porque son menos útiles y rentables que nunca»
Así que la financiación pública del carbón se estaba agotando incluso antes del anuncio de Xi. El director de la Agencia Internacional de Energías Renovables, Francesco La Camera, dijo en junio que “estamos mucho más allá del punto de inflexión del carbón”, citando una nueva investigación que muestra que en gran parte del mundo es realmente más barato construir nuevas energías renovables que mantener las plantas de carbón en funcionamiento. La mayoría de las centrales de carbón extranjeras financiadas por China anunciadas desde 2014 ya habían sido canceladas de todos modos, según el China Belt and Road Initiative Center. El hecho de que cada vez más compañías de seguros se hayan negado a cubrir proyectos de carbón en los últimos años ha facilitado que los gobiernos renuncien al combustible fósil más sucio. Y aunque los inversores privados de EEUU y Japón han seguido financiando en gran medida el carbón, el ambiente también está empeorando para ellos: incluso el gigante de la gestión de activos Blackrock hace promesas endebles sobre la desinversión en el carbón.
Básicamente, Xi fue capaz de matar al carbón porque ya era un muerto viviente.
De nuevo, esto no quiere decir que el gobierno chino no merezca crédito por su decisión. Es posible que China haya seguido financiando el carbón a pesar de los vientos en contra, tal vez para mantener los intereses empresariales contentos y el empleo de los trabajadores o para asegurarse de que los países en desarrollo endeudados le debían un favor a Pekín. Gracias a todos estos anuncios sobre la eliminación del carbón, la COP26 puede ser el momento en el que el carbón pase a la historia, uno de los principales objetivos de los anfitriones británicos de la cumbre. Pero también será la conferencia en la que comience en serio la ardua batalla para eliminar el petróleo y el gas.
Fuente: IPQ.
Si Noruega no deja de perforar…
La COP26 de noviembre supondrá el lanzamiento oficial de la Alianza Más Allá del Petróleo y el Gas (BOGA, por sus siglas en inglés). Se espera que los miembros dejen de conceder de inmediato permisos para nuevas exploraciones de petróleo y gas y “restrinjan la producción nacional de petróleo y gas en línea con los objetivos del Acuerdo de París”. Dinamarca y Costa Rica, ambos líderes climáticos, encabezan la iniciativa. Costa Rica nunca ha extraído petróleo y quiere mantenerlo así. Dinamarca, el mayor productor de petróleo de la UE, votó a favor de dejar de conceder licencias para nuevas exploraciones en diciembre de 2020.
Ambos países quieren conseguir que otros se unan antes del anuncio formal. A la luz de las nuevas investigaciones académicas que demuestran que la mayoría de las reservas de petróleo y gas deben permanecer bajo tierra para limitar el calentamiento a 1,5 grados, sería bastante razonable que los líderes más comprometidos con ese objetivo abogaran por detener las nuevas perforaciones. La Agencia Internacional de la Energía sostiene que no hay lugar para nuevas inversiones en petróleo y gas si se quiere que las emisiones mundiales sean nulas en 2050.
«No hay lugar para nuevas inversiones en petróleo y gas si se quiere que las emisiones mundiales sean nulas en 2050».
Aun así, conseguir que otros se unan no será fácil. Se podría pensar, por ejemplo, que Nueva Zelanda es un buen candidato. En agosto, el gobierno neozelandés dijo a Reuters que estaba “informándose más sobre la iniciativa”. La primera ministra, Jacinda Ardern, dice todas las cosas que hay que decir sobre la protección del clima, y su gobierno se enfrentó a la industria nacional de los combustibles fósiles con una sorprendente prohibición de nuevas exploraciones de petróleo y gas en alta mar en 2018. Pero esa prohibición permitió, en particular, que continuaran las nuevas perforaciones en tierra, y hasta ahora no se sabe si Nueva Zelanda se unirá a la alianza, a pesar de que la industria del petróleo y el gas representa solo el 1,4% del PIB nacional. Si Nueva Zelanda, un país progresista y preocupado por el clima, no se une a la BOGA, está claro que los diplomáticos costarricenses y daneses pierden el tiempo invitando a sus homólogos rusos o saudíes.
En resumen, las promesas políticas sobre el clima operan dentro de los límites de la realidad económica. Dinamarca dice que su prohibición de nuevas perforaciones costará al gobierno unos 2.000 millones de dólares en ingresos, una pérdida significativa pero manejable de ingresos a corto plazo. Reino Unido y Noruega, cuyas producciones de petróleo y gas, por separado, multiplican por más de diez la de Dinamarca, no están dispuestos a detener el flujo de dinero. En la Asamblea General de la ONU de septiembre, el primer ministro británico, Boris Johnson, dijo al mundo que “madurara [en materia de cambio climático]”, pero la nueva estrategia de su gobierno para el mar del Norte sigue permitiendo algunas nuevas perforaciones. En Noruega, el partido de los Verdes, que hizo campaña pidiendo el cese inmediato de las nuevas perforaciones y el cese total de la producción de petróleo para 2035, obtuvo unos resultados muy bajos en las elecciones de septiembre. Probablemente no formará parte de la próxima coalición de gobierno dirigida por Jonas Gahr Støre, del Partido Laborista. “Creo que pedir el cese de nuestra industria del petróleo y el gas es una política industrial y climática equivocada”, dijo Støre al emitir su voto.
Reducir la demanda y la oferta juntas
Por tanto, no es necesariamente la ausencia de voluntad política lo que inhibe las promesas de dejar de perforar en busca de petróleo y gas. Es el hecho de que el mundo sigue necesitando esos combustibles fósiles para la vida cotidiana en mucha mayor medida que el carbón. Esta es una de las razones por las que el consejero de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Jake Sullivan, escribe cartas a la OPEP pidiéndole que bombee más petróleo para mantenerlo barato; por las que Reino Unido tiene que considerar rescates de empresas dependientes del gas cuando los precios del gas fósil se disparan antes de una importante conferencia sobre el clima; por las que, de forma espeluznante, los gobiernos del G20 siguen gastando cientos de miles de millones al año para subvencionar la producción de petróleo y gas. Los seres humanos deben reducir la demanda de petróleo y gas para hacer más factibles las restricciones estrictas de la oferta.
Por fortuna, muchas jurisdicciones están tomando medidas para debilitar el dominio del petróleo en la economía mundial, aumentando los precios del carbono, rechazando nuevos oleoductos y restringiendo las futuras compras de dispositivos que impulsan la demanda de petróleo y gas, como los hornos de gas y los coches con motor de combustión. El progreso tecnológico también sigue reduciendo el coste de la energía limpia.
Así que, algún día, en una futura COP, la industria del petróleo y el gas será, con suerte, lo suficientemente débil como para que los políticos, más allá de Costa Rica y Dinamarca, puedan comprometerse de forma creíble con su obsolescencia planificada. Por ahora, los asistentes a Glasgow pueden celebrar que el largo reinado del Rey Carbón está llegando a su fin.
Versión en inglés en la web del Internationale Politk Quarterly (IPQ).