POLÍTICA EXTERIOR  >   NÚMERO 158

El regreso de Japón

Fernando Delage
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Shinzo Abe está decidido a emprender en su segundo gobierno la transformación de Japón. El cambio en el entorno, resultado sobre todo del nuevo equilibrio de poder en Asia, hace inaplazable la reforma de la economía y una redefinición de la política de seguridad.

En diciembre de 2012, el Partido Liberal Democrático (PLD) obtuvo una amplia mayoría en las elecciones a la Cámara Baja de la Dieta japonesa. El PLD recuperaba así el poder –que ha ocupado durante 54 de los últimos 58 años– tras una legislatura en la que, por primera vez, gobernó el Partido Democrático de Japón (PDJ). Para sorpresa de muchos, al frente del PLD volvía un viejo conocido: Shinzo Abe, primer ministro entre 2006 y 2007. Su victoria no se debió a su popularidad –el escaso apoyo popular fue una de las razones de su dimisión en 2007– ni a la de su partido, sino a la pérdida de confianza de los votantes en el PDJ. Pero más relevante que su resurrección política es el hecho de que, tras conseguir también la mayoría en las elecciones a la Cámara Alta en julio de 2013, Japón se encuentra ante un escenario de estabilidad parlamentaria desconocido en años, que proporciona a Abe un amplio margen de maniobra para acometer su ambiciosa agenda de transformación. Pues Abe es, en efecto, un líder con una misión: hacer que Japón recupere el pulso y el optimismo perdidos durante los últimos 20 años.

La economía y la defensa son sus dos grandes prioridades, y ambas están estrechamente interrelacionadas. El envejecimiento demográfico, 15 años de deflación, una gigantesca deuda pública, cierta pérdida de competitividad industrial y el impacto del triple desastre de marzo de 2011 (el terremoto y tsunami de Tohoku, y el accidente nuclear de Fukushima), son algunos de los factores que…

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