A pesar de las críticas a su imparcialidad o falta de credibilidad, Catar ha logrado liderar la política regional, mientras sus hermanos mayores se quedaban atrás.
Catar está superando sus propias expectativas”, una afirmación que ha llegado a repetirse con mucha frecuencia, ya sea con admiración o con envidia. El creciente papel desempeñado por Catar durante la Primavera Árabe es, de hecho, una prolongación de su activa política exterior cada vez más destacada durante los últimos años. En relación con algunos problemas pertinaces de la región, han sido los cataríes quienes han logrado mediar y negociar acuerdos con éxito. Al sur de Egipto, han encabezado los esfuerzos llevados a cabo en Sudán para conseguir la paz entre el gobierno y los rebeldes en Darfur, mientras El Cairo se limitaba a observar. Y al sur de Arabia Saudí, también han convencido al gobierno yemení y a los rebeldes hutíes para que participen en las conversaciones, ganándose la confianza de ambas partes, mientras Riad se quedaba de brazos cruzados. Fueron los cataríes quienes, asimismo, impidieron que Líbano se precipitase hacia otra guerra más, inminente en mayo de 2008, al acoger a los principales protagonistas libaneses en Doha y conseguir un acuerdo en el último momento. La considerable implicación de Catar en la Primavera Árabe parecía formar parte de la misma política activa, sobre todo cuando más recientemente, en febrero de 2012, Doha conseguía persuadir al presidente palestino, Mahmud Abbas, y al líder de Hamás, Jaled Mashaal, de que firmasen un sorprendente acuerdo sobre un gobierno de unidad nacional.
¿Pero por qué está implicándose tanto Catar en la política exterior y desplegando las muchas capacidades que con tanta habilidad maneja su poderoso arsenal de comunicaciones, Al Yazira? No hay una respuesta clara a esta pregunta, pero se podrían sopesar un par de ideas….