AFKAR-IDEAS  >   NÚMERO 62

Fotografía titulada, “The Eye of the Crow”./Omar Malas 2019.

Proliferación de crisis

Las organizaciones culturales, inmersas en una crisis, han debido adaptar sus actividades, trastocando unas tradiciones y concepciones establecidas.
Rana Yazaji
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A lo largo de 2020, la pandemia obligó a interrumpir toda actividad cultural. A partir de conversaciones con directivos de tres organizaciones, este artículo examina los efectos inmediatos y a largo plazo de la pandemia sobre las organizaciones culturales de la región árabe, en particular los efectos de esta interrupción en las comunidades. Los tres directivos son:

– Basma el Husseiny, directora de Action for Hope, fundada en 2015 para ofrecer programas de desarrollo y asistencia cultural que satisfagan las necesidades sociales, culturales y psicológicas de las comunidades en dificultades o desplazadas. Action for Hope trabaja en Líbano y Jordania, además de en Irak y Sudán, entre otros países árabes.
– Abdullah Alkafri, director ejecutivo de Ettijahat-Independent Culture, fundada en 2011 para activar y mejorar el papel de la cultura y las artes independientes en el proceso de cambio cultural y social.

– Aymen Gharbi, director artístico de Interference, fundada en 2015 en Túnez capital como proyecto de arte contemporáneo. Interference tiene una misión a largo plazo fundamentada en un concepto curatorial y cuyos grandes principios son el enfoque local basado en la comunidad y un código ético sociocultural único.

 

Una esperada presentación

Reflexionar sobre las consecuencias de la pandemia en las organizaciones culturales de la región árabe resulta poco esclarecedor si no se tiene en cuenta la enorme complejidad del entorno en el que estas llevan desarrollando su actividad desde hace décadas.

Los sistemas de gobierno, políticamente totalitarios y económicamente corruptos, han conducido, entre otros, al deterioro de la libertad de expresión, de organización y creación, al aumento de las tasas de pobreza y desigualdad, al deterioro de los mecanismos de seguridad social y sanitaria, y a la demonización de la sociedad civil.

En este contexto, las organizaciones culturales de la región árabe desempeñan un papel significativo descrito claramente por Ettijahat-Independent Culture en su declaración anual de finales de 2020: “La ausencia generalizada de redes de protección o de iniciativas sociales para el sector de las artes, junto con la permanente represión de las organizaciones de la sociedad civil en la región árabe, tienen como resultado una especie de desplazamiento profundo del papel de las organizaciones y los colectivos culturales, que se ven obligados a llenar estos vacíos en vez de dedicarse a sus propios objetivos, tal vez más específicos”.

 

Adaptación flexible y respuestas ágiles

Una de las tensiones existentes en el trabajo institucional es el esfuerzo continuo por conseguir el equilibrio entre unos instrumentos y un pensamiento estratégico claro, por un lado, y la agilidad de responder a los cambios sociales, políticos y culturales del entorno, por otro. La incertidumbre derivada de la pandemia ha sacado esta tensión a la superficie y, en algunos casos, ha puesto en peligro la capacidad de las organizaciones de seguir existiendo.

En el caso de Interference, llegó a producirse un breve debate interno sobre la idea de cerrar la organización debido a la imposibilidad de organizar su festival anual, que constituye la actividad principal y única de la iniciativa tras un año de esfuerzo de comisariado. En cambio, en el caso de Ettijahat-Independent Culture, la adaptación a través de la revisión de los planes anuales se ha llevado a cabo de manera muy rápida y drástica. La organización decidió tomar medidas para todo el año cancelando, adaptando y posponiendo cualquier actividad presencial, ya que consideró que eran imposibles durante 2020. Es más, comenzó inmediatamente a crear nuevos marcos que respondiesen a la emergencia. Art Lives, uno de esos marcos creado como resultado de la colaboración de Action for Hope y Mophradat, es una iniciativa excepcional para proteger a los artistas y a los trabajadores del sector de la cultura de la región árabe cuyos medios de vida y salud se han visto afectados por el estallido de la Covid-19. Además de Art Lives, la respuesta de Action for Hope a la crisis se ha centrado en la situación económica de las comunidades. “Trabajamos en Líbano con una mayoría aplastante de un 80% de refugiados sirios, mientras que en Jordania, el 60% de nuestros beneficiarios son refugiados sirios e iraquíes, y el 40%, palestinos y jordanos”.

