La globalización es inexorable. Ha desguazado nuestra industria forzándola a competir contra la china. Por eso tantos trabajadores occidentales se sienten abandonados. Por eso votan a demagogos que apelan a su resentimiento, aunque no les resuelvan ningún problema. Pero el centro político no puede ceder. Los ciudadanos informados deben reafirmarse, llegar a consensos racionales y prescribírselos a quienes no sean capaces de entenderlos. “Es hora de que las élites se alcen contra las masas ignorantes”, proclamaba en 2016 Foreign Policy, en lo que podría ser el leitmotiv de una cruzada tecnocrática contra populismos de diverso signo. La rebelión de las masas no es asumible.
Es natural que usted lea esta homilía con hastío. Se repite con insistencia desde 2016, cuando el Brexit y la elección de Donald Trump quebraron las certezas del establishment anglosajón. El problema es que no es real. Es más, sucede exactamente lo contrario.
Trade Wars Are Class Wars
Matthew C. Klein y Michael Pettis
New Haven: Yale University Press, 2020
Empecemos por el comercio. Es la desigualdad económica dentro de cada país la que genera fricción comercial entre ellos, y no al revés. Esta es la idea-fuerza de Trade Wars Are Class Wars, coescrito por Matthew C. Klein, columnista en Barron’s, y Michael Pettis, profesor en la Guanghua School of Management de Pekín. Contra la teoría neoclásica del comercio, los autores combinan las tesis del historiador británico John Hobson con un enfoque keynesiano para argumentar que la conquista de mercados externos no es una estrategia de desarrollo exitosa, sino síntoma de la débil demanda interna en un país.
Dicho de otra forma: la fortaleza exportadora de países como China o Alemania sería consecuencia de –no solución a– su fragilidad económica. Desde los años ochenta, Pekín ha apostado por una estrategia de desarrollo…