En las últimas tres décadas China ha vivido el desarrollo económico más rápido de la historia. Adivinar cuándo el PIB chino superará al de EE UU, el mayor del mundo, se ha convertido en un deporte.
En su informe ante el XVIII Congreso del Partido Comunista Chino (PCCh), en noviembre de 2012, el entonces secretario general, Hu Jintao, constató que en el curso de su mandato, entre 2002 y 2012, el PIB de China había pasado de sexto a segundo en el ranking mundial. Superó a Francia, Reino Unido, Alemania y Japón, quedando solo por detrás de Estados Unidos. Aunque la prensa internacional, más pendiente del cambio de guardia en la dirección colectiva o del drama de Bo Xilai, le dedicó escasa atención, el desarrollo económico galopante de China es la verdadera categoría histórica. Lo demás son anécdotas.
El PIB de China creció entre 1978 y 2011 una media anual del 9,9 por cien. Entre 2001 y 2011, un 10,7. En 2012, un 7,8. En valor nominal, el PIB de China de 1978 (0,147 billones de dólares) se había multiplicado por ocho en 2000 (1,198 billones) y por 52 en 2011 (7,31 billones). En yuanes constantes de 1990, el PIB de China era de 689.500 millones en 1978 y de 15.447 billones en 2011; es decir, se había multiplicado por 22.
En un país cuya historia se cuenta por milenios, más que por siglos, el cambio hay que medirlo ahora por años, más que por décadas. China ha protagonizado, durante las dos últimas décadas del siglo XX y lo que llevamos de este, el proceso de desarrollo económico más rápido de la historia…