El microcrédito representa una solución menos eficaz para erradicar la pobreza en los países afectados por el paro, que para estimular la creación de empleo. Está considerado un componente nada desdeñable del paisaje financiero nacional y un medio eficaz para el desarrollo de las microempresas. En Marruecos y en Túnez se implantó a través de las ONG, de asociaciones y de fundaciones; más tarde, los gobiernos retomaron su modelo.