¿Qué tipo de integración europea está acelerando la crisis de la mano de Alemania? Esta UE más diferenciada geográficamente y coercitiva entre sus miembros trae a la memoria los años previos a 1945.
En una ponencia en Oxford en octubre de 2012, el ministro alemán de Finanzas, Wolfgang Schäuble, dijo que “lejos de deshacer el proyecto europeo, la crisis estaba ayudando con su avance”. La crisis ha actuado de catalizador de un proceso de integración rápido donde los Estados miembros han transferido poderes a nivel europeo –sobre todo, aunque no solo económicos– que sería impensable bajo otras circunstancias. La unión bancaria que se está creando puede dar paso a algún tipo de unión fiscal e incluso política, aunque esto aún no está definido. Sin embargo, la idea de que el proyecto europeo ha “avanzado” en los últimos tres años presupone que la integración es evidentemente buena, pero ¿lo es?
En este contexto, es útil aclarar lo que distingue el proyecto europeo, o sea la integración europea desde 1945, de los intentos anteriores de “integrar” el continente. Estos últimos se caracterizaron por ser apuestas por la hegemonía de un solo país de la Europa continental y por conllevar de manera habitual el uso de la coacción. La Unión Europea, al contrario, fue pensada para superar tanto la hegemonía como el recurso a la coacción en Europa.
Los pasos dados en respuesta a la crisis del euro plantean preguntas fundamentales sobre el futuro del proyecto. ¿Lo que está ocurriendo ahora es la fase final de una “unión más estrecha” que los “proeuropeos” como Schäuble siempre han querido? ¿O se trata, en realidad, de otra cosa más parecida a las relaciones internacionales de la Europa anterior a 1945? Expresado de otro modo, ¿se trata del final o del regreso de la historia europea?…