“La situación económica de las comunidades con las que trabajamos se ha visto dramáticamente afectada en ambos países. Los estudiantes proceden de familias de bajos ingresos o de clase media-baja. La mayoría depende totalmente de los ingresos diarios de su trabajo en la economía sumergida, en pequeñas tiendas, en talleres de confección, etcétera. A los cuatro meses del estallido de la pandemia, muchas de esas familias corrían el riesgo de hambruna, así que cambiamos nuestros programas y nos pusimos en contacto con algunos de nuestros financiadores, además de con miembros de la organización, que contribuyeron a una rápida campaña de donaciones. El dinero recaudado lo utilizamos para un fondo de ayuda familiar. Se entregaron unas 80 pequeñas ayudas de entre 100 y 300 dólares. También seguimos ayudando a muchas familias a encontrar soluciones que les proporcionaran ingresos, de manera que pudiesen evitar la ayuda adicional, aunque podemos seguir prestándola”.

 

Nuevas áreas, nuevos públicos y nuevas estrategias

Es evidente que, durante el último año, las organizaciones culturales han experimentado prácticas y estrategias diferentes de las habituales en las condiciones anteriores a la pandemia.
Por primera vez, Interference ha trabajado con grupos pequeños de artistas y participantes. Su festival solía reunir anualmente a unas 200 personas en torno a las tareas de comisariado, organización y producción, mientras que con el nuevo formato de sus actividades, con el que producen montajes y exposiciones más pequeñas a lo largo del año, la organización está experimentando por primera vez la particularidad de relacionarse con un grupo de artistas más reducido y delimitado.

Además, debido al cierre de las fronteras, su enfoque pasó de ser muy activo internacionalmente a centrarse más en el sector cultural tunecino y a comprometerse más con los artistas del país, cuyo potencial y creatividad son una enorme fuente de inspiración para Interference.

Create Syria, uno de los programas de Ettijah dirigido a dar apoyo a los artistas implicados en la transformación social, ha sido uno de los experimentos decisivos de la organización durante la pandemia.

Las ediciones anteriores del programa se centraron en artistas afincados en Líbano, e incluyeron la formación en las artes para la transformación social y un fondo inicial para proyectos ejemplares. La Home Edition, diseñada para responder a la pandemia, se abrió a artistas de cualquier país, siempre que plantearan la cuestión del cambio social. El paso a la versión digital requirió que se volvieran a diseñar la metodología y el enfoque del programa. Esto permitió a la organización llegar a artistas activos en plena zonas de crisis, algo que nunca habría sucedido en el formato tradicional.

Action for Hope puso en marcha Khoutua Step, un nuevo programa de apoyo para que jóvenes licenciados iniciaran un pequeño proyecto artístico o cultural que les proporcionase ingresos. A través de pequeñas subvenciones de 1.500 dólares, algunos licenciados de las escuelas de música han podido enseñar desde casa, e incluso adquirir tres o cuatro instrumentos y preparar un lugar adecuado para dar clase. Otro ejemplo es la creación de un pequeño estudio casero de grabación y mezcla que requiere un equipo sencillo, capaz de proveer servicios de distribución musical para publicidad o materiales promocionales para las ONG. Los licenciados en cine han tenido la oportunidad de equiparse con cámaras y ordenadores para producir cortos para asociaciones y proyectos de promoción y desarrollo, que reportan unos ingresos mensuales de entre 200 y 300 dólares. Antes de la pandemia, Action for Hope exploró las posibilidades de apoyar la práctica profesional continua de sus licenciados, pero sus ideas se limitaban al sector cultural. La necesidad de salir adelante en la pandemia fue la razón principal del cambio al modelo de microempresa.

 

El cambio digital

La “era digital” es un tema esencial entre los expertos, así como en artículos y publicaciones científicas, que ha generado y sigue generando continuos debates acerca de lo que ganamos y lo que perdemos, de cómo superar el aislamiento, y de cómo lidiar con la necesidad de interacción humana directa. ¿Se ha convertido la realidad digital en la nueva norma de interacción y acción? ¿Cómo contribuye a agravar la injusticia y a encerrarnos en pequeñas burbujas controladas?

En los primeros días y semanas de la pandemia, apareció un enorme contenido digital como un acto de solidaridad y una estrategia para evitar la interrupción de la producción y la distribución artística.

