“Murió tras una larga y dolorosa enfermedad”. ¿Escucharemos en el futuro esta expresión con la misma frecuencia que a día de hoy? Parece ser que sí. En primer lugar porque los tabús respecto al cáncer –es decir, las reticencias a llamarlo por su nombre– persisten. En segundo lugar, porque el número de incidencias a nivel global no hace más que aumentar. Así lo ha hecho saber el último informe de la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC, por sus siglas en inglés), organismo perteneciente a la Organización Mundial de la Salud.
El informe, en el que han participado 250 científicos de 40 países, fue publicado en vísperas del Día Mundial del Cáncer y pronostica un aumento del 50% de casos para 2030. En 2020 el mundo contará, por tanto, con 15 millones de casos nuevos. Diez años después, uno de cada cinco hombres y una de cada seis mujeres padecerá cáncer antes de los 75 años. La mitad de esas mujeres morirá por la enfermedad; entre hombres la ratio es uno de cada ocho. Los tipos de cáncer más frecuentes a nivel global son el de pulmón, el de mama, y el colorrectal.
El documento también destaca que la mayoría de las incidencias se concentrarán en los países en vías de desarrollo. Aunque Europa, Norteamérica, y Australia sufren un número de incidencias per cápita más elevado, el resto del planeta va a la zaga. Asia, África, y Sudamérica engloban ya un 60% de los casos de cáncer y un 70% de las muertes que genera la enfermedad.
Una de las explicaciones de este fenómeno es el desarrollo de una transición epistemológica. En la medida en que el crecimiento económico alarga la esperanza de vida, aumenta también, de manera proporcional, el impacto de enfermedades no transmisibles como el cáncer. Esta dinámica se ve acentuada por el relativo éxito en la lucha global contra enfermedades como la malaria, la tuberculosis, o el sida. En 2012 el cáncer acabó con la vida de 8.2 millones de personas, muy por encima de las 627.000 de la malaria, las 1.300.000 de la tuberculosis, e incluso las 1.600.000 del sida.
También existen factores que aumentan el riesgo de contraer cáncer. El caso más conocido es el del consumo de tabaco en relación al cáncer de pulmón. Cada vez menos estadounidenses y europeos fuman, pero no se trata de una tendencia global. El número de fumadores africanos se ha disparado, pudiendo pasar de los 77 millones actuales a 572 en 2100, según la American Cancer Society.
Ocurre de forma similar con los alimentos cancerígenos, en especial aquellos que contienen acrilamida e hidrocarburos aromáticos policíclicos. Los segundos se encuentran en carnes asadas y ahumadas. También muchos embutidos han demostrado ser cancerígenos. a medida que el crecimiento económico en países emergentes cambia los hábitos alimenticios de sus poblaciones –pasando a una dieta más rica en proteínas–, la incidencia del cáncer aumentará.
Por último, los índices de polución ambiental están fuertemente relacionados con el aumento de incidencias. Según la IARC, en 2010 murieron 223.00 personas por cánceres de pulmón causados por respirar aire contaminado. Una vez más, el problema es especialmente grave para países emergentes –véase China.
En España, un millón y medio de personas padecen cáncer, y 600 lo descubren cada día. Se trata de la segunda mayor causa de muertes en el país. Según informa la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM), aumentan los diagnósticos de cáncer pero la mortalidad ha disminuido en un 13% entre 1990 y 2011. Aunque el dato es positivo, países como Luxemburgo o Suiza han experimentado en este periodo descensos superiores al 25%. Pero el caso de España no deja de ser particular. Los españoles, que se cuentan entre los mayores consumidores de tabaco del mundo y lideran el consumo de alcohol, cocaína, y cannabis en Europa, ostentan al mismo tiempo la segunda esperanza de vida más elevada del continente.