Durante su época como vicepresidente, Joe Biden fue el principal emisario de Barack Obama en los países de América Latina y el Caribe, adonde viajó 16 veces en esos ocho años. Su última visita fue en diciembre de 2016 a la ciudad colombiana de Cartagena, para felicitar al presidente Juan Manuel Santos por el acuerdo de paz, recién refrendado, con las guerrillas de las FARC.
Su papel fue también decisivo en la apertura hacia Cuba y en el diseño de una estrategia para paliar en los países del triángulo norte centroamericano (Guatemala, Honduras, El Salvador) la violencia y la pobreza, principales causas de las oleadas migratorias hacia EEUU.
Desde la Casa Blanca, tendrá que lidiar con un escenario regional aún más complejo debido a la pandemia, que ha arrastrado a la región a su peor crisis económica en 120 años. Según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), el PIB de la región se contrajo en 2020 un 7,7%, borrando 20 años de progreso en materia de reducción de la pobreza. El FMI prevé que la carga de la deuda bruta de la región alcanzará el 86,3% del PIB en 2021, frente al 64,6% de 2017.
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