Los dirigentes chinos acostumbran a sacar algún conejo de la chistera al final de sus reuniones importantes a puerta cerrada y la que celebraron la última semana de octubre lo era. El comité central de Partido Comunista Chino (PCCh) se encerró cuatro días para diseñar los objetivos políticos, económicos y sociales para los próximos cinco años, después de un ejercicio lleno de incertidumbres provocadas por la pandemia del Covid-19. Sin embargo, su líder y presidente del país, Xi Jinping, fue más lejos y no solo planteó las metas a alcanzar en el próximo plan quinquenal 2021-25, sino que presentó una hoja de ruta hasta 2035. Para entonces, Xi confía en que China se haya convertido en “una gran nación socialista, moderna, próspera y poderosa”, autosuficiente tecnológicamente y capaz de liderar el mundo, según el comunicado de la organización comunista.
Los planes de los líderes de la segunda potencia mundial apuntan a que en la próxima década el tamaño económico y los ingresos per cápita del país “subirán a un nuevo gran nivel”, con mejoras significativas en el poder económico, tecnológico y global. En concreto, subrayan su confianza en que los ingresos per cápita de la creciente clase media alcanzarán los de “un país avanzado de nivel medio” y que para entonces también contarán con “nuevas ventajas competitivas” en el extranjero. Un horizonte que si se alcanza supondrá que la economía de China y su influencia en el planeta superarán a la de Estados Unidos, dada la envergadura del gigante asiático.
Para alcanzar esta meta, Xi apuesta por la autosuficiencia económica del país, unos objetivos que ha perfilado a lo largo de los últimos meses a medida que se recrudecía la guerra comercial y tecnológica con EEUU. El panorama impulsa a las autoridades chinas a temer un desacoplamiento tecnológico con la potencia norteamericana, extensible quizás a otros ámbitos, con las consecuentes repercusiones en la economía mundial. Un reto que China pretende afrontar a través de una estrategia que el propio Xi ha bautizado como de “circulación dual”, que no es otra cosa que apostar por el desarrollo interno y el consumo para tirar de la economía del país, aunque sin dejar de lado el comercio exterior, principal baza del rápido crecimiento chino durante las últimas décadas.
Autosuficiencia tecnológica
Para lograr esto, las autoridades chinas harán énfasis en la innovación y la autosuficiencia tecnológica. Para 2035, Pekín pretende alcanzar el liderazgo mundial en tecnología avanzada, así como en otros sectores estratégicos. Así buscan evitar, entre otras cosas, que en el futuro se repitan situaciones de carencia de suministros como la provocada por el veto de Washington a los gigantes tecnológicos Huawei y ZTE.
Pekín, por el momento, ha evitado dar a conocer los detalles de esta nueva estrategia, si bien ha subrayado que la autosuficiencia tecnológica constituirá un pilar para el desarrollo nacional de sectores punteros. La prudencia es lógica si se tienen en cuenta que el anterior plan a medio y largo plazo diseñado por el gobierno chino, el llamado Made in China 2025, provocó grandes quebraderos de cabeza a sus líderes debido a las suspicacias que levantó en Washington, que interpretaron los avances de la industria china como amenazas a la seguridad nacional.
Pero la apuesta de Xi no es casual. El presidente chino es consciente de que 2020 ha sido especialmente duro y de que hay que recuperar el terreno perdido. El gigante asiático fue el primero en sufrir los efectos del coronavirus y recibió duras críticas internacionales por haber ocultado información. Los efectos de la pandemia agravaron la desaceleración económica que padecía el país, alentada ya por el enfrentamiento con EEUU. Ahora, el líder comunista pretende aprovechar la rápida recuperación del país –como demuestra el 4,9% de crecimiento del PIB chino en el tercer trimestre, mientras otros países siguen en recesión debido a los efectos del coronavirus–, para llevar a cabo un salto de calidad en su desarrollo.
Para convertir en realidad sus planes, Xi, que promete impulsar un crecimiento económico “sostenible y sano”, necesita un ritmo sostenido de incremento durante los próximos 15 años. Unos objetivos que los economistas chinos sitúan en una media anual sostenida de entre el 3% y el 4% hasta 2035. Estas tasas de crecimiento permitirían al presidente chino llevar a cabo importantes reformas sociales destinadas a mejorar la calidad de vida de sus ciudadanos y reducir la creciente brecha entre la población rural y urbana. Si lo consigue, se granjearía enormes dosis de popularidad y podría asegurar su permanencia al frente del país.
Flexibilizar la residencia urbana
En este sentido, los planes de las autoridades comunistas para disminuir las diferencias entre el campo y la ciudad incluyen flexibilizar el restrictivo permiso de residencia urbana, lo que permitiría a los trabajadores migrantes poder disfrutar de mayores beneficios sociales; ampliar los derechos de los agricultores en las transacciones de tierras, y mejorar los ingresos de las familias. Medidas todas ellas encaminadas a estimular el consumo, objetivo último de Pekín para los próximos cinco años.
La meta es lograr que la clase media china crezca de forma significativa, así como su poder adquisitivo. Estiman que para 2035 la población alcanzará “el nivel de otros países moderadamente desarrollados”, lo que resultará fundamental para que China se convierta en la principal superpotencia del planeta. Sin embargo, de momento todos son planes y cálculos sobre el papel que tardarán años en materializarse.
Lo único cierto es que no se vislumbra ningún sucesor de Xi para 2022, un anuncio que acostumbraba a materializarse en este pleno del comité central del PCCh. El silencio al respecto sugiere que el actual líder chino pretende proseguir como nuevo “gran timonel” hasta ver materializado su sueño de convertir a China en el Imperio del Centro del siglo XXI.
Dadas las actuales crisis de muchas democracias occidentales, así como una salida bien gestionada de la pandemia, cabe vaticinar un relevante posicionamiento de China en el contexto mundial, en los próximos largos años.
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No deja de impresionar China con sus logros y actitud prospectiva que se manifiesta ya públicamente en el grupo BRICS y su paralelismo ideológico con lo que en USA el analista Ikenberry suelta abiertamente en su s lineas del nuevo Levitan y colaterales En suma lo interno hermético y lo externo abierto a las propuestas.