El bitcoin, la tecnología más segura y consolidada para almacenar valor, se creó en 2008 para desafiar el monopolio estatal del dinero. Se trata de una moneda digital con un valor de un billón de dólares estadounidenses que no conoce fronteras ni está controlada por ninguna autoridad central. Aunque se considera una amenaza para el orden establecido, los países y los actores institucionales se están dando cuenta, poco a poco, de que el bitcoin también puede ser una herramienta para promover sus intereses económicos y geopolíticos.
Hoy día, los gobiernos se encuentran en la difícil situación de tener que decidir si el bitcoin debe integrarse en sus economías y estructuras de gobierno o si deben seguir oponiéndose, bloqueando o tratando de cooptar la moneda digital. Pero para entender el bitcoin y tomar una decisión informada, primero hay que apreciar los diferentes componentes de su ecosistema.
Minería de bitcoins
El bitcoin no es solo una base de datos ampliamente distribuida. Como cualquier otra tecnología de Internet, funciona gracias a una red de máquinas que dependen de una infraestructura energética de grandes proporciones. No es casualidad que la forma de producir nuevos bitcoins se defina como “minería”: si la minería tradicional consiste en la extracción de recursos de la Tierra, la minería de bitcoins puede considerarse la extracción de recursos (monedas) de su red. El proceso de minería es un aspecto esencial del funcionamiento del bitcoin: solo mediante la puesta en común de la potencia de cálculo a nivel global se puede construir y mantener la confianza en todo el sistema.
Recientemente, las actividades de minería de bitcoins se han vuelto antieconómicas en la mayoría de las zonas del mundo. Esto se debe a que requieren enormes cantidades de electricidad, hardware especializado y temperaturas adecuadas para evitar el sobrecalentamiento de las máquinas. Las zonas donde la electricidad es barata y donde las temperaturas son lo suficientemente bajas son ideales para estas prácticas.
Gracias a su proximidad a los fabricantes de hardware, a las cadenas de suministro más cortas, a los gastos de envío reducidos y a los aranceles de importación más bajos, los mineros chinos disfrutan de una ventaja competitiva considerable. De hecho, hasta junio de 2021, se calcula que China representaba el 65% de la potencia minera de bitcoins. El resto procedía de Estados Unidos, Irán, Kazajistán y Rusia.
Cuota media mensual del hashrate total de bitcoins, abril de 2021
Fuente: Índice de Consumo de Electricidad de Bitcoin de Cambridge.
Sin embargo, Pekín ha aplicado recientemente políticas más estrictas para prohibir las actividades de minería. Las medidas se justifican por la amenaza percibida que el bitcoin supone para la soberanía monetaria, por una dificultad relacionada con la aplicación de las políticas contra el blanqueo de dinero, así como por el ambicioso plan chino de alcanzar la neutralidad de carbono para 2060. Desde entonces se ha producido un cripto-éxodo chino que ha provocado una importante redistribución de las empresas mineras a otras zonas, como la vecina Kazajstán o Texas, EEUU, rica en energía y favorable a las criptomonedas.
La mayor parte de la comunidad del bitcoin ha acogido con satisfacción la represión en China, ya que la centralización de la minería ha sido una preocupación constante, debido a la estructura tradicionalmente descentralizada del bitcoin y a la voluntad histórica de China de crear su propia moneda digital asociada a su banco central para desafiar el dominio del dólar estadounidense. El éxodo chino también ha sido bienvenido porque la minería de bitcoins utiliza cantidades considerables de combustibles fósiles, sobre todo en regiones ricas en carbón como el interior de Mongolia. No es ningún secreto que la electricidad necesaria para el funcionamiento de la red de bitcoins es considerable: el bitcoin consume actualmente entre 20 y 300 teravatios-hora al año, equivalente casi al consumo anual de electricidad de Bélgica y Países Bajos.
Sin embargo, antes de clasificar el bitcoin como una solución insostenible, merece la pena analizar mejor los datos. Un informe reciente del Bitcoin Mining Council estima que, en el segundo trimestre de 2021, más de la mitad (56%) del mix de electricidad de la minería de bitcoins ya era sostenible, argumentando que el bitcoin es “una de las industrias más sostenibles a nivel mundial”.
