#25años25libros: lucha de civilizaciones
#25años25libros. Mirando hacia atrás, los últimos 25 años aparecen como un periodo que marca el fin de una era. En nuestro 25 aniversario, ofrecemos un repaso por los 25 libros que han ayudado a entender mejor la dinámica de esta transformación y el nuevo mundo que ya está aquí.
El profesor de Harvard, Samuel P. Huntington, no tardó en responder a las tesis de su antiguo alumno Francis Fukuyama sobre «el final de la historia». La respuesta fue también a través de un artículo, «The clash of civilizations», publicado en 1993 en Foreign Affairs. También en esta ocasión la enorme repercusión del artículo dio lugar a la publicación de un libro tres años después, The clash of civilizations and the remaking of world order, convertido en un texto básico y uno de los más influyentes en el pensamiento sobre relaciones internacionales.
Frente al enfoque positivo de Fukuyama, Huntington ofrece la perspectiva más preocupante de un mundo donde los conflictos no solo no han desaparecido, sino que adquieren una nueva dimensión «civilizacional». El análisis de Huntington sobre las fuerzas que dirigirán la política global es indispensable para entender gran parte de la política exterior de Estados Unidos.
El propio Huntington plantea la tesis del «choque de civilizaciones» de la siguiente manera: “la cultura y las identidades culturales, que a un nivel más amplio son identidades de civilización, están dando forma a patrones de cohesión, desintegración y conflicto en el mundo de la posguerra fría.”
Las cinco partes en las que se estructura el libro no son más que corolarios de su proposición principal:
«I: Por primera vez en la historia, la política global es tanto multipolar como multicivilizacional; la modernización es diferente a la occidentalización y no está produciendo ni una civilización universal en sentido amplio ni una occidentalización de las sociedades no occidentales.
II: El equilibrio de poder entre las civilizaciones está cambiando: la influencia de Occidente está declinando; las civilizaciones asiáticas están ampliando su fuerza económica, militar y política; el islam está explotando demográficamente con consecuencias desestabilizadoras para los países musulmanes y sus vecinos; y las civilizaciones no occidentales, en general, están reafirmando el valor de sus propias culturas.
III: Está emergiendo un orden mundial fundamentado en la civilización: las sociedades que comparten afinidades culturales cooperan entre ellas: los esfuerzos destinados a que las sociedades pasen de una civilización a otra no tienen éxito; y los grupos de países se sitúan ellos mismos entorno al Estado líder o los Estados centrales de su civilización.
IV: Las pretensiones universalistas de Occidente están creando crecientes conflictos con otras civililizaciones, de forma más grave con el islam y con China. Las líneas de falla, sobre todo entre musulmanes y no musulmanes, generan a nivel local asociaciones entorno a países semejantes, lo que supone la amenaza de una escalada más amplia, y de ahí los esfuerzos de los Estados centrales para detener esas guerras.
V: La supervivencia de Occidente depende de que los americanos reafirmen su identidad occidental y los occidentales acepten su civilización como única y no universal, y se unan para renovarla y preservarla contra los desafíos de las sociedades no occidentales. Evitar una guerra de civilizaciones global depende de que los líderes mundiales acepten y cooperen para mantener el carácter multicivilizacional de la política global».
Paradigmas y debates conceptuales al margen, lo cierto es que tras la caída del muro de Berlín y la desintegración de la URSS no nos encontraríamos con un mundo en paz. En la década de los noventa se produjeron tanto en los Balcanes como en África conflictos étnicos y religiosos que confirmaban el regreso, más que el fin, de la historia.