En Bosnia-Herzegovina, las instituciones culturales no existen a nivel constitucional y, por tanto, carecen de presupuesto.
Casi 20 años después de que se firmase el Acuerdo Marco General de Paz en Bosnia-Herzegovina, más conocido como “Acuerdos de Dayton” (firmado en París el 21 de noviembre de 1995), llaman menos la atención las huellas de los años de guerra, o la reconstrucción de edificios emblemáticos, que el cierre de las instituciones culturales nacionales de Bosnia- Herzegovina. Mientras que las principales capitales europeas recurren a los arquitectos más de moda para construir o renovar sus museos, los de Sarajevo han tenido que optar por cerrar sus puertas, como mínimo temporalmente, en el caso de algunos de ellos. La cultura, en su día garante de la conservación del patrimonio histórico y cultural de la República Socialista de Bosnia-Herzegovina y de su pasado multicultural, y cuya destrucción fue un objetivo prioritario para lograr la homogeneización de los territorios durante la guerra, se ha convertido en un escollo para el Estado actual.
Mientras las conmemoraciones del asesinato del archiduque austrohúngaro Francisco Fernando y del centenario de la Gran Guerra marcan el año 2014, la inauguración de la emblemática Biblioteca Nacional y Universitaria de Sarajevo, más conocida por el nombre de Vijecnica (Ayuntamiento), se retransmitía por Eurovisión. Pero el edificio inaugurado es de momento un joyero vacío, ya que las autoridades no han definido todavía su función. En cuanto al Puente de Mostar, se inauguró con gran pompa el 24 de julio de 2004. El problema es que, en la mente de los habitantes de Mostar, el Puente Viejo ya no existe. El que se reconstruyó ha sido conocido por los ciudadanos, a partir de ese momento, como el Nuevo Puente Viejo de Mostar.
Estos ejemplos ilustran el lugar que actualmente ocupa el patrimonio cultural en el…