La falta de progresos hacia un Irak unido y democrático ha acelerado las esperanzas secesionistas de la región autónoma del Kurdistán, la más estable del país. Irán, Siria y sobre todo Turquía, con importantes minorías kurdas, temen un conflicto regional de carácter separatista.
El Kurdistán iraquí vive en una especie de limbo entre el cielo de la independencia y el infierno de la desestabilización. Al amparo de la protección estadounidense, las provincias kurdas del norte de Irak se han asentado en la autonomía y han comenzado a tocar el cielo de su independencia. Sin embargo, al hacerlo se han desencadenado fuerzas que estuvieron contenidas mientras esa aproximación fue una quimera. A comienzos de 2008, el Kurdistán iraquí vive una mezcla de prosperidad y desestabilización cuya composición varía a medida que se definen las opciones. La zona más estable en el turbulento Irak ha visto cómo se recrudecían las tensiones intracomunitarias en las zonas de población mixta, y sobre su frontera turca pende la amenaza de una invasión en toda regla del ejército turco.
Entre los problemas destaca el referéndum de Kirkuk, cuyos yacimientos petrolíferos suponen el 30 por cien del total iraquí, que debe decidir si se integra en la región autónoma del Kurdistán. Previsto para el 31 de diciembre de 2007, los enfrentamientos entre las comunidades de las zonas mixtas plantean el riesgo de que el referéndum agrave, en lugar de resolver, el conflicto entre iraquíes kurdos y árabes por el control de las zonas petrolíferas en torno a Kirkuk. Otro problema tiene que ver con la posibilidad de que el Kurdistán iraquí se convierta en un Estado independiente y su influencia en la cuestión kurda; es decir, en los movimientos autonomistas o separatistas que se mueven a caballo de las fronteras de Siria, Turquía e Irán. Aunque no…