Además, el bitcoin parece ser más verde que las industrias a las que aspira a sustituir, como la minería de oro y la industria bancaria. Además, el bitcoin utiliza cada vez más recursos que de otro modo se desperdiciarían, como el gas quemado, y ofrece fuertes incentivos para que los mineros se trasladen a zonas rurales donde la energía renovable es barata. Como resultado, algunos argumentan que el bitcoin facilitará la transición hacia una red eléctrica más limpia y resistente.
Mercado de bitcoins
Aunque originalmente se adoptó como un medio para eludir a los intermediarios financieros tradicionales, en un irónico giro del destino el bitcoin ha allanado el camino a una nueva y muy poderosa categoría de intermediarios: los mercados de criptomonedas.
Estos mercados constituyen hoy uno de los “puntos de
acceso regulatorio más atractivos” en el mundo de las criptomonedas, según Michèle Finck, profesora de la Universidad de Tubinga en Alemania. Al igual que los centros de minería, estos negocios se establecen en las zonas más convenientes. Pero lo más importante es el marco regulatorio. Dado que cuenta con el mayor número de usuarios y volúmenes de negociación del mundo, EEUU alberga actualmente la mayoría de las bolsas de criptodivisas, pero también han surgido otras jurisdicciones favorables a las criptomonedas –como Malta, Hong Kong y Reino Unido– que han atraído más bolsas a sus territorios.
«EEUU alberga hoy la mayoría de las bolsas de criptomonedas, pero también han surgido otras jurisdicciones favorables en Malta, Hong Kong y Reino Unido»
La función de estas empresas es convertir las criptomonedas de los clientes en dinero fiduciario convencional, y viceversa. A través de este proceso, gestionan hasta 50.000 millones de dólares al día en transacciones de bitcoins y han ido creciendo en valor y poder.
La mayoría de las bolsas colaboran con los reguladores y cuentan con sólidos marcos normativos para la lucha contra el blanqueo de capitales y por cuestiones de fiscalidad. Los mercados de bitcoins gestionan alrededor del 10% de la oferta total de bitcoins, mientras que el 90% restante escapa potencialmente al escrutinio de las autoridades. A largo plazo, estos mercados
podrían constituir un cuello de botella regulatorio ideal para los gobiernos, pero solo si un porcentaje significativo de usuarios decide utilizarlos.
¿Hacia un estándar del bitcoin?
Los mercados de criptomonedas y las empresas mineras son consecuencia de la adopción generalizada del bitcoin. Con la lenta infiltración de esta criptomoneda en la economía mundial, algunos han especulado con que podría llegar a convertirse en la moneda de reserva del mundo, desafiando así la supremacía del dólar estadounidense.
Actualmente, la alta volatilidad de la primera criptodivisa del mundo no hace deseable tal resultado, ya que su valor sigue dependiendo de grandes actividades especulativas, noticias no confirmadas y tuits de Elon Musk. Sin embargo, la oferta limitada de 21 millones de monedas (o 2.100 billones de satoshi, las unidades más pequeñas de un bitcoin) y las bajísimas tasas de transacción la convierten en una alternativa interesante a los activos y monedas tradicionales. Por ello, los Estados soberanos están comenzando a aceptar la idea de utilizar bitcoins como moneda alternativa y paralela.
Un ejemplo es El Salvador: un país que utilizaba dólares estadounidenses como moneda nacional, donde el 70% de la población no está bancarizada y donde el 20% del PIB procede de las remesas internacionales.
El Salvador es la primera y única nación del mundo en adoptar el bitcoin como moneda de curso legal. Los ciudadanos ya pueden pagar sus impuestos y comprar bienes con bitcoins. La medida adoptada por el presidente, Nayib Bukele, en junio de 2021 ha sido ampliamente criticada por las instituciones financieras: el Fondo Monetario Internacional la definió recientemente como un “atajo desaconsejable” y el Banco Mundial rechazó una solicitud de El Salvador para ayudar a la implementación del bitcoin como moneda de curso legal.
No está claro si la medida debe considerarse parte de un plan de desdolarización y si la economía de El Salvador se beneficiará de la adopción del bitcoin. Pero hay muchas posibilidades de que otros países dependientes del dólar actúen de forma similar. Por ejemplo, el gobierno de Cuba anunció recientemente que legalizará las transacciones de criptodivisas en el país.
Aunque parece poco probable que la mayoría de los gobiernos y bancos centrales acumulen bitcoins a corto plazo, el sector privado se ha mostrado menos escéptico. Empresas como Tesla, MicroStrategy y Square están añadiendo miles de millones de dólares en bitcoins a sus balances. Se especula que grandes empresas como Twitter, Amazon y Apple harán lo mismo o aceptarán pagos en bitcoin de sus clientes.
