No será, desde luego, el único asunto a tratar, pero si por algo puede pasar a la historia la 31ª cumbre de la OTAN, que se celebra hoy en Bruselas, será porque en ella se producirá la primera aparición de Joe Biden como presidente de Estados Unidos. Un presidente con la doble tarea de recuperar la sintonía con unos aliados europeos a los que su predecesor puso en contra con desplantes e insultos sin medida y; por otro lado, redefinir el vínculo transatlántico para los tiempos que corren.
La primera parte resultará más sencilla, aunque solo sea porque su talante personal parece idóneo para recabar simpatías tanto entre los europeístas (con Francia a la cabeza) como entre los atlantistas (con Reino Unido al frente de los países del Este). A eso se suma el ansia de unos aliados europeos que, aunque dicen aspirar a la autonomía estratégica –y hasta algunos,…