Recomponer la democracia, de Andrés Ortega en colaboración con Agenda Pública. Barcelona: RBA, 2014. 272 págs.
El malestar político en España y Europa exige reforzar la democracia a ambos niveles, lo que implica aumentar el control de los ciudadanos y de los Estados sobre el funcionamiento de la UE. El Parlamento español ha de cambiar sus hábitos y ganar protagonismo europeo.
Una parte del malestar con la política en un país como España se debe a que los ciudadanos perciben que cada vez más decisiones se toman fuera del marco del Estado, de la política nacional, ya sea por los mercados, por Bruselas, Berlín, Fráncfort (sede del Banco Central Europeo), etcétera. Aunque hay algo de mito en pensar que realmente en los años de la democracia en España la soberanía nacional ha sido una realidad cabal, hoy es verdad que se está vaciando la soberanía y la democracia nacionales en muchas dimensiones, sin reemplazarlas por una democracia europea.
Hay que lograr una mayor democracia europea y a la vez reforzar la democracia nacional. Aunque parezca paradójico, es deseable, posible y necesario hacerlo a la vez. No estamos ante un juego de suma cero en que lo que gana Europa lo pierde la democracia nacional, sino que puede ser una suma positiva, en la que ambas instancias ganen. Pero si no se hace bien, el proceso puede resultar en una suma negativa en la que ambas instancias pierdan, y ganen otros actores no controlables desde un punto de vista democrático.
La mejor manera para España, y otros países, de recuperar una parte del poder perdido hacia la globalización es por medio de la integración europea. En buena parte, se puede decir que el Estado-nación en Europa se ha salvado gracias a esta integración que es una forma no ya de compartir…