Hay momentos de la historia en los que todos estamos llamados a instaurar un nuevo momento político, “cada uno según sus capacidades y de acuerdo con un horizonte personal más amplio”. Ahora nos encontramos, probablemente, en uno de esos momentos. Henry Luce, fundador de la revista Time, pronunció las palabras citadas en 1949. Como entonces, nuestras sociedades se enfrentan hoy a un desafío histórico. Cuando terminó la Segunda Guerra Mundial, Occidente se dispuso a levantar una nueva sociedad de las cenizas de la antigua, literalmente. De la resonante llamada de Luce a la ciudadanía, a la que conminaba a aunar esfuerzos y cambiar la política del momento, se desprendía la certeza clara de que juntos –estadounidenses, europeos y aliados de unos y otros– seríamos capaces de construir una sociedad mejor, que inspirase al mundo en las décadas venideras.
Ahora, esa sociedad se enfrenta a varios desafíos existenciales, como la amenaza del terrorismo o las secuelas de la crisis financiera, pasando por el auge de la migración o una creciente autoafirmación en lo geopolítico. A todo ello deben sumarse los trastornos provocados por las disrupciones tecnológicas, el cambio climático y la destrucción del medio ambiente. Y, como colofón, una pandemia. No creo que haya que persuadir a nadie de que, como en 1949, hoy necesitamos ese nuevo momento político. Y es fácil infravalorar hasta qué punto, reviviendo ese momento, muchas miradas se posan a este lado del Atlántico, en el Viejo Mundo, en Europa.
En el momento en que el lector lee este artículo, el Covid-19 continúa haciendo estragos en el continente europeo; quizá no la propia enfermedad, pero sí sus secuelas. Por desgracia, como tan a menudo ocurre en la historia, el poder adquisitivo y las condiciones socioeconómicas han condicionado en gran medida cómo cada ciudadano se ha visto golpeado…