Según Abdullah Alkafri, muchos artistas que viven, por ejemplo, en Siria, ven este contenido como una oportunidad perdida, ya que la mayoría de las plataformas digitales de las que se ha servido, o están prohibidas, o la velocidad de Internet no permite acceder a ellas. Mientras que antes a los artistas y al público en territorio sirio les era imposible asistir a las representaciones teatrales nacionales de Gran Bretaña, ahora ese contenido está a disposición de todos, pero no es posible acceder a él.

“En la región árabe, el entorno de trabajo digital queda algo lejos tecnológica, cognitiva y financieramente, así como por las medidas de seguridad. Pensemos en los numerosos filtros impuestos por los gobiernos en los países árabes. También debemos ser conscientes de que el mundo, en apariencia muy accesible a través de la comunicación digital, en realidad no lo es. El ejemplo más sencillo es que cualquier anuncio de pago en nuestra cuenta corporativa en Facebook es vetado si utilizamos la palabra ‘social’, porque, según las normas de la plataforma, todo lo que sea social está sometido a numerosos filtros. En la declaración hecha pública por Ettijahat, decíamos que la crisis confirmaba la fragilidad de las redes de seguridad y desafiaba nuestras suposiciones y opiniones sobre la comunicación digital. Todos estos mecanismos se derrumbaron inmediatamente, confirmando que la lógica de estar conectados excluye a una parte importante de la humanidad.

Hay personas que han estado en cuarentena forzosa y en aislamiento social, cognitivo y económico durante años, y con esto me refiero concretamente a Siria y a muchos otros países similares”.

También en Túnez, donde numerosas organizaciones y colectivos han trasladado sus actividades al mundo digital, Interference decidió que la transformación digital solo era posible en parte. Las razones son muchas, entre ellas, que sus actividades están estrechamente relacionadas con la arquitectura, los espacios públicos y la vivencia física del público. A una de sus actividades más pequeñas, Synergy, que formaba parte del festival para fomentar la colaboración entre artistas tunecinos y alemanes, se le dio un formato experimental. En un principio, estaba previsto que los artistas tunecinos viajasen a Alemania para trabajar con artistas alemanes y luego estos visitarían Túnez con el mismo objetivo. La alternativa fue que los dos grupos se reunieron al mismo tiempo, cada uno en su país, conectados por un proyector de vídeo que conformaba un espacio compartido de creación.

Para Action for Hope, el verdadero problema de trasladarse al mundo digital se encontraba en el terreno de la enseñanza y la formación. La enseñanza de cine y en las escuelas de música se interrumpió, y si bien es posible dar los apartados teóricos de las asignaturas por vía digital, el nivel de aprendizaje real no supera el 60% del que los estudiantes adquirían en las clases presenciales. El aspecto práctico de la adquisición de capacidades, ya sea filmar y editar o tocar un instrumento, es prácticamente imposible.

 

Temporalidad y permanencia

La adaptación a las nuevas condiciones mundiales, independientemente de su naturaleza pasajera, ha llevado a organizaciones de todo el mundo a explorar nuevas perspectivas y estrategias. La cuestión sigue siendo si un impulso temporal conducirá a una transformación sostenible. Las conversaciones con las tres organizaciones muestran que, de un modo u otro, estas llevarán a cabo algunos de los experimentos realizados en 2020.

Requiem for Justice, un encuentro telemático internacional de artistas, intelectuales y activistas contra la injusticia, es la versión en Internet de la segunda edición de Landscapes of Hope, organizado por Action for Hope en Berlín en 2016 y cuya siguiente edición estaba programada para otoño de 2020. En su lugar, a finales de agosto, se organizó Requiem for Justice en formato digital. Dado su gran éxito, en 2021 tendrá lugar una segunda edición.

La reflexión sobre la producción y la distribución artística también ocupa un lugar central en el discurso de Action for Hope. Basma el Husseiny cree que se han producido cambios duraderos. “No volveremos a ser los mismos, ya que las organizaciones han invertido en mejorar las aptitudes y la capacidad técnica para utilizar Internet como un espacio para producir y distribuir productos culturales. Ya sea a nivel de equipos o de capacidades, entre otros, es una inversión útil a la larga, y no habrá motivo para renunciar a ella incluso si vuelve cierto grado de normalidad. Todos seguiremos utilizando Zoom como una alternativa a los viajes, las reuniones y los congresos. También seguiremos creando experiencias vitales en las redes sociales, YouTube, Facebook y otras, una práctica muy limitada antes de la pandemia. Estos mecanismos suponen un ahorro económico y nos permiten llegar a públicos a los que nunca habíamos imaginado que llegaríamos”.