«Aunque parece poco probable que la mayoría de los gobiernos y bancos centrales acumulen bitcoins a corto plazo, el sector privado se ha mostrado menos escéptico»
Para entender cuánto invierte el sector privado en las criptomonedas, basta con ver cómo la propuesta de infraestructura de un billón de dólares aprobada por el Senado de EEUU fue bloqueada debido a las preocupaciones sobre cómo el gobierno regularía las criptodivisas, tras un esfuerzo importante por parte de la industria de las criptomonedas, que ha llegado a invertir este año cinco millones de dólares estadounidenses en actividades de lobby o presión.
Mientras tanto, alrededor del 80% de los bancos centrales del mundo exploran la posibilidad de crear sus propias monedas digitales. A corto plazo, esto creará una competencia entre las diferentes monedas respaldadas por el Estado, pero también con las criptomonedas originales, como el bitcoin, que son a-nacionales por naturaleza. Es crucial entender que en esta carrera global por las monedas digitales, las respaldadas por los bancos centrales representarán una versión más eficiente de las monedas tradicionales respaldadas por el Estado, mientras que el bitcoin representa una nueva moneda universal y descentralizada.
Poco a poco, los gobiernos van comprendiendo que regular el bitcoin per se sería casi imposible. Los bitcoins están en todas partes y en ninguna, y las autoridades no pueden hacer cumplir las leyes tanto dentro como fuera de las fronteras nacionales. El bitcoin no tiene servidores que puedan cerrarse, no hay cuellos de botella y ningún individuo es responsable de la red.
Solo un enfoque regulatorio global y cuidadosamente coordinado podría garantizar un cierto grado de control. Pero esto no solo requeriría una limitación coordinada de las libertades individuales (por ejemplo, restricciones a los proveedores de servicios de Internet o una vigilancia masiva), sino también un enfoque verdaderamente multilateral hoy difícil de imaginar.
En lugar de intentar regular, cooptar o limitar la tecnología, los Estados deberían considerar con cuidado sus opciones y prever posibles escenarios futuros. Si el valor del bitcoin puede multiplicarse por 10, como algunos predicen, tiene sentido que un país adquiera algunas cantidades como reserva.
Precio del bitcoin en dólares estadounidenses, 2013-2021
Nota: Se utiliza una escala logarítmica para el eje Y. Fuente: CoinMarketCap.
Los gobiernos pueden aplicar de manera individual políticas para atraer bitcoins a sus economías, además de oportunidades de inversión relacionadas con las criptomonedas. Las autoridades locales están bien posicionadas para negociar acuerdos favorables con las empresas mineras para que inviertan en zonas rurales y subdesarrolladas, al tiempo que reducen las emisiones de carbono de la industria. Las regulaciones favorables a las criptomonedas podrían aumentar la cantidad de negocios relacionados con el bitcoin que se establecen en un país, lo que a su vez puede atraer más inversiones a la economía nacional y permitir a los gobiernos tener más control sobre dicha economía.
Ignorar o intentar bloquear el bitcoin constituye un riesgo para los Estados. Estos podrían perder una oportunidad que podría beneficiar a su país y a su economía, pero también existe el riesgo de quedarse atrás con respecto a otros países y al sector privado.
Los países pequeños que quieran seguir el ejemplo de El Salvador podrían hacerlo en un esfuerzo por ser menos dependientes de potencias mundiales como EEUU y China, al tiempo que atraen inversiones para fortalecer su infraestructura energética. A la inversa, las economías más grandes tienen la oportunidad de aumentar la entrada de capital internacional y consolidar su influencia sobre otros países, ofreciendo servicios como los mercados de bitcoins.
El bitcoin seguirá creciendo y expandiéndose y, por tanto, podría llegar a desafiar el papel del dólar estadounidense. Algunos incluso predicen que los bitcoins sustituirán al dólar por completo. Por muy descabellado que pueda parecer hoy, las consecuencias serían sísmicas, y en múltiples aspectos, desde la geopolítica hasta la economía mundial. El reloj de las criptomonedas está en marcha y para evitar que les pille desprevenidos, los gobiernos deberían contar con un plan que tenga en cuenta el éxito de bitcoin y sus probables trayectorias de crecimiento y evolución.
Artículo publicado originalmente en inglés en la web del IAI.