El éxito económico de Alemania, con un bajo desempleo, cuentas equilibradas y proyección exportadora, debe estudiarse en detalle. Los europeos no pueden intentar replicarlo de manera acrítica.
Desde el comienzo de la crisis del euro muchos en Europa comenzaron a ver la economía alemana como el modelo a seguir. Mientras su crecimiento económico no ha sido tan impresionante, el desempleo del país es el más bajo desde la reunificación y menor que en cualquier otro Estado europeo o en Estados Unidos. El presupuesto público está controlado y el nivel de la deuda pública en relación al PIB es también menor que en cualquier otro país de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). Más aún, la economía alemana continúa expandiendo sus exportaciones y aumentando su superávit por cuenta corriente. Estas condiciones macroeconómicas estables han convertido Berlín en la voz decisiva de los debates relacionados con las medidas de rescate. Alemania parece ser el único país que posee los recursos necesarios para pagar rescates financieros.
En noviembre de 2011 el presidente del grupo parlamentario de la Unión Cristiano Demócrata y la Unión Social Cristiana (CDU/CSU), Volker Kauder, declaró enfáticamente que “en toda Europa, ahora se habla alemán”. Esa declaración ponía en evidencia que Europa seguía el enfoque político alemán y en particular su Sparpolitik o política de austeridad. La reforma constitucional promovida por Alemania en 2009, popularmente conocida como Schuldenbremse, o freno a la deuda, fue la hoja de ruta para el Pacto Fiscal acordado en 2011, que obliga a los países de la zona euro a limitar sus déficit estructurales al 0,5 por cien de su PIB. Muchos fuera de Alemania apoyaron este intento de copiar a los alemanes. En abril de 2012, The Economist publicaba una larga nota titulada “Modell Deutschland über alles”, que llamaba…