Hace siglos que España está llevando a cabo una cierta acción de ayuda educativa y técnica internacional a través de la labor des- arrollada por las misiones católicas en diferentes zonas y territorios.
Tal acción podría considerarse la prehistoria de la ayuda española al desarrollo, aunque no se puede decir que tal ayuda fuera oficial ni se puede decir que tuviera objetivos económicos o de ayuda al desarrollo tal como hoy se conciben las acciones desarrolladas internacionalmente a este respecto.
Las ideas éticas y religiosas quedan patentes si se piensa, por ejemplo, que fue de las sesiones del grupo América de Pax Romana, de donde nació, en 1947, el Instituto de Cultura Hispánica –cuyo primer director sería Joaquín Ruiz-Giménez como hombre de Pax Romana– como instrumento auxiliar de la Dirección General de Relaciones Culturales creada por el Ministerio de Asuntos Exteriores, en 1945.
En la etapa de autarquía que se prolonga hasta poco antes del Plan de Estabilización, la ayuda española al desarrollo va a ser prácticamente inexistente por la marginación en que España vivió respecto a la vida internacional, por el poco nivel económico español de la época que hacía difícil pudiera ayudar a otros países y por el hecho innegable de que por aquel entonces tampoco existía una vertebración de la ayuda internacional como se ha ido, luego, vertebrando, sobre todo en los años sesenta.
En los años cincuenta España empieza a firmar ciertos acuerdos y a integrarse, poco a poco, en ciertos organismos internacionales. Es así como comienza la apertura exterior de la economía española que se concreta en el ingreso de España a la OECE en diciembre de 1957 y en los organismos de Bretton Woods (FMI y BIRF) en 1958 y, sobre todo, en el Plan de Estabilización y Liberalización iniciado por el D. L….