Ettijahat se quedará para el futuro con el aprendizaje de nuevas prácticas durante la pandemia, y creará explícitamente iniciativas basadas en mecanismos de solidaridad y cooperación entre diversas organizaciones para hacer frente a una crisis o defender una causa. La iniciativa Art Lives como respuesta rápida para dar apoyo a artistas y productores culturales durante la pandemia está siendo evaluada para valorar los posibles objetivos a más largo plazo de un marco de solidaridad entre diferentes organizaciones y, por tanto, de cambios estructurales más profundos en el plano institucional.

Uno de los principales factores que influyen en los cambios estructurales es la transformación de las políticas de financiación, analizada por Basma el Husseiny. “La economía sumergida, que constituye el grueso de la economía en la mayoría de los países árabes, no tiene prioridad en los planes gubernamentales. De hecho, la cultura tampoco tiene importancia en esos planes, así que preveemos que las dificultades aumenten en el futuro. Entre las instituciones donantes, la financiación extranjera se verá afectada de dos maneras: el presupuesto de las instituciones cuyos fondos proceden total o parcialmente de ingresos comerciales se ha visto drásticamente afectado, y la financiación de las instituciones privadas estadounidenses que dependen de la Bolsa va a disminuir. Al mismo tiempo, la dependencia de esta clase de financiación aumentará a medida que la filantropía y las donaciones individuales, que, por otra parte, son insignificantes, desciendan o desaparezcan.

Por otro lado, las actividades que generan ingresos propios, como la venta de entradas o de productos culturales, sufrirán un descenso radical.

En pocas palabras, la dependencia de la financiación internacional va a aumentar en un momento en el que se percibe una gran ambigüedad en la política de subvenciones en todo el mundo. No debemos olvidar que la pandemia ha causado graves daños en Europa y Occidente. Por eso preveemos que, a lo largo del año próximo, gran parte de los fondos destinados a ayudas sociales se destinen también a las sociedades occidentales”.

 

El derecho al acceso a las actividades culturales

Ni que decir tiene que el derecho al acceso a la cultura se ha visto comprometido en todo el mundo. La interrupción de la interacción artística y cultural con las sociedades no ha terminado aún, y es uno de los efectos del confinamiento más difíciles de medir, especialmente en la región árabe, ya que no se prevé que se realicen estudios sobre el terreno.
Abdullah Akafri señala que, en su opinión, el impacto de la interrupción de las actividades artísticas debido al cierre de teatros, cines y espacios de arte es más significativo en los países árabes que en Europa. “Esta discontinuidad ha tenido como consecuencia un aumento de las carencias y la marginación. Representa la pérdida de los derechos mínimos de esas sociedades a disfrutar de las actividades artísticas, de la capacidad de imaginar una realidad diferente y apreciar la belleza, y de la posibilidad de reír, desahogarse y entretenerse. En la región árabe, el aislamiento se ha hecho insoportable”.

 

Conclusión

Se suele considerar que las organizaciones del mundo árabe están inspiradas por los conceptos y las prácticas europeas, en especial en su manera de entender la gobernanza, la sostenibilidad y la gestión. En las dos últimas décadas, las organizaciones han diversificado sus estructuras de trabajo y sus visiones institucionales, sobre todo a partir del estallido de las revoluciones en la región. Se ha producido un cambio hacia un movimiento cultural y artístico institucionalizado paralelo al movimiento creativo revolucionario, si bien este cambio también es consecuencia de las complejas realidades políticas, sociales, económicas, culturales y humanitarias.

Imaginar un cambio organizativo pospandémico es muy difícil, ya que se trata de un proceso amplio, dinámico y no lineal que abre numerosos ámbitos de reflexión. Las tradiciones y las concepciones establecidas de unas estructuras no gubernamentales sin ánimo de lucro se han visto sacudidas, pero todavía no se dispone de un espacio de análisis centrado. El siguiente paso es fomentar la investigación local, la solidaridad regional y la cooperación internacional para aprovechar el caudal de lo que ha presenciado el sector cultural y la manera en que ha evolucionado en medio de un año trascendental.